Iain Sinclair: ¡°Las ciudades deben temer el ¨¦xito¡±
El autor de culto brit¨¢nico habla de los cambios en las urbes, las maniobras de la clase pol¨ªtica y c¨®mo su vieja casa en el Este de Londres pas¨® a valer un mill¨®n de libras
Iain Sinclair sue?a con una ciudad vertebrada por grandes v¨ªas verdes y llena de parques en la que poder perderse caminando. ¡°Ser¨ªa una urbe m¨¢s amable¡±, opina el escritor y cineasta brit¨¢nico, de 71 a?os, uno de los autores contempor¨¢neos que m¨¢s importancia otorga al territorio. Su casa victoriana en el barrio de Hackney, en el este de Londres, ha sido el punto de partida de miles de paseos matutinos que Sinclair ha transformado en cr¨®nicas de los cambios vividos por la capital de Reino Unido desde que Margaret Thatcher irrumpi¨® en el panorama pol¨ªtico con su ¡°visi¨®n demon¨ªaca de la realidad¡±, hasta la actualidad. Los grandes proyectos urban¨ªsticos, como la autov¨ªa de circunvalaci¨®n M-25, la C¨²pula del Milenio y los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012, simbolizan, seg¨²n ¨¦l, la desconexi¨®n entre la ciudadan¨ªa y la clase pol¨ªtica, que fabrica urbes imposibles y expulsa a la poblaci¨®n original por otra de mayor poder adquisitivo.
La obra de Sinclair no hab¨ªa sido traducida al espa?ol hasta ahora. Este mes se ha publicado La ciudad de las desapariciones (Alpha Decay), una compilaci¨®n de sus ensayos a cargo de Javier Calvo. Sentado en el vest¨ªbulo del hotel en el que se aloja en Madrid, para participar en unas charlas sobre su trabajo, el escritor se apresura a contar que, como cada ma?ana, bien temprano, ha dado un largo paseo: ¡°Caminar es una forma de conocer las cosas y sentir los ritmos del mundo¡±. Pese al caos en el que cree que est¨¢ sumido Londres, confiesa que ser¨ªa incapaz de vivir en otro lugar.
Pregunta. Las ciudades est¨¢n en constante cambio. ?Qu¨¦ ha desaparecido para siempre?
Respuesta. Muchas cosas. El cambio es inevitable. La ciudad es todav¨ªa una unidad org¨¢nica, con vida propia, que siempre ser¨¢ interesante, intrigante y compleja. Cada ciudad tiene su identidad. Que desaparezcan cosas no importa. Eso ha ocurrido siempre y seguir¨¢ ocurriendo. Como escritor, lo que pretendo es ser testigo de ello y contarlo. Hablar con la gente. Estar alerta. Criticar algunas cosas.
Coordenadas
Un libro:?"El Ulises de Joyce es el gran modelo para escribir sobre la ciudad. Fui a Dubl¨ªn a estudiar para perseguir esa conexi¨®n".
Una voz sobre Londres:?"William Blake, por su destreza para crear una cosmolog¨ªa a partir de los elementos espec¨ªficos de un lugar".
Una certeza: ?"Hay una memoria de las ciudades que simplemente no se puede ignorar".
P. Muchas ciudades se han acabado convirtiendo en una marca.
R. Por supuesto. Especialmente las ciudades ol¨ªmpicas: Londres, Barcelona... Es devastador. Multitud de turistas quieren visitarlas. La vida de la gente de esa urbe cambiar¨¢ para siempre. Hay que temer el ¨¦xito; a veces es preferible buscar el fracaso.
P. ?C¨®mo ha cambiado Londres?
R. Se est¨¢ dejando de lado a la gente. Nadie escucha a las personas que viven en los barrios. La ciudad est¨¢ llena de edificios vac¨ªos, comprados desde China, Malasia... Nadie vive en ellos. Mientras, el precio de la vivienda no para de subir. Las peque?as casas de la clase trabajadora, como la m¨ªa, que era muy barata [le cost¨® 3.000 libras en 1969], ?ahora valen un mill¨®n! La sociedad est¨¢ estancada. ?Y los j¨®venes? Toda su vida se va en pagar el alquiler. Los pol¨ªticos no hacen nada para acabar con estos problemas. Los hospitales y las escuelas est¨¢n al borde del colapso, porque nadie invierte en ellos. Pero cada vez hay m¨¢s burocracia, m¨¢s edificios de moda y aeropuertos.
