La mansedumbre y el destoreo echan ra¨ªces
La novillada sevillana fue desesperante y dur¨® casi tres horas
La novillada sevillana fue desesperante. Y sobran las razones.
De la Maza/ Alvarez, Silva, Conquero
Novillos del Conde de la Maza, -devueltos segundo y cuarto- bien presentados, inv¨¢lidos, muy mansos y deslucidos; noble el quinto.
Borja Alvarez: estocada -aviso--2? aviso- y cinco descabellos (silencio); estocada (silencio).
Miguel ?ngel Silva: pinchazo y estocada trasera (ovaci¨®n); estocada atravesada (oreja).
Alejandro Conquero: dos pinchazos, estocada perpendicular y tres descabellos (silencio); tres pinchazos -aviso- y tres descabellos (silencio).
Plaza de la Maestranza. 14 de junio. Novillada de abono. Menos de media entrada.
La primera, porque dur¨® casi tres horas, lo que es inaguantable para cualquier alma c¨¢ndida. Es inexplicable que la autoridad no remedie tal desatino. Cuando termin¨®, casi las diez y media de una fr¨ªa noche, los asistentes al festejo de Madrid, que hab¨ªa comenzado treinta minutos antes, ya estaban cenados y con el pijama puesto.
Segunda, la novillada del Conde de la Maza fue verdaderamente infumable. ?Qu¨¦ derroche de mansedumbre, trufada con una manifiesta invalidez, falta de clase y ausencia de casta! Solo el quinto novillo, sin fuerzas tambi¨¦n, embisti¨® con nobleza.
Tercera, la terna de luces, que debutaba en la Maestranza, parec¨ªa estar enferma del virus moderno del toreo, ese que incita a dar pases sin orden ni concierto, faltos de hondura y esencia, que no dicen nada y ponen a prueba la paciencia.
Y cuarto: en lugar de aficionados, que han desertado definitivamente de estos festejos, ocupa los tendidos una pandilla de bullangueros partidarios y forofos de los toreros actuantes que jalean a su preferido sin motivo justificado y piden trofeos de risa sin el m¨¢s m¨ªnimo rubor.
A pesar de todo, hubo una oreja, que se la concedieron al novillero extreme?o Miguel ?ngel Silva, que fue el m¨¢s afanoso, valeroso e ilusionado de los actuantes; y la pase¨® tras la muerte del quinto, el ¨²nico animal que embisti¨® con atisbo de nobleza. El joven est¨¢, como los dem¨¢s, contagiado de destoreo, pero destac¨® por su disposici¨®n, su ambici¨®n y su actitud de novillero deseoso de triunfo; sus paisanos de Zafra jalearon en exceso su labor, son¨® la m¨²sica y, en un arranque de cari?o desmesurado, llegaron a pedirle las dos orejas. Quedan en su haber unas ver¨®nicas trazadas con gusto, tres derechazos templados y algunos destellos de buena factura.
Esa buena impresi¨®n la transmiti¨® ante el muy manso y dificultoso segundo, al que recibi¨® con tres garbosas ver¨®nicas rodilla en tierra, y ante el que no se arredr¨®, hasta que entr¨® a matar, perdi¨® la muleta, el novillo hizo por ¨¦l, y -para sorpresa de todos- el muchacho inici¨® una despavorida carrera que le llev¨® a cruzar el di¨¢metro de la plaza y lanzarse al callej¨®n como si le persiguiera el mism¨ªsimo diablo, que hac¨ªa rato que hab¨ªa abandonado la persecuci¨®n. ?Qu¨¦ imagen tan extra?a y qu¨¦ poca torer¨ªa en esa espant¨¢¡!
Borja ?lvarez, natural de Alicante, no dijo nada ni ante el muy soso primero ni ante el inv¨¢lido cuarto. Recibi¨® de rodillas frente a chiqueros al que abri¨® plaza, al que mulete¨® siempre en contra de lo que mandan los c¨¢nones y su anodina labor pas¨®, como l¨®gico es, desapercibida.
Menos suerte tuvo el onubense Alejandro Conquero, el m¨¢s inexperto de los tres, pero sin posibilidad alguna ante un lote verdaderamente infumable.
La novillada hab¨ªa comenzado a las siete y media, con el sol donde debe dar, y acab¨® cuando ya era noche cerrada y con mucho fr¨ªo para esta ¨¦poca. Total, que ojal¨¢ no se repitan muchos festejos como el de ayer; de lo contrario, ni a los partidarios les van a quedar ganas de volver¡
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.