Verdades y mentiras de los sanfermines
Fiesta, tradici¨®n, 'marketing¡¯, mito, realidad... una de las mayores fiestas populares del mundo arranca hoy en Pamplona
No te creas lo que cuentan. La mayor parte no es verdad. Trucos publicitarios, leyendas, tradiciones con aparente p¨¢tina de antig¨¹edad para captar turistas y quedarnos su dinero. A falta de sol y playa algo ten¨ªamos que inventar para traer gente a Pamplona. Para empezar, nos inventamos a San Ferm¨ªn. No hay certeza hist¨®rica sobre su existencia. Hasta el siglo XII aqu¨ª no lo conoc¨ªa nadie, pero nos agarramos al clavo ardiente de que en Amiens, donde le veneran como obispo y m¨¢rtir, dicen que proced¨ªa de Pamplona. La Iglesia marca su fiesta el 25 de septiembre, fecha de su martirio en el siglo III, pero desde 1591 la celebramos el 7 de julio por aprovechar el breve verano pamplon¨¦s y el hecho de que, desde la Edad Media por esas fechas, hay ferias y toros.
Los vientos del progreso conspiran contra la tauromaquia, ¡°fiesta de sangre para un pueblo rudo y fan¨¢tico¡±, escribi¨® P¨ªo Baroja, que vivi¨® parte de su infancia entre nosotros, pero aqu¨ª por inter¨¦s espurio casi nadie la cuestiona. Ni siquiera los abertzales, que acaban de aupar a uno de los suyos a la alcald¨ªa y que presidir¨¢ la corrida de ma?ana, d¨ªa del patr¨®n.
Toros y toreros propios siempre hemos tenido pocos, pero los traemos de fuera, de Andaluc¨ªa, Salamanca o Madrid, y los hacemos actuar para los visitantes mientras nosotros merendamos. Hace m¨¢s de un siglo que no se conducen los toros a pie, se embarcan en tren o cami¨®n, pero aqu¨ª seguimos empe?ados en poner un callej¨®n a las plazas de toros para que entren corriendo. No por tradici¨®n, correr ante los toros nunca ha sido una prueba inici¨¢tica para los j¨®venes navarros como ingenuamente se supone: corren muchos m¨¢s forasteros que ind¨ªgenas, pero de qu¨¦ ¨ªbamos a salir por televisi¨®n en todo el mundo si no existieran los encierros...
Desconf¨ªa de nuestra aparente hospitalidad. Los pamploneses somos m¨¢s bien serios, en el buen y mal sentido de la palabra, nobles pero hoscos monta?eses que no congeniamos tan f¨¢cil con extra?os. Cada 6 de julio, con el Chupinazo, nos transformamos. Acogemos a gente de todo el mundo que se siente como en casa, mostramos una simpat¨ªa desbordante, nos fingimos cosmopolitas aunque sigamos levantando piedras, sellamos amistades eternas sobre la barra de un bar o en torno a un gorr¨ªn asado. Puro marketing. El 15 de julio volvemos a nuestro ser.
No pretendas seguir la m¨ªtica ruta ¡ªfalsa como Judas¡ª de Hemingway. Solo vino nueve veces, en vida nunca se le hizo mucho caso y ¨²nicamente lo adoptamos cuando vimos negocio. En Casa Marceliano ahora hay oficinas municipales, cerradas durante las fiestas, y su c¨¦lebre ajoarriero qued¨® extinguido. El restaurante Las Pocholas devino en chocolater¨ªa. El hotel Quintana fue cerrado y confiscado en 1936 (no, Hemingway nunca pas¨® los sanfermines en ese otro hotel que dicen las gu¨ªas tur¨ªsticas, donde se conserva su habitaci¨®n supuestamente igual que cuando el premio Nobel NO se alojaba en ella). La barra del caf¨¦ Iru?a donde el escritor est¨¢ acodado en efigie de bronce ni siquiera exist¨ªa en su ¨¦poca. Y no te tragues lo de Ava Gardner, nunca estuvo en Pamplona. La pel¨ªcula Fiesta se rod¨® en M¨¦xico por ahorrar, no fue prohibida por el franquismo. Todas esas glamurosas leyendas las hemos creado ¡ªcon mucho ¨¦xito comercial¡ª para que vengan los guiris. O las inventan los propios guiris. James Michener, en su novela Hijos de Torremolinos, sit¨²a a los protagonistas al inicio de las fiestas de 1969 cumpliendo con ¡°el entra?able ritual de los ¨²ltimos a?os¡±, anudar un pa?uelo al cuello de la estatua de Hemingway. El monumento se hab¨ªa inaugurado en... 1968.
