Un monumento dibujado a la Resistencia contra los nazis
La novela 'Hijos de la libertad', de Marc Levy, llega al c¨®mic
Cuesta creerlo. Y, sin embargo, todos los episodios son reales. Lo dice el propio autor, Marc Levy, as¨ª que habr¨¢ que fiarse. Incluso cuando el relato del escritor cuenta en Los hijos de la libertad, ahora llevado a la novela gr¨¢fica con dibujos de Alain Grand, roza fronteras asombrosas. As¨ª, en las vi?etas, un grupo de jud¨ªos deportados por los nazis y amontonados en un tren sufre las parad¨®jicas r¨¢fagas de ametralladora de un avi¨®n aliado, convencido de atacar un vag¨®n lleno de mercanc¨ªas. Entonces Raymond Levy, padre de Marc y protagonista de la historia, coge una camisa ensangrentada y la cuelga por una ventana. De milagro, el piloto estadounidense entiende el mensaje y acalla sus disparos. Todos salvos. Aunque, por desgracia, solo es un decir.
Porque, pese a su trazo coloreado y vivo, Los hijos de la libertad (Planeta C¨®mic) construye en realidad un relato con tintes dram¨¢ticos. En sus 162 p¨¢ginas, reviven las memorias de Raymond Levy, su hermano Claude y la treintena de j¨®venes so?adores que conformaron la 35? brigada y lucharon a golpes de guerrilla y sabotajes contra la ocupaci¨®n nazi en Toulouse. Con sus satisfacciones y sus victorias, pero tambi¨¦n entre encarcelamientos, torturas y muertes. ¡°No es un libro sobre la Resistencia, sino sobre la acci¨®n de resistir; no sobre la guerra, sino sobre los destellos de humanidad que estos hombres y mujeres mostraron. Es una novela que trata de coraje, hermandad, libertad y el significado de la palabra ¡®amor¡±, relata el escritor franc¨¦s.
Todo ello hac¨ªa falta en la Francia de 1943, nueva v¨ªctima del avance de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Tras la ocupaci¨®n de los nazis, el pa¨ªs qued¨® dividido en dos: el norte, bajo la dominaci¨®n alemana, y el sur, controlado por el gobierno-t¨ªtere de Vichy. All¨ª, frente al silencio de muchos y la abierta colaboraci¨®n de otros, un grupo de ni?os -en su mayor¨ªa extranjeros, de jud¨ªos huidos de otros pa¨ªses a espa?oles refugiados de la Guerra Civil-, decidi¨® plantar cara en Toulouse a las armadas hitlerianas. En Los hijos de la libertad Levy cuenta su d¨ªa a d¨ªa a ratos totalmente normal, a ratos en absoluto: una vi?eta muestra una cena entre risas, o un enamoramiento, pero una p¨¢gina despu¨¦s hay ejecuciones y explosiones.
La obra original fue un exitazo en su Francia natal. Al fin y al cabo, con superventas como Ojal¨¢ fuera cierto (llevado al cine por Mark Waters) o Volver a verte y m¨¢s de 23 millones de ejemplares vendidos, Levy es uno de los autores franceses m¨¢s le¨ªdos tanto en su pa¨ªs como en el extranjero. Aunque tambi¨¦n ha recibido cr¨ªticas ocasionales por un estilo que rozar¨ªa demasiado lo pasteloso y sentimental. El autor descarta contestar a esta cuesti¨®n, pero s¨ª jura que no tiene ninguna f¨®rmula ¨¢urea para deshornar un superventas tras otro: ¡°No hay una clave para el ¨¦xito. Antes de publicar un libro, nunca s¨¦ si va a tener un p¨²blico. Escribir es algo artesanal. Lo que s¨ª intento es expresar ciertos valores que me han sido trasladados por mis historias y personajes. Y mucha gente comparte esos valores¡±.
En el caso de Los hijos de la libertad, por encima de todo est¨¢ quiz¨¢s la dignidad. ¡°Significa defender siempre la parte de humanidad que la vida te ha dado, no rendirse nunca y estar alerta, mantener tu mente y tu coraz¨®n abiertos a los dem¨¢s¡±, resume Levy. Para respetar tama?o legado de la 35? brigada, el escritor se volc¨® en reconstruir su historia paso a paso, hasta el ¨²ltimo detalle: estudi¨® archivos y documentos, ley¨® testimonios y se entrevist¨® con algunos de los supervivientes. Adem¨¢s, tuvo que comprobar que hab¨ªa hablado con la persona correcta, ya que muchos de ellos ten¨ªan varias identidades y nombres. ¡°Fui muy cuidadoso para no traicionar la memoria, las elecciones y la vida de los j¨®venes miembros de la Resistencia¡±, agrega el autor. Tambi¨¦n se benefici¨® de la ayuda de su t¨ªo Claude y de otros dos excomponentes de la brigada, que le contaron sus vivencias y le recomendaron libros.
Pero, ?por qu¨¦ tantos esfuerzos si el protagonista principal era su propio progenitor? ?Por qu¨¦ no acudir, como en Maus de Art Spiegelman, a las memorias directas de su padre? Simple: porque Raymond Levy no hablaba de ello. ¡°Creo que quer¨ªa que le amara por el maravilloso padre que era y no por ser un h¨¦roe¡±, afirma el escritor. Hasta el punto de que Levy solo descubri¨® el pasado de su padre con 23 a?os: acudi¨® a un homenaje en el que Raymond recibir¨ªa la Legi¨®n de Honor francesa, sin saber a qu¨¦ se deb¨ªa el tributo. Pero un amigo del padre le dej¨® una tarjeta de visita y un mensaje: ¡°Ll¨¢mame si quieres saber qui¨¦n fue tu padre¡±. Levy llam¨®. Bingo.
Aun as¨ª, el escritor tard¨® 20 a?os en escribir esa historia. ¡°No me sent¨ªa preparado. Me preocupaba tambi¨¦n la reacci¨®n de mi padre, ya que siempre hab¨ªa sido tan discreto y humilde respecto a esa parte de su vida¡±, cuenta Levy. Cuando el libro por fin se public¨®, sin embargo, recibi¨® llamadas de supervivientes y de sus familias. Damira, una de las protagonistas de la obra, contact¨® con ¨¦l para contarle que justo entonces hab¨ªa recuperado amigos que pensaba que no ver¨ªa nunca m¨¢s.
La reacci¨®n de su padre, en cambio, fue algo m¨¢s sint¨¦tica. ¡°Sonr¨ªo y dijo: ¡®No recordaba que fue tan duro¡±. En el fondo, Raymond nunca quiso hablar mucho sobre su pasado. A las palabras, ¨¦l prefer¨ªa las acciones. Como los h¨¦roes.
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