El dif¨ªcil arte de dedicar un libro
Siempre he cre¨ªdo que regalar libros con dedicatoria es una redundancia. El libro es el mensaje o, por lo menos, deber¨ªa serlo. Reflexiono acerca del arte de dedicar libros mientras calculo cu¨¢ntas personas se amontonan delante de la caseta 128, donde firma el autor de moda juvenil, Blue Jeans. Cazo a una fan al vuelo y le pregunto si puedo cotillearle la nota. Gimotea, tiembla y duda. ¡°Esto es algo muy privado. S¨®lo puedo decirte que me ha aconsejado que nunca deje de sonre¨ªr ni de leer¡±, me responde finalmente con l¨¢grimas en los ojos.
Los escritores m¨¢s demandados se convierten estos d¨ªas en aut¨¦nticos jornaleros de la literatura. Uno siempre espera que la dedicatoria de su autor predilecto sea encomi¨¢stica pero no condescendiente; cercana pero que tampoco suene impostada; ingeniosa pero no superficial. Es un trabajo m¨¢s arduo de lo que pensaba. Compadezco a estos estajanovistas de la firma.
Sigo paseando por la feria en uno de sus d¨ªas m¨¢s calurosos. Escucho lejanamente la voz de un hombre recitando versos. Me acerco sigilosamente hasta la caseta 308 de la editorial Huerga y Fierro. Compruebo que el vocer¨ªo ten¨ªa su origen aqu¨ª. ¡°En esto de las dedicatorias conviene ser original y en la medida de lo posible, intento enganchar a los pasan por aqu¨ª¡±, me confesar¨¢ despu¨¦s el poeta Jes¨²s Monge Esteras. Era su voz la que recitaba versos de su libro ?Recordad que nacisteis y erais¡ hombres!: ¡°Prefiero dedicar versos recitados y no libros firmados¡±. Monge Esteras tiene un aire al Alberti m¨¢s tard¨ªo, su largo pelo blanco rima con su traje de lino y contrasta con una corbata repleta de palos de golf. ¡°Hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle es importante para impresionar al lector y adem¨¢s ver golf siempre me ha relajado¡±, me revela antes de marcharme.
?Qu¨¦ ocurre con los grandes damnificados de la feria, es decir, con aquellos autores que la abandonar¨¢n sin haber estampado su firma en el libro de ning¨²n lector? ?Y si son ellos los mejores dedicadores y no lo pueden demostrar? O a¨²n m¨¢s: ?Y si ellos en verdad han nacido para dedicar y no tanto para escribir? ?Tanto calor me estar¨¢ provocando delirios literarios?
Desde la editorial Astiberri (caseta 172) me dicen que los mejores y m¨¢s concienzudos dedicadores de libros son los autores de c¨®mic. Adem¨¢s de la firma, siempre regalan alg¨²n dibujo y eso hace que las colas se eternicen. No envidio el estr¨¦s que detecto en los rostros de algunos de los ilustradoros m¨¢s reclamadas del momento. Se asemejan al de algunos cajeros de supermercado los s¨¢bados a ¨²ltima hora de la tarde.
Siempre he sido una t¨ªmida exacerbada. La mera proximidad con el autor me sirve de r¨²brica. Alguna vez he pensado en vencer mi miedo para que Enrique Vila-Matas me dibuje a su misterioso hombre con abrigo y sombrero. Es la se?a de identidad de cualquier dedicatoria vilamatiana. Hace unos d¨ªas tambi¨¦n estuve a punto de armarme de valor y pedirle a Rafael Chirbes que me dedicara En la orilla. Me volv¨ª a casa abrazada al libro sin firmar pero no estaba triste. Al fin y al cabo ¡ªme dec¨ªa para consolarme¡ª los libros siempre durar¨¢n m¨¢s que las dedicatorias.
Mar¨ªa Jes¨²s Espinosa de los Monteros es subdirectora de elextrarradio.com
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