La ONU del flamenco
El Curso Internacional de Sanl¨²car de Barrameda cumple 25 a?os
Es domingo y el sol se pone sobre La Arg¨®nida, el territorio m¨ªtico que para el poeta Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald es el Coto de Do?ana. En la orilla opuesta de la desembocadura del r¨ªo Guadalquivir, el guitarrista Gerardo N¨²?ez y la bailaora Carmen Cort¨¦s reciben a sus invitados en la casa que tienen junto a la playa de la Jara. Se trata de la fiesta de bienvenida a los asistentes a su curso de flamenco, que comienza al d¨ªa siguiente y se extender¨¢ durante toda la semana. Siempre a mitad de julio y desde hace 25 a?os.
La cita, una iniciativa completamente privada, es referencia de culto en el calendario internacional, y a ¨¦l acuden aficionados y profesionales venidos de todas las partes del mundo. La mayor¨ªa de ellos repite, con lo que el ¨¢gape de recepci¨®n tiene mucho de reencuentro entre amigos. Saludos y abrazos con una copa de vino de la cosecha de los anfitriones: el blanco Flamenco y el tinto Jondo, criados con la uva que los artistas cultivan en la cercana Trebujena.
Oscar Jos¨¦ Garc¨ªa, canadiense con ascendencia hispana, sirve vino y gazpacho mientras cuenta que es la cuarta que vez que viene con su mujer, alumna de los cursos de baile. ?l es director de orquesta all¨¢ en Edmonton (Alberta), donde se descarga los podcasts del programa de flamenco de Radio Cl¨¢sica, que muestra en su tel¨¦fono. Por ellos supo de este seminario y se ha hecho un habitual. ¡°Trabajamos duro todo el a?o para poder estar aqu¨ª. Aunque tocar con Gerardo es muy dif¨ªcil, no nos lo podemos perder¡±.
Mestizaje y maridaje
Sanl¨²car es la tierra de la arom¨¢tica manzanilla y lugar de vacaciones desde tiempos decimon¨®nicos. En estos d¨ªas recibe a unos veraneantes de car¨¢cter especial. Son de hasta once nacionalidades distintas.
Hay guitarristas que cargan con sus voluminosas fundas para la sonanta. Otros que portan una c¨²bica mochila: el caj¨®n flamenco que a mediod¨ªa ense?a ?ngel S¨¢nchez Cepillo. Y las bailaoras caminan en grupo por las calles, alegres, coloristas, y con el porte que da la disciplina. Todos se integran en el paisaje urbano que adquiere as¨ª el mestizaje que es emblema del curso.
Para la ciudad, en horas bajas por su alt¨ªsimo ¨ªndice de paro, estos meses deben suponer un alivio. Calcular la incidencia de este curso flamenco en el verano sanluque?o puede ser dif¨ªcil de calcular, pero seguro que nada desde?able. Un hotel al completo (Los Helechos) est¨¢ ocupado por cursillistas y familiares, y un segundo, La Posada de Palacio, aloja a buen n¨²mero de distinguidos alumnos, adem¨¢s de ser la sede de una de las noches del curso. Aqu¨ª oficia en los fogones el joven chef Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez Tallafigo (Restaurante El Espejo), que ofrece novedosas propuestas que maridan bien con los vinos y la m¨²sica del lugar.
El zaragozano Julio Coca y el sevillano Manuel Mac¨ªas son dos de los m¨¢s veteranos, con casi veinte a?os de cursos de guitarra. El segundo, director del Sevilla Convention Bureau, se confiesa fiel del nivel intermedio, ¡°sobre todo para no tener que madrugar¡±, bromea (el nivel avanzado es el primero de la ma?ana). Otro veterano, Lance Quinn, productor y guitarrista de gente como Bon Jovi o los Ramones, etc., es hoy un fervoroso seguidor de Gerardo N¨²?ez. Frente a ellos, Ron Radford, veterano profesor de guitarra en los Estados Unidos, viene por primera vez desde Saint Louis (Missouri) con el viaje pagado por un amigo. Tambi¨¦n es debutante el joven Sebastian Hajeman, que viene desde ?msterdam aconsejado por su profesor holand¨¦s. Parecido caso al de Kalid Abdul-Jabar, de Arabia Saud¨ª, que tuvo un profesor en Washington D. C. que hab¨ªa sido alumno de Gerardo N¨²?ez.
