El talento futurible de Liam Scarlett
El core¨®grafo est¨¢ dotado excepcionalmente para la combinaci¨®n ligada en extenso y para ese hilvanado del di¨¢logo gestual en pareja
Hab¨ªa mucha y justificada expectaci¨®n por esta visita del ENB a Madrid, habida cuenta de la escasa oferta de buen ballet en la capital y de los laureles conseguidos en la anterior venida, cuando trajeron ¡°El Corsario¡± a este mismo teatro.
Lest We forget
"No man's land": Liam Scarlett/F. Liszt; "Firebirb": George Williamson/I. Stravinski; "Dust": Akram Khan/Jocelyn Pook. English National Ballet. Direcci¨®n art¨ªstica: Tamara Rojo. Orquesta Sinf¨®nica Verum. Director musical: Gavin Sutherland. Teatros del Canal, Madrid. 29 de mayo.
Tamara Rojo se ha revelado como una voluntariosa gestora al frente de la segunda compa?¨ªa de Londres. Y no todo han sido v¨ªtores, pues all¨ª muchos han cuestionado su gesti¨®n. Cuando asumi¨® la silla directiva la compa?¨ªa agonizaba en todo: caja y baile. Hoy d¨ªa, lucha por mantenerse y se aleja de una competici¨®n intuitiva, tradicional y hasta natural con el Royal Ballet, comparaci¨®n inevitable que surgi¨® ya desde el primer d¨ªa cuando en 1950 la compa?¨ªa fue fundada por Alicia Markova y Anton Dolin con el nombre ocasional de London Festival Ballet. Hoy hay cuatro compa?¨ªas punteras de la especialidad en las islas brit¨¢nicas: Birmingham, Escocia, Royal y la rebautizada National (antes London). ?Vaya lujo y sue?o! Cuatro compa?¨ªas de repertorio y creaci¨®n que siempre tienen p¨²blico, teatros, patrocinadores, orquestas... mejor no comparar.
Una de las cosas que habr¨ªa que preguntarse a la vista de este casi equilibrado programa es que porqu¨¦ precisamente es en el Reino Unido donde desgrana el segundo segmento de una generaci¨®n de core¨®grafos notables, muy diferenciados entre s¨ª y con probada calidad en sus materiales y propuestas. Quiz¨¢s la cosa comenz¨® algo antes, y habr¨ªa que se?alar con justicia que Christopher Wheeldon, con su regreso desde Nueva York, marc¨® definitivamente el rumbo. Rusos e ingleses: he ah¨ª el futuro cor¨¦utico en ballet.
Rojo encarg¨® un programa para la conmemoraci¨®n del centenario de la Gran Guerra. Birmingham tambi¨¦n lo hizo, y en noviembre de 2014 Royal Ballet estren¨® obras de Wheldoon (sobre Britten) y una empe?ada, arriesgada apuesta del joven Liam Scarlett (Ipswich, 1986): ¡°The Age of Anxiety¡± (basada en el poema de W. H. Auden y usando la segunda sinfon¨ªa de Berstein). Aunque se trataba de la Segunda Guerra Mundial esta vez, el fondo, el ideario, iba hacia el mismo sitio. ¡°The Age of Anxiety¡± es la obra inmediata a ¡°No man¡¯s land¡± y se las puede relacionar en bastantes aspectos. Los franceses no han sido tan expl¨ªcitos en esta rememoraci¨®n, a pesar de tener a mano ¡°Los Thibault¡± (1922-1929), de Roger Martin du Gard, y es que quiz¨¢s no tienen los core¨®grafos adecuados para ello.
Tamara con una sagacidad que ya le ha merecido agudos comentarios en los corrillos ballet¨®manos de Covent Garden, se aventur¨® a encargar piezas a Akram Khan y a Rusell Maliphant, en lo que constitu¨ªan sus primeras comisiones a grandes entes acad¨¦micos de ballet. Un acierto, lo mires como lo mires, adem¨¢s, con una focalizaci¨®n espec¨ªfica sobre la mujer en aquellas turbulentas y dolorosas gestas.
