Terror¨ªfica cornada en el cuello a Jim¨¦nez Fortes

Todo ocurri¨® en el inicio de faena al sexto de la tarde. Jim¨¦nez Fortes, el joven torero malague?o, acaba de brindar al p¨²blico en un gesto inequ¨ªvoco de que estaba decidido a jugarse la vida para abrir la puerta grande que le hab¨ªa entreabierto la oreja conseguida en su primero. En la primera tanda, con la mano derecha, el animal ech¨® la cara arriba, lo desarm¨® y le enganch¨® la muleta en un par de ocasiones; cambi¨® de mano y, en el primer cite, el toro volte¨® al torero, lo mantuvo entre los pitones y lo estrell¨® contra el suelo; qued¨® de medio lado y, al intentar rodar sobre s¨ª mismo, el toro le clav¨® el pit¨®n izquierdo en el cuello y lo levant¨® como un trapo. Jimenez Fortes qued¨® boca abajo, pero consigui¨® ponerse de rodillas antes de que llegaran las asistencias. Para entonces, ya se hab¨ªa llevado las manos al cuello y se vio claramente que manaba sangre. Por su propio pie recorri¨® unos pasos hasta que fue izado por sus compa?eros hasta la enfermer¨ªa, donde comprobaron que llevaba dos cornadas, aunque las primeras noticias fueron tranquilizadoras.

Como suele ocurrir, todo sucedi¨® en unos pocos segundos que parecieron interminables. La plaza qued¨® conmovida porque la impresi¨®n fue terror¨ªfica y espantosa. Mientras Uceda Leal acababa con el toro, el herido quedaba en manos del equipo m¨¦dico.

Ciertamente, el caso de este joven torero es digno de estudio. Ya en sus comienzos parec¨ªa que ten¨ªa condiciones para ser figura, pero sus aspiraciones se han visto siempre frenadas por numerosas cogidas; y todav¨ªa se discute el motivo por el que este torero visita con tanta frecuencia las enfermer¨ªas. De hecho, fue uno de los toreros heridos el pasado San Isidro la tarde en que se suspendi¨® la corrida por las cogidas de David Mora, Antonio Nazar¨¦ y el propio Fortes.

Volv¨ªa a Las Ventas decidido, muy decidido, con una actitud realmente encomiable, a alcanzar el triunfo que se le neg¨® la temporada pasada. Prueba de ello es que recibi¨® a sus dos toros de rodillas en la puerta de toriles con sendas largas cambiadas, se esmer¨® a la ver¨®nica, quit¨® por chicuelinas y gaoneras, y se jug¨® el tipo de verdad ante su primero, un animal de corto viaje, -con un ventarr¨®n como molesto visitante-, que lo puso repetidamente en aprietos. Fortes resolvi¨® la papeleta con dignidad y valent¨ªa, aguant¨® como si tal cosa taracadas y ga?afones, y aun as¨ª pudo dominar por momentos la muleta y dibujar algunos muletazos interesantes. Al final, puso la plaza en pie cuando cit¨® por ajustad¨ªsimas bernardinas -en dos de ellas cambi¨® la trayectoria del toro- antes de cobrar una estocada. La oreja, facilona y propia de esta modernidad que se est¨¢ llevando por delante verdades que parec¨ªan inamovibles, le dio pie a brindar la faena del casi inv¨¢lido sexto momentos antes de que se produjera el brutal suceso que dej¨® a todos conmovidos.

El resto de la corrida tuvo poca historia. Ya en el pase¨ªllo hizo acto de presencia un fuerte viento que molest¨® y puso en peligro a los toreros; la corrida remendada de Salvador Domecq fue una mansada sin clase, a la que solo le hizo frente de verdad el torero herido.

Uceda se las vio, en primer lugar, con un manso de libro que busc¨® con desesperaci¨®n el camino de la dehesa y no grit¨® de miedo porque no sab¨ªa. Tampoco tuvo clase alguna el cuarto, lo cual no fue motivo para que Uceda apareciera perdido y rutinario. Si la veteran¨ªa es un grado, qu¨¦ menos que un detalle de torero experimentado. Nada. Y lo que es peor: quien tiene fama de tan buen estoqueador, dej¨® claro que no aprob¨® el examen del descabello. Demasiados intentos errados para alguien de su prestigio.

Y el tercero, el mexicano Diego Silveti, lleg¨® renqueante de una cogida en un tobillo en Aguascalientes el pasado d¨ªa 3, y ofreci¨® una pobre impresi¨®n que no parec¨ªa guardar relaci¨®n con la herida. Se coloca seg¨²n la norma moderna, al hilo de pit¨®n y despegado, le cuesta confiarse, desprende poco mando y su toreo resultante es anodino y vac¨ªo. Dio muchos pases, pero tore¨® poco. Sus oponentes no destacaron por su clase, pero tampoco el torero.