Casi todos ellos, como los m¨¢s de ochenta inscritos este a?o, est¨¢n m¨¢s o menos en sus puestos a la ma?ana siguiente, a pesar del acostumbrado y obligado afterhours. ¡°Las clases comienzan a las diez ¡ªbromea Gerardo¡ª. ¡°Otra cosa es la hora de llegada de los alumnos¡±. Desde el auditorio de La Merced, una iglesia protobarroca de principios del siglo XVII, salen a la calle las notas de un batall¨®n de guitarras. El maestro despliega acordes, falsetas y ritmos y el alumnado, casi exclusivamente masculino (una sola mujer), se dispone en semic¨ªrculo en torno a ¨¦l e intenta secundarlo. A una se?al, tienen permiso para grabar y todos abandonan las cuerdas para levantar sus tel¨¦fonos. ¡°No me importa que me graben, pero de una forma ordenada y con un uso responsable. Les recuerdo que vivo de esto¡±, declara N¨²?ez.
Bajando la cuesta Bel¨¦n y pasando la Plaza del Cabildo se accede al Patio de la Victoria. En sus altos, desde las diez hasta la una del mediod¨ªa, se suda algo cercano a la tinta. Suelo de parqu¨¦ y espejo para una veintena larga de mujeres (un solo hombre) que sigue los dictados de Carmen Cort¨¦s apoyada por el cante de Rafael El Zambo y la guitarra de Ni?o Manuel. Hay caras de felicidad dentro del esfuerzo, y complicidad con una maestra que, adem¨¢s de pasos, les muestra pautas para sorprender por la noche, cuando bailar¨¢n en la fiesta dedicada a la buler¨ªa. Su momento. Entre las alumnas, Christine Digeer, realizadora de France Culture (Radio France), que acaba de terminar un documental sonoro sobre Paco de Luc¨ªa. Ella, como casi la mitad del grupo, es una asidua a un curso que considera m¨¢gico.
El car¨¢cter c¨¢lido y festivo que anunciaba la bienvenida marca el tono dominante del mismo. Aqu¨ª el personal viene a aprender, no cabe duda, pero tambi¨¦n a disfrutar. Y mucho. Lo facilita el programa, que desde las diez de la ma?ana y durante todo el d¨ªa tiene distribuidos sus cursos de guitarra, baile, cante y percusi¨®n, pero que redondea la jornada con un concierto distinto y una fiesta cada noche. Es parte de la filosof¨ªa que de la formaci¨®n tiene Gerardo N¨²?ez: ¡°El curso¡±, comenta, ¡°tiene su parte m¨¢s formal. Mis alumnos tienen sus clases, graban sus falsetas y se las llevan a casa; pero por la noche tienen la oportunidad de tocarle a cantaores de Jerez, estar con los artistas, vivir, compartir y tocar con todos ellos¡±.
Ellos y ellas lo aprovechan bien. El lunes es el d¨ªa de los guitarristas, el espacio donde se lucen los alumnos m¨¢s aventajados; el martes, la fiesta de la buler¨ªa, momento para las alumnas bailaoras; el mi¨¦rcoles, el II Certamen de Guitarra que lleva el nombre del maestro organizador; el jueves, recital de cante del jerezano David Carpio, que imparte la disciplina al atardecer; y el viernes, la fiesta de fin de curso en un chiringuito en la playa de La Calzada. Cada noche, un evento en un lugar distinto de la ciudad. Tiempo para lo dicho: compartir, bailar, tocar, cantar y¡ disfrutar. Aprendizaje vivo.
Babelia
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