El pasado nunca acaba de pasar
La Instituci¨®n Libre de Ense?anza fundada por Giner de los R¨ªos vuelve en forma de libros y epistolarios
Renovaci¨®n de rostros y jetas en el partido del Gobierno (por ahora). ¡°?Que nuestra juventud salga a la calle a testimoniar que vamos a por todas!¡±, esa parece ser la ¨²ltima consigna inteligible del est¨®lido Rajoy a sus huestes. Y dicho y hecho. Al ver (y escuchar) a los se?ores Maroto, Casado, y Maillo, tan pulcros, descorbatados, con sus camisas Oxford arremangadas y sus pulseras de colores de trenzado artesano, con sus ¨ªrritas (como las calificar¨ªa el maestro Vargas Llosa si Vargas Llosa criticara al PP) declaraciones sobre sus propias y ¡°excepcionales¡± ovejas negras (¡°a mi me da asco ese se?or¡±; ¡°estamos profundamente abochornados¡±), sus tennis shoes para caminar al paso de la sociedad, y todo el resto de la estudiada panoplia de su renovado c¨®digo de vestimenta, cuando les veo y escucho, digo, no puedo evitar pensar en el revulsivo que Ciudadanos ha provocado, siquiera en las formas, en el partido tradicional de la derecha: todo el mundo quiere ser joven y guapo y hablar de otro modo diciendo casi lo mismo. La pervivencia del ayer en el hoy. Si yo tuviera que rodar una peli hist¨®rica protagonizada por chicos bien de la CEDA, har¨ªa un casting con gente como ellos, bien peinados pero d¨¦contract¨¦s. Ya s¨¦: hablo de la prehistoria, pero la derecha espa?ola es muy fiel a sus tradiciones. Y hablando de rostros y de permanencias: ah¨ª tienen a ese individuo todo ternura, el senyor Garc¨ªa Albiol, que por alguna raz¨®n ¡ªla naturaleza copia al arte¡ª me recuerda a aquel general Tragatundas que en la estupenda y siempre contempor¨¢nea Farsa y licencia de la Reina Castiza (1920), de Valle-Incl¨¢n, sale a escena y pronuncia un parlamento que, por otra parte, parece una glosa pintiparada de la ¡°ley mordaza¡±: ¡°?A m¨ª, los demagogos proletarios! / Uno por uno me los escabecho, / y que haga la Prensa comentarios.¡± Por cierto que, hablando de la ¡°reina castiza¡±, Grijalbo (Random House) anuncia para la rentr¨¦e (octubre) la autobiograf¨ªa ficcionada [sic] El diablo en el cuerpo, de Soledad Gal¨¢n, cuyos paratextos (lo ¨²nico a lo que he tenido acceso) refieren que la ¡°reina borbona¡± fue ¡°obligada a casarse con un hombre que prefer¨ªa no ser var¨®n y con todas las urgencias carnales que no se le consent¨ªan a una mujer¡±, vaya por Dios. Y anuncian tambi¨¦n que est¨¢ escrita ¡°entre el erotismo de Ana?s Nin y la irreverente pirotecnia verbal de Valle-Incl¨¢n¡±. Ya ven, Grijalbo no para de incorporar libros a una no declarada l¨ªnea violeta que les va como un tiro tras el ¨¦xito de los Greys y su interminable secuela. Lo ¨²nico que me va a costar perdonarles es que, en esta ocasi¨®n, le hayan robado el t¨ªtulo a Raymond Radiguet, cuyo El diablo en el cuerpo (Alianza; traducci¨®n Vicente Molina Foix) est¨¢ entre mis novelas breves preferidas del primer cuarto del siglo XX.