P. El nivel de vida se ha disparado.
R. Para acceder a una hipoteca, hay que ganar al menos 70.000 libras (98.000 euros) al a?o y un escritor gana de media 11.000. Esa gente no puede vivir en Londres. Hay un gran sector de la poblaci¨®n que est¨¢ siendo expulsado. El metro est¨¢ abarrotado de gente y es incre¨ªblemente caro. Est¨¢ lleno de bicicletas. Van como locos. Hay muchos accidentes. Porque las calles no est¨¢n preparadas para ello. Es una ciudad imposible, porque es tan grande y est¨¢ todo tan mal¡ Se confunde lo p¨²blico con lo privado. Me llaman la atenci¨®n esos edificios modernos, rodeados de guardias de seguridad y c¨¢maras. Nadie puede pasar. Eso convierte a la ciudad en otra ciudad.
P. ?Alg¨²n ejemplo reciente que haya visto en sus paseos?
R. Hace un par de d¨ªas estaba caminando por la plaza del City Hall [edificio principal del Ayuntamiento de Londres]. Me detuve a hablar con una persona, en una parte en la que salen unos peque?os chorros de agua del suelo, y vino un guardia de seguridad para decirnos que all¨ª no se pod¨ªa hablar porque esa parte pertenece a una empresa privada. Situaciones como esta se producen en Londres todo el tiempo: zonas p¨²blicas que son privadas. O no te dejan hacer fotos. Es una locura. Paranoia.
¡°Londres es imposible. Se confunde lo p¨²blico con lo privado. Lleno de c¨¢maras y guardias de seguridad¡±
P. ?Qui¨¦nes son los perdedores de la llamada gentrificaci¨®n, esa expulsi¨®n de los habitantes de un barrio por el incremento del nivel de vida de la zona?
R. La poblaci¨®n ind¨ªgena de Londres. La que hab¨ªa cuando yo llegu¨¦, en los sesenta. Una clase trabajadora, primero eminentemente blanca, y luego m¨¢s mezclada, que ha ido desapareciendo. Tampoco existen los oficios de antes. No hay trabajo en los muelles, porque no hay muelles. Las peque?as f¨¢bricas de papel, distribuci¨®n de libros, muebles... han sido reemplazadas por los negocios de ordenadores. De forma paralela, ha ido llegando gente m¨¢s joven, moderna, los hipsters. Es un mundo totalmente diferente. Tambi¨¦n ha perdido el arte, el pensamiento. Para las generaciones pasadas era m¨¢s f¨¢cil asumir riesgos. La vida era entonces mucho m¨¢s barata. Los j¨®venes pod¨ªan optar por un trabajo que no tuviera que ser su ¨²nica prioridad y les dejara tiempo para otras pasiones, como escribir libros o pintar. Ahora, eso ha cambiado. Los j¨®venes trabajan muchas horas para poder pagar la casa y todo lo dem¨¢s. No hay apenas tiempo para nada que no sea el trabajo. Y todo cuesta tanto dinero que hay que tomarse la vida siempre muy en serio. La gente tiene que gastar fortunas para vivir.
P. En La ciudad de las desapariciones cuestiona la rentabilidad, tanto social como econ¨®mica, de los grandes proyectos de los ¨²ltimos a?os. Nadie quiere visitarlos...
R. La noria del London Eye [un mirador que naci¨® para celebrar el cambio de milenio] es bastante popular. Pero nadie quiere ir a la C¨²pula del Milenio. Y no me extra?a. All¨ª no hay nada y est¨¢ lejos de todo. Hab¨ªa planes para poner en marcha otro desarrollo urban¨ªstico en un terreno colindante y se pararon porque nadie estaba interesado. Al final las compa?¨ªas norteamericanas compraron las instalaciones y se ha convertido en una supuesta zona de ocio en la que a veces se juega al tenis, llena de restaurantes de comida r¨¢pida. Los grandes proyectos son el hijo maldito de la clase pol¨ªtica y responden a los intereses de las corporaciones globales frente a los residentes.
