Lecciones de vida

La obra del director franc¨¦s Jean Becker siempre ha estado marcada por el humanismo, por la exaltaci¨®n de las cualidades inherentes del ser humano, por la comprensi¨®n del mundo a trav¨¦s de una ¨¦tica del comportamiento inspirada en la belleza del arte y de la naturaleza, atemperando as¨ª el desconcertante y siempre agitado mundo que nos devora. La mayor¨ªa de sus pel¨ªculas son combates donde una persona a la deriva, normalmente elevada intelectual o profesionalmente, se enfrenta a un elemento exterior, en principio alejado de su estatus, que acaba aport¨¢ndole calma, inspir¨¢ndose en un cierto sentido com¨²n.

En Unos d¨ªas para recordar su cine humanista sigue ah¨ª, perenne, con sus virtudes y sus defectos. Porque, aunque tenga pel¨ªculas preciosas (Conversaciones con mi jardinero, de 2007), dependiendo del grado de explicitud y az¨²car utilizados, las recetas morales de Becker lindan peligrosamente con lo melifluo, e incluso con lo grueso, y ah¨ª Mis tardes con Margueritte (2010) quiz¨¢ sea el exponente m¨¢s claro.

En su nueva pel¨ªcula, ambientada casi en su totalidad en una habitaci¨®n de hospital convertida casi en escenario de comedia loca americana, su protagonista se recupera de un extra?o atropello automovil¨ªstico que acab¨® con ¨¦l en el Sena, y en pijama. Agradable, escueta, de apenas hora y cuarto, y con una excelente corte de secundarios, demuestra sensibilidad y conocimiento de las taras m¨¢s cotidianas del ser humano, pero narrativamente resulta algo brusca.

Como si no se fiasen del todo del escenario ¨²nico, Becker y sus coguionistas a?aden unos cuantos flashbacks que, aunque puedan ser jugosos en materia informativa, perturban el devenir natural de su relato en el hospital. Lo que, unido a la m¨¢s bien idiota explicaci¨®n final de las razones por las que un hombre puede acabar en el r¨ªo como si acabara de salir de la cama, lleva a la pel¨ªcula, a pesar del enorme carisma de G¨¦rard Lanvin, hasta un territorio intermedio entre sus trabajos perdurables en la memoria y aquellos olvidables por sus azucaradas lecciones de vida.