Del programa visto en Madrid, rellenado por razones no explicitadas suficientemente con ¡°El p¨¢jaro de fuego¡± de George Williamson (Worcestershire, ca. 1980) la obra que despierta mayor inter¨¦s perspectivo es la de Scarlett y la que goza de mayor efecto pl¨¢stico es la Khan.
Liam Scarlett est¨¢ dotado excepcionalmente para la combinaci¨®n ligada en extenso y para ese hilvanado del di¨¢logo gestual en pareja, que es uno de los meollos del arte coreogr¨¢fico. Ya lo vio Monica Mason en Royal Ballet cuando, siendo m¨¢s cr¨ªo de lo cr¨ªo que es todav¨ªa, le encarg¨® una obra, arriesg¨® por ¨¦l. ¡°No man¡¯s land¡± se mete de lleno en la tradici¨®n estil¨ªstica inglesa, en MacMillan y en Ashton (y si se me apura, en el Antony Tudor de entreguerras, especialmente ¡°Dark elegies¡± de 1937: Scarlett lo cita hasta en el vestuario), en esa discreta manera, un tanto fr¨ªa de ir y venir por la acci¨®n y los argumentos. La pantomima es sugerida sin la retracci¨®n simb¨®lica de MacMillan, sino con un expeditivo aire de hoy, marcada por el juego ¡°retro¡± de la construcci¨®n arm¨®nica, paciente y ordenada que marca el canon del ballet narrativo del siglo XX, pero quiz¨¢s ya con los pies bien anclados en el XXI (escenas como la alusi¨®n al gas, el espectro del soldado); el ¡°pas de deux¡± acompa?ado de piano es un fragmento de notable lirismo contenido. Tamara ofrece un baile preciso, excelso en acento a¨¦reo, buscando el sentido m¨¢s elevado con su respiraci¨®n y l¨ªnea.
Hay ahora en el English National Ballet una notable influencia post sovi¨¦tica (pienso en ¡°El tornillo¡± de Shostakovich) y esto tambi¨¦n toca este ¡°Firebird¡±, una partitura que vale para roto y descosido (ya B¨¦jart la meti¨® en el mundo de la exaltaci¨®n guerrillera cuando la euforia progre era fiebre) una vez sacada de su contexto barb¨¢rico original, y que a la versi¨®n de Williamson se le puede aplicar aquello de la obsolescencia programada de los electrodom¨¦sticos. Prescindible, anticuada, recurrente y pobre es esta coreograf¨ªa de 2011 que no dice nada bueno de su autor, que s¨ª tiene talento y lo ha demostrado en otras ocasiones. Las tres obras son muy oscuras, penumbrosas, se ven mal, por esa man¨ªa moderna de las penumbras.
¡°Dust¡± se abre con una cita textual ajena: el hallazgo de Dimitris Papaioannou (Atenas, 1964) en la pieza ¡°Nowhere¡± y su escena central de homenaje a Pina Bausch, ideada para la reapertura de la ?pera Nacional Griega. Ese impropiamente llamado ¡°sistema mec¨¢nico del cuerpo¡± tiene su origen en core¨®grafos constructivistas rusos de la d¨¦cada de los a?os veinte, y Khan hace un usufructo inteligente de la rutina en esa especie de canon enlazado y mecanicista. Despu¨¦s se adiciona un brillante paso a dos, intenso, de contrapunto terrenal, donde lo en¨¦rgico fomenta un dibujo electrizante sobre una din¨¢mica trasversal y hasta contraria a la del ballet acad¨¦mico, pero donde Rojo demuestra su estrellato vers¨¢til. La plantilla se muestra cohesionada, mucho mejor que en ¡°El Corsario¡±, en v¨ªas de un pulimento m¨¢s propio. La orquesta se mostr¨® t¨ªmida y dom¨¦stica, muy pobre en Stravinski.
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