Malnacidos

Dudo que me ocurra aquello que afirmaba el inmenso poeta C¨¦sar Vallejo de ¡°Me morir¨¦ en Par¨ªs con aguacero¡±, pero en demasiadas ¨¦pocas sombr¨ªas me identifico excesivamente con otra de sus certidumbres l¨ªricas: ¡°Yo nac¨ª un d¨ªa en el que Dios estaba enfermo¡±. Por ello, siento alivio y solidaridad al encender la tele y escuchar en Al rojo vivo (La Sexta) a un viscoso energ¨²meno gritando con s¨ªntomas de histeria: ¡°Es (o eres, no recuerdo) un malnacido¡±. Y me repito: ¡°Menos mal, no estamos solos, adem¨¢s de Vallejo y yo existen otros malnacidos¡±.

No descubro la identidad de ese desgraciado, pero imagino, dada la identidad del col¨¦rico definidor, que este pertenece a los v¨¢ndalos rojeras que se han aliado para acabar con la ejemplar democracia que administra el Partido Popular.

Antonio Garc¨ªa Ferreras, alguien con el que mantengo buen trato desde sus aguerridos tiempos en la SER, persona inteligente y tambi¨¦n muy lista, estrat¨¦gico perro de presa, intenta calmar a ese tertuliano que tanto sabe de nacimientos buenos y perversos con una declaraci¨®n de amor: ¡°Eduardo, t¨² sabes que despu¨¦s de tu padre yo soy la persona que m¨¢s te aprecia en el mundo¡±.

Y me pregunto por los motivos de ese volc¨¢nico aprecio del sensato Ferreras hacia el indescriptible Inda, aunque yo tambi¨¦n est¨¦ convencido de que el coraz¨®n tiene razones que el cerebro no entiende. Pero dejo que mi imaginaci¨®n se dispare y llego a una conclusi¨®n ?surrealista? Disponer a diario, ma?ana, tarde y noche, gracias al don de la ubicuidad period¨ªstica, de dos involuntarios clowns, dos esperpentos tan delirantes, dos apologistas de lo indefendible sin sentido del rid¨ªculo, supone un chollo inagotable para el espect¨¢culo presuntamente pol¨ªtico que persigue Ferreras. Sin Inda y Marhuenda el pr¨®spero negocio se le hunde. Se acab¨® la risa. Que les mime.