Santa antes que don nadie
Teresa de ?vila confundi¨® vida y literatura antes que nadie. Hoy deber¨ªa ser un icono pop
Estaba podrida de s¨ª misma. Una vanidad m¨¢s grande que cualquier otra vanidad que se hubiera levantado sobre la tierra. Eso es lo que a m¨ª m¨¢s me gusta de la obra literaria de Teresa de ?vila, la mujer que crey¨® sus ficciones antes de que llegara Don Quijote. Convertirse en santo en el siglo XVI era la ¨²nica forma de no acabar en un don nadie. Leo a Teresa de ?vila como si fuese la Marlene Dietrich del siglo XVI. Ella era Dios, de eso se trataba, de reinar sobre vivos y muertos. Imag¨ªnate un mundo donde la gente viajaba en burro. Donde en vez de dictar conferencias y conceder entrevistas, lo que los escritores ten¨ªan que hacer para ser famosos era fundar conventos y hablar con Jesucristo, la gran estrella del momento. El sentido de la escritura de Teresa de ?vila es la construcci¨®n de ella misma. Es una santa cervantina. Contrajo matrimonio con Dios y se lo crey¨®. El Dios que pinta en sus libros no tiene mucha consistencia literaria, porque la protagonista es ella y no su marido, por primera vez en la historia. Y ella fund¨® conventos. Fundar conventos, pura euforia. Dictar normas, puro delirio. Gran felicidad de pasarte las horas hablando con el Alt¨ªsimo. Una exaltaci¨®n permanente. Y Dios era gratis. Dios era para todos. Dios era barato. Eso fue el siglo XVI para la gente con talento, para la gente emprendedora, para los artistas podridos de s¨ª mismos que quer¨ªan triunfar. Y ella triunf¨®.
El franquismo ridiculiz¨® la figura de Teresa de ?vila. El bukowskiano Libro de la vida es autoficci¨®n. Cu¨¢ntas veces dice Teresa que su vida ha sido ruin. Se lacera, porque es una exhibicionista, y a m¨ª me encanta. Sus libros son terror¨ªficos, llenos de fantasmas que se le aparecen a la santa. Ella ve al diablo como si fuese la ni?a del exorcista. Cree en el diablo, y ¨¦ste la persigue, le palpa el coraz¨®n. La vida conventual es intensa, venga confesiones, y oraci¨®n y arrobamientos y visiones y moradas. Y llama a Dios su majestad. Nunca se aburre. Una gran lucha contra el aburrimiento es su misticismo. Tambi¨¦n es el triunfo sobre la vulgaridad religiosa y literaria del momento. Ella escribi¨® literatura fant¨¢stica y las excelentes Moradas del castillo interior prefiguran a Kafka. Ve¨ªa su alma, y se lo cre¨ªa. Confundi¨® la literatura con la vida antes que nadie.
Teresa de ?vila vivi¨® a tope, porque de eso se trataba, todo el santo d¨ªa estaba colgada del Se?or, todo el santo d¨ªa ba?ada en misericordia, y venga martirio y dolor y humildad e ignorancia. Nadie de su tiempo le sac¨® tanto jugo a la vida. Los escritores ahora solo hablan con sus agentes literarios o con sus editores. Ella hablaba con Dios. Sus conversaciones con Dios son tan infantiles que resultan c¨®micas. Fue una escritora radical, una mujer que fue feliz viviendo salvajemente. Ella es mejor que Dios.
El misticismo de su obra es el mismo de Rimbaud o de Kafka. Los tres se precipitaron en el agujero negro de s¨ª mismos, porque solo se vive una vez. No estar¨ªa nada mal que alguien convirtiera a Teresa de ?vila en un icono pop. Si Espa?a no se reinventa sus mitos literarios, adi¨®s a la esperanza. Ninguna literatura occidental tiene una loca como esta. Es, simplemente, una escritora genial.
Libro de la vida. Santa Teresa de Jes¨²s. Lumen / Penguin Cl¨¢sicos. Obra completa. Santa Teresa de Jes¨²s. Biblioteca Castro.
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