Tensi¨®n, pasi¨®n, hambre de triunfo¡
Fue una delicia ver a De Mora con esa actitud de novillero que llega a Madrid con la necesidad como alimento y cargado de sue?os de gloria
Fue una aut¨¦ntica delicia comprobar el hambre de triunfo de dos toreros que dejaron la juventud hace alg¨²n tiempo. Entre Eugenio de Mora (18 a?os de alternativa) y Morenito (diez) llenaron la plaza de tensi¨®n, de pasi¨®n y de torer¨ªa de la buena, solo y exclusivamente porque est¨¢n dispuestos a rebelarse contra su destino, cambiar la moneda y ser figuras del toreo cueste lo que cueste.
Valdefresno / De Mora, Morenito, Sald¨ªvar
Toros de Valdefresno, -tercero y quinto, devueltos- bien presentados, mansos, sosos y nobles; primer sobrero, de Hnos Revesado, inv¨¢lido; segundo, de El Risco, blando y noble.
Eugenio de Mora: pinchazo, estocada desprendida -aviso- y tres descabellos (ovaci¨®n); estocada ca¨ªda (oreja).
Morenito de Aranda: casi entera baja -aviso- (ovaci¨®n); casi entera -aviso- (oreja).
Arturo Sald¨ªvar: estocada ca¨ªda y tendida y un descabello (silencio); estocada trasera (ovaci¨®n de despedida)
Plaza de las Ventas. 10 de mayo. Tercera corrida de la Feria de San Isidro. Casi tres cuartos de entrada.
La corrida de hoy
Novillos de El Parralejo, para los diestros Gonzalo Caballero, Fernando Rey y Francisco Jos¨¦ Espada.
Fue una delicia ver a De Mora con esa actitud de novillero que llega a Madrid con la necesidad como alimento y cargado de sue?os de gloria. Qu¨¦ entrega, qu¨¦ disposici¨®n, qu¨¦ valor, qu¨¦ forma de torear, y qu¨¦ templanza, relajo y empaque. Parece dispuesto a comerse el mundo cuando estaba cantado que hab¨ªa sido engullido por la dura rutina de esta profesi¨®n. Lleg¨® con prisas, y sin perder un minuto, mont¨® la muleta y ya estaba con la franela planchada delante de su primero, un toro reserv¨®n, con el que dibuj¨® naturales hermosos, llev¨¢ndolo toreado en cada uno de ellos. Y todo, porque el que quiere, puede. Y De Mora vino para poder contra el toro y contra su destino. Personal¨ªsimas fueron sus ver¨®nicas al cuarto, erguida la planta y relajado el esp¨ªritu; con un rodillazo que se escuch¨® en el tendido comenz¨® su labor final y, como aperitivo, un pase de pecho eterno que moviliz¨® al personal. Daba gusto verle la entrega y la ilusi¨®n y como estas se reflejaban en destellos art¨ªsticos de sumo calibre.
A porta gayola se fue Morenito, cual carta de presentaci¨®n tras su triunfo el pasado d¨ªa 2. Menuda papeleta la suya¡ Dos orejas que pod¨ªa devolver en una tarde perdida. Pero su ilusi¨®n fue desbordante, y su pundonor y su valor¡ Ese primero no quer¨ªa pelea, pero la responsabilidad de Morenito no pod¨ªa permitir actitud tan impropia de un bravo. Y as¨ª, por decisi¨®n propia, consigui¨® interesar con pasajes hondos y hermosos. Se luci¨® a la ver¨®nica ante el quinto, con el que brill¨® Sald¨ªvar en un quite por zapopinas y Morenito le respondi¨® con ver¨®nica y media de regusto. David Adalid y Pascual Mellinas se lucieron con los garapullos, pero el animal se parti¨® una mano y se acab¨® el pastel. El sobrero, con unos muy astifinos pitones, permiti¨® que Adalid colocara un par de ensue?o; el animal se vino abajo, pero su matador se invent¨® el toreo, y sac¨® de donde no hab¨ªa porque su destino era alcanzar la gloria.
Sald¨ªvar cumpli¨® con fe y valent¨ªa y as¨ª se lo agradecieron, pero la tensi¨®n, la pasi¨®n, el hambre de gloria y la emoci¨®n fueron pasaportes de dos veteranos con alma de novilleros so?adores.
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