El c¨®nclave de la gran orquesta
Los integrantes de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn eligen al sucesor de su actual director
Hay orquestas sinf¨®nicas que surgen de una instituci¨®n cortesana, como la Orquesta Estatal Sajona de Dresde; otras, a partir de un teatro de ¨®pera, como la Filarm¨®nica de Viena; alguna, como consecuencia de la construcci¨®n de una nueva sala de conciertos, como el Concertgebouw de ?msterdam. Pero muy pocas son el resultado de una rebeli¨®n, como la Filarm¨®nica de Berl¨ªn.
Este lunes se re¨²nen los integrantes de esta orquesta como tantos otros lunes, pero no para ensayar o tocar un concierto, sino para elegir democr¨¢tica y libremente a su director musical y responsable art¨ªstico a partir de 2018. El anuncio de Simon Rattle de que no renovar¨¢ ha puesto en marcha la maquinaria electoral para elegir a un nuevo responsable. El procedimiento de elecci¨®n es extremadamente riguroso y recuerda al c¨®nclave papal: se reunir¨¢n en un lugar secreto ¡ªseguramente, en la suntuosa Villa Siemens, a las afueras de Berl¨ªn¡ª y all¨ª permanecer¨¢n incomunicados hasta que se conozca el nuevo director.
Cada integrante deber¨¢ entregar antes un sobre cerrado con cinco nombres y se comenzar¨¢ a discutir sobre los cinco directores m¨¢s votados hasta que uno de ellos obtenga la mayor¨ªa absoluta. As¨ª fue en octubre de 1989, cuando, tras la renuncia y posterior fallecimiento de Karajan, se eligi¨® a Claudio Abbado contra todo pron¨®stico, pues sonaban m¨¢s otros candidatos como Bernard Haitink, Lorin Maazel, Zubin Mehta o Daniel Barenboim. En junio de 1999, la orquesta se decant¨® mayoritariamente por Rattle frente a Barenboim, aunque Mariss Jansons tambi¨¦n result¨® finalista.
Una decisi¨®n sin favoritos claros
Esta elecci¨®n se presenta m¨¢s complicada que las dos anteriores. Los candidatos m¨¢s prestigiosos como Daniel Barenboim (1942) o Mariss Jansons (1943) son descartados por la edad que tendr¨¢n en 2018, y los m¨¢s prometedores, como el let¨®n Andris Nelsons (1978) o el venezolano Gustavo Dudamel (1981), por la falta de experiencia.
Claudio Abbado accedi¨® al puesto en 1989 con 56 a?os, tras 17 invitaciones a dirigir la orquesta desde 1966, y Simon Rattle en 1999 ten¨ªa 44 y hab¨ªa subido 75 veces al podio berlin¨¦s desde su debut en 1987.
El ¨²nico favorito puede ser el alem¨¢n Christian Thielemann (1959), cuya personalidad y repertorio no concuerdan con la orquesta actual. Otros nombres que no se deber¨ªan dejar fuera son los del italiano Riccardo Chailly (1953) o el norteamericano Alan Gilbert (1967). La elecci¨®n no depender¨¢ de un pol¨ªtico o un gestor, sino de los propios m¨²sicos que van a tocar bajo su direcci¨®n.
En teor¨ªa, el elegido puede ser cualquier director en activo que haya tenido una estrecha vinculaci¨®n con la orquesta berlinesa en los ¨²ltimos a?os; las directoras no est¨¢n vetadas, pero hoy no se contempla la posibilidad de que sea elegida una mujer ¡ªclaramente es cuesti¨®n de tiempo¡ª.
En la votaci¨®n de hoy participar¨¢ por vez primera un espa?ol: el violista Joaqu¨ªn Riquelme Garc¨ªa (Murcia, 1983), titular de la orquesta desde 2010. En declaraciones a EL PA?S, Riquelme reconoce que la decisi¨®n no ser¨¢ f¨¢cil, pues no se valorar¨¢ solo la calidad musical del director, sino tambi¨¦n otros factores necesarios para el puesto, como la capacidad de liderazgo, la diplomacia al tratar con el grupo, los planes art¨ªsticos o su filosof¨ªa de trabajo. Y pone como ejemplo de todo ello a Rattle, del que opina que ¡°quiz¨¢ no sea el mejor director de orquesta actual, pero como director principal ha sido el n¨²mero uno¡±.
En marzo de 1882, los integrantes de la orquesta de Benjamin Bilse, un afamado director de conciertos populares que hab¨ªa tocado con Johann Strauss padre, se sublevaron contra la explotaci¨®n laboral de su patr¨®n para fundar su propia formaci¨®n. El resultado fue una asociaci¨®n independiente gestionada como una cooperativa que ech¨® a andar en una fecha tan emblem¨¢tica como el primero de mayo. Para el verano de ese a?o ya ten¨ªan su sede en una antigua sala de patinaje de la calle Bernburger, reconvertida en filarmon¨ªa con capacidad para 2.000 personas, y en octubre adoptaron el nombre de Filarm¨®nica de Berl¨ªn que conserva en la actualidad.
