Recuperar al dramaturgo Max Aub
El Teatro Espa?ol homenajea al autor dando su nombre a una de sus naves y estrenando un cabaret a partir de sus textos

Max Aub al cuadrado. Su nombre figura en el cartel de la obra Tengo tantas personalidades que cuando digo ¡°te quiero¡±, no s¨¦ si es verdad, dirigida por Jes¨²s Cracio sobre varios textos del autor. Pero tambi¨¦n, en letras bien grandes, sobre la antigua Sala 2 de las Naves del Espa?ol, ahora bautizada con su nombre como si se tratara de un santo protector. Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente, director de la instituci¨®n, advierte: ¡°Se trataba de empezar la Operaci¨®n Max Aub¡±.
El dramaturgo que jam¨¢s vio ninguna de sus obras sobre escena podr¨ªa haberse apuntado la rara haza?a de estrenar un homenaje a su figura en una sala tocaya. Pero muri¨® en M¨¦xico en 1972, exiliado, desenga?ado con la Espa?a que hab¨ªa visitado poco antes de fallecer y olvidado por la cultura institucional. El gesto, viniendo de un teatro p¨²blico, parece una cuesti¨®n de justicia. Pero P¨¦rez de la Fuente no luce medallas: ¡°Esto del arte es muy subjetivo. Se pone Max Aub porque al director del Espa?ol le gusta Max Aub¡±. La restituci¨®n comienza con este ¡°cabaret literario¡± compuesto por textos de distinta naturaleza, en cartel desde ayer hasta el 14 de junio. Pero no queda ah¨ª: cada temporada, promete P¨¦rez de la Fuente, se pondr¨¢ en escena una escenificaci¨®n con su firma. ¡°Este es el p¨®rtico de una gran catedral¡±, sentencia. La consagraci¨®n no ha hecho m¨¢s que empezar.
El encargado de poner la primera piedra, Jes¨²s Cracio, tiene experiencia en montajes a partir de literatura no dram¨¢tica. En 1995, Los domingos matan m¨¢s hombres que las bombas ya recurr¨ªa a textos de Aub junto a otros de autores como Quim Monz¨®, Baudelaire, Bukowsky o S¨¢nchez Ferlosio. ¡°Mi madre era modista, as¨ª que yo coso bien¡±, dijo a los actores el primer d¨ªa de ensayo. El traje se compone de fragmentos de los diarios, Cr¨ªmenes ejemplares, Vida de Luis ?lvarez Petre?a, No, La u?a, Comedia que no acaba y Antolog¨ªa traducida.
El difuso eje central se apoya en ¡°un personaje que m¨¢s o menos es el autor¡±, explica Cracio, aunque la obra se entrega sin pudor a la amalgama. Aqu¨ª un n¨²mero de danza, aqu¨ª comedia, aqu¨ª una sola escena de un drama, todo puesto en pie por seis actores (Marta Belenguer, Juan Calot, Marc Clotet, Miranda Gas, Juli¨¢n Ortega, Carmen del Valle) que interpretan a muchos m¨¢s personajes, y acompa?ado por el piano de Celia Laguna.
En la antigua sala 2 resuena el leit motiv del viaje. Sobre escena, las v¨ªas de un tren, surcadas por un tren-teclado. En la boca de Miranda Gas, las palabras del dramaturgo: ¡°Siempre se es de donde se ha aprendido a vivir, pero se acaba siendo extranjero en todas partes¡±. En la cabeza de P¨¦rez de la Fuente, y Jes¨²s Cracio, la traves¨ªa de regreso que Max Aub nunca realiz¨®. ¡°Espa?a no se ha terminado de encontrar con el exilio¡±, denuncia el director del Espa?ol. Max Aub ha comprado el billete de vuelta.
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Otra memoria hist¨®rica
El pasado marzo, el Teatro Espa?ol comenz¨® una renovaci¨®n interna que mira al pasado. En el logo de la sala se incluy¨® un orgulloso ¡°Desde 1583¡± y las tres salas sin nombre pasaron a tener unos bien ilustres. La sala peque?a del Mar¨ªa Guerrero adopt¨® el de Margarita Xirgu, y las salas de las Naves de Matadero, los de Max Aub y Fernando Arrabal. Adem¨¢s, otros teatros municipales dieron a sus espacios an¨®nimos las etiquetas de Jardiel Poncela y Buero Vallejo.
El espacio para el recuerdo no acaba ah¨ª. El Espa?ol prepara ya una exposici¨®n sobre la figura de Margarita Xirgu, se propone montar algo en torno a Buero Vallejo y agrupar en una sala de lectura toda la obra de Max Aub. ¡°Hay cosas que cuestan muy poco¡±, explica P¨¦rez de la Fuente, ¡°Cuando ves que las marcas publicitarias renombran los teatros y quitan el nombre de los grandes [el Calder¨®n se llama Caser Calder¨®n], hay que ir a la contra¡±. Asegura que las instituciones y la gente del teatro tiene responsabilidad sobre el olvido de ciertos autores, y defiende que la memoria es una funci¨®n del teatro p¨²blico.
"Adem¨¢s, se produce una bella contradicci¨®n. Aqu¨ª hay un gobierno del PP y todas estas gentes son de izquierdas. Aunque no es una cuesti¨®n de ideolog¨ªa, sino de justicia", apunta. Aunque admite que en el olvido la pol¨ªtica jug¨® un papel crucial: "En este terreno tambi¨¦n hay heridas que no hemos cuidado. No nos hemos enfrentado a nuestra historia".
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