P. Cuando oye a un pol¨ªtico hablar de regeneraci¨®n urbana, ?se echa a temblar?
R. M¨¢s bien bostezo, porque no significa nada. Los pol¨ªticos solo piensan en sus batallas por el poder. Hacen pol¨ªtica de gestos. No me extra?a que la gente est¨¦ cansada de ellos. Regenerar la ciudad no significa ocultar los problemas o llev¨¢rselos a otro sitio. Para cambiar las cosas de verdad hay que ayudar a la gente con problemas, tanto si hay un conflicto de drogas, prostituci¨®n, pobreza... Para los juegos en Londres se limpiaron algunas zonas, pero la gente volvi¨®. Puedes hacer creer que la ciudad no tiene problemas durante un tiempo, pero nada es real. La realidad no se puede manipular de esa forma.
¡°Los grandes proyectos urban¨ªsticos son el hijo maldito de la clase pol¨ªtica y responden a intereses privados¡±
P. Un ejemplo muy cercano de supuesta regeneraci¨®n es su propio barrio, Hackney.
R. Es cierto que en Hackney se ha invertido y, en cierto sentido, se han mejorado muchas cosas. Tenemos tiendas delicatessen, mercados callejeros de comida y muchas culturas mezcladas. El lado negativo es que se han creado multitud de zonas en las que los peatones no pueden pasar y las calles comerciales tradicionales han desaparecido. Claro que hay cosas positivas. Yo no quiero que las cosas se queden siempre como est¨¢n. Pero lo que s¨ª que creo es que hay una memoria en Londres, igual que en otras ciudades, que simplemente no se puede olvidar. No se puede ignorar.
P. Muchos dir¨¢n que el precio de las viviendas, incluida la suya, se ha disparado y que eso es positivo para el propietario. ?Es un espejismo?
R. Mi comunidad es muy peque?a. La misma gente ha vivido all¨ª durante a?os, algo que es totalmente inusual en Londres. Aunque a la gente le guste su casa y el barrio, muchos se sienten obligados a vender y mudarse, porque ?qui¨¦n va a arriesgarse a que los precios bajen? Eso est¨¢ rompiendo la comunidad. Da igual el dineral que te paguen por tu casa, porque ser¨¢ dif¨ªcil que te alcance para comprar otra vivienda en Londres. Al final, algunos acaban viviendo en un pueblo en el campo y, despu¨¦s de un par de a?os, se dan cuenta de que no les gusta su nuevo hogar y que quieren volver. Yo, desde luego, no me quiero ir de Londres.
P. La credibilidad de la clase pol¨ªtica pasa por malos momentos. ?C¨®mo justifica la victoria de los conservadores en las pasadas elecciones?
R. David Cameron es el nuevo Tony Blair. Es un experto de la imagen. Da muy bien en televisi¨®n. Sabe c¨®mo presentarse ante el p¨²blico. Sabe lo que el p¨²blico quiere y c¨®mo d¨¢rselo. Es cierto que la opini¨®n p¨²blica est¨¢ cansada de la clase pol¨ªtica. A muchos no les gusta Cameron, pero gan¨®, porque el electorado no encuentra nada mejor entre los laboristas. Los ¨²nicos que han provocado un impacto real son los nacionalistas escoceses. Eso ha sido lo m¨¢s interesante de las elecciones, porque David Cameron es m¨¢s de lo mismo. Va a ser una legislatura dif¨ªcil. Est¨¢ en el aire la pertenencia a la Uni¨®n Europea, existe preocupaci¨®n por la inmigraci¨®n y por el avance de la extrema derecha. Y, sobre todo, las pol¨ªticas de austeridad est¨¢n haciendo que la divisi¨®n entre ricos y pobres sea cada vez m¨¢s pronunciada. Es un caos.
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