No te vistas de blanco y te pongas pa?uelo rojo pensando que es nuestra vestimenta tradicional, herencia de remotos ancestros. Nos disfrazamos as¨ª multitudinariamente solo desde hace unos 40 a?os, desde que lleg¨® el turismo de masas, igual que en ?Bienvenido, Mister Marshall! se vest¨ªan de flamencos. La ropa blanca la compramos en hipermercados y viene de China o Banglad¨¦s. Salvo danzaris o txistularis, no calzamos boina (Peter Viertel, guionista de Fiesta, que s¨ª conoc¨ªa los sanfermines, aconsej¨® a Henry King sin ¨¦xito que los protagonistas no la llevaran).
Planes para todos los gustos
Balcones. Los balcones en las calles del recorrido se pagan a entre 30 y 80 euros por persona, desayuno incluido.
Baile de la Alpargata. Cada ma?ana en el Nuevo Casino. Rezagados de la noche, familias y hasta ilustres como Dennis Rodman.
Toros. M¨¢s de 20.000 personas cada d¨ªa. Tauromaquia y desenfreno.
Conciertos. Medina Azahara, Celtas Cortos, Alejo Stivel The Wailers, Nancys Rubias, MClan...
No vengas atra¨ªdo por el mito de que los sanfermines son un desmadre, una org¨ªa, un desenfreno en una Pamplona ciudad sin ley donde todo vale. El caos es de pega y est¨¢ muy bien organizado. Se acaba de impartir el primer Curso Universitario de Derecho Sanferminero. Los veh¨ªculos de limpieza y basuras pasan a sus horas, la gr¨²a se lleva los coches mal aparcados, hay servicios municipales de ni?os, de objetos perdidos y de desintoxicaci¨®n et¨ªlica. Los actos festivos se inician con puntualidad prusiana (el resto del a?o practicamos la m¨¢s relajada puntualidad ib¨¦rica). Las dianas matinales no son para despertar a la tropa, sino para reunirla y ordenarla despu¨¦s de toda la noche de marcha.
All¨¢ t¨² si no haces caso y vienes. Te arriesgas a pasar nueve d¨ªas y nueve noches de fiesta, a beber y comer mucho m¨¢s all¨¢ de lo que supon¨ªas que tu sistema digestivo pod¨ªa soportar, a cantar canciones que cre¨ªas que no conoc¨ªas y a bailar bailes que cre¨ªas que no sab¨ªas bailar, a topar con desconocidos que de pronto son tus mejores amigos, a hablar con ellos en lenguas extra?as que no sab¨ªas que hablaras, a encontrarte con legiones de antitaurinos en el tendido de la Plaza de Toros, de ateos en la Procesi¨®n de San Ferm¨ªn y de abstemios bebiendo en todos los bares.
Que no te quepa duda: todo es una farsa que se desvanece, cual calabaza de Cenicienta, con el Pobre de m¨ª en la medianoche del 14 de julio.
Miguel Izu es periodista y escritor navarro. Es autor de la novela El asesinato de Caravinagre, un thriller ambientado en los sanfermines.
Un guateque popular en blanco y rojo
ORIGEN. El origen est¨¢ en la celebraci¨®n religiosa del patr¨®n navarro, pero los pamploneses cambiaron la fecha de la conmemoraci¨®n religiosa del 10 de octubre original al 7 de julio, coincidiendo con las ferias de ganado que la ciudad acog¨ªa con el final de la cosecha. Fue en 1591. Pero las ferias de julio con toros est¨¢n documentadas desde el siglo XII.
ENCIERROS. El Archivo Real de Navarra documenta en 1385 la primera corrida de toros organizada por el rey Carlos III. Junto a ella, la primera 'entrada' de toros, antecedente del actual encierro. Lo cre¨® la necesidad de llevar los toros desde los campos de las afueras a los chiqueros de la plaza. El recorrido actual es el mismo desde 1852.
CELEBRIDADES. 'Fiesta' es la novela de Hemingway que puso en la agenda mundial unas fiestas que hasta entonces eran unas m¨¢s del recatado norte de Espa?a a principios del siglo XX. El Nobel fue un asiduo. Siguiendo su senda llegaron despu¨¦s Orson Welles, Arthur Miller y su mujer, Inge Morath, o, en los ¨²ltimos a?os, el jugador de la NBA Dennis Rodman.
EL 'GUIRI'. Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia son los pa¨ªses que m¨¢s visitantes aportan y los m¨¢s tempraneros en llegar. Fan¨¢ticos de la sangr¨ªa a temperaturas altas, llegan cada tarde desde c¨¢mpings de las afueras a los que vuelven despu¨¦s del encierro. La empresa de dise?o Kukusumuxu distingue cada edici¨®n a uno de ellos con el premio 'Guiri del a?o'.
CHUPINAZO. Hoy la plaza del Ayuntamiento de Pamplona ser¨¢ puro fuego. El Chupinazo naci¨® en la plaza del Castillo y tom¨® car¨¢cter de rito en 1931. El acto pas¨® al balc¨®n de la casa consistorial de la mano del franquismo. La llegada de la democracia instaur¨® la costumbre de que los grupos municipales se lo turnen de mayor a menor.
Babelia
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