La orquesta siempre ha tenido las m¨¢ximas aspiraciones art¨ªsticas. Desde 1887, cuenta con el director m¨¢s relevante del momento. Primero fue Hans von B¨¹low, disc¨ªpulo de Liszt y colaborador de Wagner, quien aport¨® el est¨¢ndar de calidad al conjunto. Se retir¨® en 1892 y, tras un joven Richard Strauss como interino, llegar¨ªa Arthur Nikisch, que colore¨® su sonido, cre¨® su intensa personalidad e internacionaliz¨® su repertorio.
Wilhelm Furtw?ngler convirti¨® a la formaci¨®n a partir de 1922 en un instrumento creativo. Con ¨¦l lleg¨® la magia, pero tambi¨¦n su periodo m¨¢s oscuro, cuando Hitler la compr¨® para convertirla en veh¨ªculo de su propaganda.
Le siguieron Leo Borchard, el joven Sergiu Celibidache o el regreso de Furtw?ngler, pero ser¨ªa Herbert von Karajan el responsable de su legendario poder¨ªo y proyecci¨®n medi¨¢tica como mejor orquesta del planeta.
?Finalmente, un italiano primero, Claudio Abbado, y un brit¨¢nico despu¨¦s, Simon Rattle, son los responsables de lo que es hoy la Filarm¨®nica de Berl¨ªn: un conjunto de 124 m¨²sicos de primer nivel, de 25 nacionalidades y una media de edad por debajo de los 40 a?os, cuyo sonido es una mezcla de tradici¨®n y poder¨ªo germano con transparencia y flexibilidad cosmopolitas.
Es la orquesta m¨¢s internacional y la que goza de mayor presencia medi¨¢tica a trav¨¦s de Internet. Hoy, un director se ir¨¢ a dormir formando parte del Olimpo de los mejores de todos los tiempos.
El sonido
No es la orquesta m¨¢s antigua todav¨ªa en pie. Creada en 1882 tal como la conocemos hoy, tiene mucho de qu¨¦ avergonzarse: un pasado con sus a?os esp¨²reos, en parte, alimentados por el contexto ¡ªdurante el nazismo, contribuyendo a hacer brillar el r¨¦gimen y tardando luego en extirparlo de sus vicios adquiridos durante d¨¦cadas¡ª y, en parte, cebados con su grado considerable de idiotez humana transversal, desde el podio a los atriles.
Tard¨® en ingresar en la contemporaneidad. Hasta los ochenta, no admitieron mujeres. Fue una de las joyas del Tercer Reich. Les ha costado, pero en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas han penetrado en la modernidad sin traumas y sigue siendo el trono por el que todos los grandes pelean. ?C¨®mo es posible que, enumeradas las sombras, no exista discusi¨®n sobre cu¨¢l es y ha sido, incluso en sus a?os negros, la mejor del mundo? Existe una respuesta: el sonido.
¡°Viene de abajo¡±, me coment¨® Rattle cuando llevaba cinco a?os al frente y hab¨ªa tenido que sortear todo tipo de intrigas y menosprecios, de los que ha salido m¨¢s que airoso. Se refer¨ªa a la tradici¨®n de exprimirlo en sus filas, que fue pasando el testigo y hoy, con la radical y necesaria transformaci¨®n que el brillante y carism¨¢tico ingl¨¦s ha legado, perdura. Ese sonido¡ Rattle ha revolucionado la Filarm¨®nica de Berl¨ªn haci¨¦ndola pasar de ser una orquesta alemana a un trasatl¨¢ntico multicultural y cosmopolita, coherente con la ciudad que la acoge e introduciendo en ella savia asi¨¢tica, latinoamericana, eslava, dentro de ese t¨®tem que representa alguna de las mejores virtudes de la cultura occidental. Pero lo ha hecho respetando profundamente el vigor, la profundidad de su sonido y alentando a¨²n m¨¢s su asombroso virtuosismo.
Ese diamante indefinible, inasible, que fueron labrando durante d¨¦cadas grandes del podio: de Hans von B¨¹low a Wilhelm Furtw?ngler. De Herbert von Karajan a Claudio Abbado, entre otros. De Rattle a quien venga¡ Existe algo en ella que trasciende las debilidades, los errores, los lastres que la impidieron durante muchos a?os adaptarse a los tiempos. Cualquiera que sea la decisi¨®n que adopten hoy, los integrantes de la Filarm¨®nica lanzar¨¢n un mensaje. Recaiga en quien recaiga el trono, los m¨²sicos deber¨¢n acoplarse a sus formas. Pero ser¨¢, sobre todo, el elegido quien deba desentra?ar y hacer trascender lo que marca la diferencia de esta orquesta proverbial sobre otras. Su verdadero gen intransferible a las dem¨¢s: el sonido.
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