Deslumbrante Joaqu¨ªn
El cr¨ªtico de toros de EL PA?S era un periodista aficionado con prodigioso sentido del humor
"Siempre he sido un elemento extra?o y, cuando hac¨ªa novillos, en vez de irme al Retiro a ligar me iba a la biblioteca a leer el Coss¨ªo. Hace falta ser gilipollas".
As¨ª era Joaqu¨ªn Vidal. Un periodista aficionado con un prodigioso sentido del humor.
Hace ya trece a?os que falleci¨® -el 10 de abril de 2002-, y cuando llega la feria de San Isidro se le recuerda como lo que fue y ser¨¢ siempre: un renovador de la cr¨ªtica taurina, un escritor deslumbrante, un cr¨ªtico ¨ªntegro e independiente, un feroz defensor de la pureza de la fiesta, un periodista de los de verdad y una persona decente. Amante, tambi¨¦n, del cigarro negro -¡®Ducados, si puede ser¡¯-, y del caf¨¦ solo -¡®me tomar¨ªa otro, si es tan amable¡¯-, un gran t¨ªmido, buen tertuliano, admirado por todos, y vituperado por unos pocos que vieron en su constante b¨²squeda de la verdad una amenaza para sus intereses.
Santanderino de 1935, fue el cr¨ªtico taurino de este peri¨®dico desde su fundaci¨®n hasta el 10 de abril de 2002, fecha en la que muri¨® el periodista. Esa tarde, la plaza de la Maestranza, en plena feria de la primavera, guard¨® un minuto de silencio en memoria de quien durante a?os hab¨ªa sido testigo de las grandezas y miserias de la fiesta en coso de tanto abolengo. El domingo siguiente, unos aficionados depositaron unas flores en el asiento n¨²mero 17 de la fila 6 del tendido 10 de la plaza de Las Ventas, desde donde Joaqu¨ªn hab¨ªa sido observador fino e impenitente de la reciente historia de la tauromaquia.
Desde aquellas fechas, luce en la plaza madrile?a un azulejo que rememora para siempre la huella de Joaqu¨ªn: ¡®Desde este tendido ejerci¨® su magisterio el periodista Joaqu¨ªn Vidal. La afici¨®n, agradecida¡¯.
Su muerte produjo una fuerte conmoci¨®n en su legi¨®n de seguidores, exigentes aficionados a los toros, y amantes del lenguaje excelso, pues conjugaba en sus escritos una cr¨ªtica mordaz contra la fiesta trasnochada y manipulada por taurinos sin escr¨²pulos, con la m¨¢s bella descripci¨®n de un instante glorioso protagonizado por un toro bravo, un torero artista o un aspirante decidido a jugarse la vida; y todo ello, tamizado por una iron¨ªa asombrosa y un sorprendente conocimiento del lenguaje.
El archivo de EL PA?S guarda los m¨¢s de 5.000 art¨ªculos, cr¨®nicas y entrevistas que public¨® Joaqu¨ªn Vidal, muchos de los cuales permanecen vivos en la memoria de sus lectores por su grandeza y brillantez; a pesar de que, como es sabido, escrib¨ªa sus comentarios sobre lo sucedido en Las Ventas en un l¨²gubre garaje cercano a la plaza, y la dictadura del reloj le obligaba a ausentarse de su delantera de palco en la Maestranza tras la muerte del quinto toro para que la cr¨®nica pudiera llegar al d¨ªa siguiente a los kioskos.
Hace ya trece a?os que Joaqu¨ªn dijo adi¨®s a la vida, pero no a la fiesta. Su mensaje contin¨²a vivo. Se sigue escribiendo de toros, y estas p¨¢ginas son testigos de que la defensa de la tauromaquia aut¨¦ntica, el toro ¨ªntegro, el torero heroico y artista y el aficionado sabio y exigente siguen siendo los puntos cardinales de una informaci¨®n que ¨¦l convirti¨® en su compromiso.
Hace poco, las redes sociales se hicieron eco de un p¨¢rrafo de una cr¨®nica suya sobre la feria de Valdemorillo que suena a testamento y evangelio: ¡®Aquello de que a los toros hay que ir a divertirse es una falsedad. A los toros hay que ir dispuesto a sufrir; provisto de lupa para comprobar la casta y fortaleza de las reses, la integridad de sus astas, el discurrir de la lidia, el m¨¦rito de los lidiadores, la calidad de los lances¡ Y si algo de todo esto falta, el aficionado conspicuo lo exigir¨¢ con la vehemencia que sea del caso; y si se cumple cabalmente, lo celebrar¨¢ gozoso, e, incluso, puede que entre en trance y crea que se le ha aparecido la Virgen¡¯.
As¨ª era Joaqu¨ªn Vidal. Un periodista honesto. Un aficionado cabal. Un escritor grande. Un buen hombre. En definitiva, y en justicia, un maestro. Por eso, hoy, al cabo de los a?os, su figura sigue palpitante en la memoria.
Babelia
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