Los guerrilleros de la literatura
Las peque?as editoriales realizan un trabajo riguroso e impecable
¡°Aqu¨ª s¨®lo entran los guerrilleros de la literatura¡±, me confiesa Enrique Redel (editor de Impedimenta) nada m¨¢s pisar el suelo del Hotel de las Letras. Es el lugar que los editores del Grupo Contexto ¨Cformado por Libros del Asteroide, Perif¨¦rica, Sexto Piso, N¨®rdica e Impedimenta- han elegido para celebrar La Feria del Libro de este a?o. Me pongo el casco de soldado raso y decido entrar.
Siempre me han conmovido las personas que celebran algo antes de tiempo. Las optimistas por naturaleza. As¨ª son estas peque?as editoriales de las que la may¨²scula Carmen Balcells dec¨ªa que brotaban como setas. S¨¦ bien que ninguna es venenosa, que el rigor y la intensidad con la que realizan su trabajo son impecables.
Hago turno en la cola para pedir un gin tonic que he conseguido gracias al ticket que Redel ha deslizado secretamente en mi bolsillo. Las copas est¨¢n racionadas. En el frente literario moderan el alcohol. Me encuentro con Ignacio Elguero, director de RNE y escritor. Mientras espera con su cumplido traje blanco de lino a que alguien llene sus bolsillos de tickets, me habla de Julio Camba. Me viene a la mente una de las l¨²cidas frases de este mordaz periodista: ¡°El espa?ol es poco amigo de pensar, pero si piensa no hay otro pensamiento m¨¢s que el suyo¡±. Le confieso a Elguero que me he emocionado con la radioficci¨®n que est¨¢n realizando del Quijote. Me despido de ¨¦l pensando que Camba y Cervantes habr¨ªan publicado en alguno de estos sellos alternativos. ?Menudos combatientes eran ellos!
Antes de acabar mi copa, -a la que misteriosamente han decidido a?adir unos granos de pimienta- constato que es Paca Flores (coeditora de Perif¨¦rica) la que est¨¢ ejerciendo de Dj. Sab¨ªa que el editor independiente era multit¨¢rea , pero no sab¨ªa hasta qu¨¦ punto. El local comienza a llenarse de codos, nucas y rodillas. Algunos muy c¨¦lebres como los del exministro de Cultura, C¨¦sar Antonio Molina. Quiero acercarme a Enrique Redel para decirle que se le ha colado un exgeneral, pero lo veo demasiado ocupado adjudicando los ¨²ltimos tickets de la noche.
En el ba?o de mujeres est¨¢n sosteniendo una agria disputa: ?Es mejor cerrar a mediod¨ªa las casetas o dejarlas abiertas? Una de ellas asegura que esto de la feria es como un Gran Hermano de editores y que alguno deber¨ªa ser expulsado. La otra afirma que lo peor de los pr¨®ximos 15 d¨ªas son los ba?os port¨¢tiles. Sale del ba?o una tercera aseverando que ella, en la feria, engorda dos kilos de media. Me entra el hambre de golpe , pero todos los cuencos de patatas fritas est¨¢n vac¨ªos.
Es medianoche y he sobrevivido al primer gran acto de esta 74? Edici¨®n de la Feria del Libro de Madrid. Salgo a la Gran V¨ªa convencida de que no hay mejor lugar para inaugurar este evento que la trinchera, la resistencia, la periferia. Es decir, mi casa.
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