Cuando Julio se reencontr¨® con Cleo
'C¨¦sar y Cleopatra' est¨¢ m¨¢s pensado para su gira en teatros a la italiana que para el exigente escenario del Teatro Romano de M¨¦rida
C¨¦sar y Cleopatra podr¨ªa haber sido una revista, con apenas hacer un clic dramat¨²rgico... y con m¨¢s presupuesto. En el espect¨¢culo que firman Emilio Hern¨¢ndez (texto) y Mag¨¹i Mira (direcci¨®n), el dictador y la reina de Egipto se reencuentran, dos mil a?os despu¨¦s de sus muertes respectivas, y pasan revista a sus vidas, para recordarnos quienes fueron: ¨¦l, por lo que ella dice, un mujeriego, y ella una amante entregada. Lo cierto, aunque no se mencione aqu¨ª, es que Cleopatra tambi¨¦n ador¨® a C¨¦sar (y luego a Pompeyo y a Marco Antonio) para garantizarse el ejercicio del poder. ¡°Sin ti mi amor, yo morir¨¦¡±, canta obstinadamente la reina por boca de ?ngela Molina, pero podr¨ªa haber cantado igual ¡°Sin tu pl¨¢cet, no reinar¨¦¡±.
Hern¨¢ndez y Mira ofrecen una versi¨®n rom¨¢ntica hasta la m¨¦dula de una relaci¨®n marcada tambi¨¦n por el c¨¢lculo. Para sacarle jugo esc¨¦nico al di¨¢logo, el autor desdobla los personajes: junto a la pareja que se reencuentra a d¨ªa de hoy, aparece la pareja originaria, joven y efervescente, y entran ambas en di¨¢logo, como entra en conversaci¨®n consigo misma en cinco edades distintas la protagonista de Albertina en cinco tiempos, de Michel Tremblay. El cuarteto encadena opiniones, an¨¦cdotas y divagaciones, establece analog¨ªas entre pasado y presente e interpola alguna canci¨®n con la misma ligereza y arbitrariedad con la que se hace todo eso en la revista. Por ello, cuando la pasarela trasl¨²cida por la que entran los personajes se ilumina desde su interior con luz fluorescente (lo mismo sucede con el escenario), Luc¨ªa Jim¨¦nez se arranca a cantar, la Molina se contonea cual ¨¢spid (o cual Bob Fosse interpretando a la serpiente de El principito) y Emilio Guti¨¦rrez Caba y ella entonan el Only You, caemos en la cuenta de que en C¨¦sar y Cleopatra hay una revista amagada, en ciernes, en la cual, de haber habido voluntad y presupuesto, ese pueblo en cuyo inter¨¦s el dictador dice gobernar, a buen seguro hubiera sido encarnado por las coristas. En ese contexto, los chistes del tipo ¡°ensalada C¨¦sar¡± o ¡°encima o debajo de ti me da igual¡± calzar¨ªan mejor.
El caso es que C¨¦sar y Cleopatra, que se desarrolla en el reducido espacio de un escenario a la italiana inscrito en la inmensidad del escenario del Teatro Romano, parece pensado m¨¢s para la gira que tiene garantizada de antemano por la fama de sus int¨¦rpretes que para satisfacer las exigencias que Tal¨ªa impone en semejante marco. Emilio Guti¨¦rrez Caba tiene autoridad en las escenas decisivas; Luc¨ªa Jim¨¦nez, un empaque sorprendente; ?ngela Molina saca adelante su parte con genio y figura, y Marcial ?lvarez tira por el camino m¨¢s corto.
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