Coss¨ªo
Tras la monumental y ya imprescindible coedici¨®n en tres vol¨²menes de La Instituci¨®n Libre de Ense?anza y Francisco Giner de los R¨ªos: nuevas perspectivas, publicada hace poco m¨¢s de un a?o, la Residencia de Estudiantes la emprende ahora con el epistolario Manuel B.Coss¨ªo a trav¨¦s de su correspondencia (1879-1934) un volumen (928 p¨¢ginas) que re¨²ne m¨¢s de medio millar de cartas que el principal disc¨ªpulo de Francisco Giner de los R¨ªos ?¡ªcon el que fund¨® la ILE en 1876¡ª intercambi¨® con algunos de los m¨¢s prestigiosos intelectuales, artistas y pol¨ªticos de su tiempo. La edici¨®n, preparada por Ana M? Arias de Coss¨ªo y Covadonga L¨®pez Alonso, deja muy a las claras la permanente obsesi¨®n de Coss¨ªo por la educaci¨®n, as¨ª como su destacado papel en la trayectoria de esa instituci¨®n fundamental para los proyectos regeneracionistas de sus contempor¨¢neos. Una correspondencia rica y variada que se enmarca en uno de los periodos m¨¢s conflictivos de la historia contempor¨¢nea de Espa?a. Sin embargo, pienso, con no poca melancol¨ªa, que la presentaci¨®n de este libro ser¨ªa una buena ocasi¨®n para la inauguraci¨®n oficial y puesta en marcha definitiva del bello, pero cada vez m¨¢s misterioso y mortecino, nuevo edificio de la ILE, una original estructura dise?ada por los arquitectos Cristina D¨ªaz Moreno y Efr¨¦n Garc¨ªa Grinda, y levantada en pleno paseo madrile?o del general golpista Mart¨ªnez Campos (a quien, por cierto, no agradaban los regeneracionistas). Me pregunto si no es hora ya de que las instituciones madrile?as y estatales implicadas en la cultura (?a¨²n existen?) contribuyan con un empujoncito econ¨®mico ¡ªy su logo en la placa conmemorativa¡ª a que el edificio cobre vida, antes de se empiecen a forjar leyendas urbanas y los paseantes y vecinos aseguren que por las noches se escuchan los lamentos de alg¨²n fantasma krausista.
Middlebury
De aquel proyecto regeneracionista de Giner y Coss¨ªo, y de su prolongaci¨®n en la llamada Generaci¨®n de 1914 (los Ortega, Mara?¨®n, Aza?a, P¨¦rez de Ayala) se nutri¨® tambi¨¦n originalmente la Spanish School de Middlebury College. El c¨¦lebre college de Vermont, que este a?o conmemora el centenario de su primera escuela de idiomas de verano, acogi¨® m¨¢s tarde ¡ªcuando la Guerra Civil y la victoria del fascismo hicieron inviable en Espa?a cualquier proyecto regeneracionista o modernizador¡ª a una parte sustancial de los exiliados espa?oles en Estados Unidos. A partir de 1935, a?o en que Juan Centeno se hizo cargo de la direcci¨®n de la Escuela Espa?ola, desfilaron por sus cursos estivales intelectuales como Pedro Salinas, Am¨¦rico Castro, Francisco e Isabel Garc¨ªa Lorca, Jorge Guill¨¦n, la pianista gallega Sof¨ªa Navoa, Tom¨¢s Navarro Tom¨¢s, Juan Marichal, el m¨²sico Joaqu¨ªn Nin, Fernando de los R¨ªos, Joaqu¨ªn Casalduero y tantos otros. De aquellos veranos en Middlebury ¡ªcuyo top¨®nimo Guill¨¦n sol¨ªa traducir con guasa macarr¨®nica como ¡°Entreburgos¡± o ¡°Villamediana¡±?¡ª y de lo que significaron para alumnos y profesores, han quedado testimonio en las memorias de, entre otros, Isabel Garc¨ªa Lorca (Recuerdos m¨ªos), Jaime Salinas (Traves¨ªas) o Manuel Fern¨¢ndez Montesinos (Lo que en nosotros vive), las tres publicadas por Tusquets. M¨¢s all¨¢ de cualquier veleidad patrimonialista respecto a la lengua com¨²n de 500 millones de hispanohablantes, la Spanish School de Middlebury College contin¨²a la tradici¨®n de la ense?anza de la lengua y la cultura hisp¨¢nica apoyada en un claustro de profesores que hablan y ense?an en el castellano de ambas orillas del Atl¨¢ntico. Todo un motivo de orgullo para la Spanish School, que en 2017 celebrar¨¢ su primer centenario. Y a seguir contando.
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