?Y si no somos nosotros?
Al f¨ªsico te¨®rico Michio Kaku le gusta plantear esta par¨¢bola: no es posible ense?ar c¨¢lculo diferencial a un chimpanc¨¦. Por mejores profesores que tenga y por m¨¢s esfuerzo que le dediquen, el pobre mono no lograr¨¢ en toda su vida manejar las derivadas y las integrales. Entonces, ?qu¨¦ nos garantiza que nosotros, pobres humanos, vamos a ser capaces de descubrir la teor¨ªa del todo, un conjunto de ecuaciones simple y autoconsistente que explique de un plumazo todos los fen¨®menos que existen o puedan existir? Incluso cuando esas ecuaciones existan, tal vez haya que esperar a que evolucione una especie m¨¢s inteligente que la nuestra para que las descubra. ?No es cierto?
Uno de los padres del darwinismo moderno, Theodosius Dobzhansky, estaba convencido de que la selecci¨®n natural era el mecanismo elegido por Dios para crear al hombre a su imagen y semejanza. Para ¨¦l esta era la forma de compatibilizar el evolucionismo con su propia fe religiosa. Pero si ten¨ªa raz¨®n y Dios no es sino el Evolucionista supremo, ?qu¨¦ le garantizaba que la especie elegida era la nuestra?
Darwin pensaba que la evoluci¨®n seguir¨ªa funcionando en el futuro, y que el proceso seguir¨ªa perfeccionando la mente humana o posthumana hasta extremos que hoy no podemos ni imaginar. ?No ser¨ªan ellos, en vez de nosotros, los beneficiarios de la selecci¨®n natural? ?Y suya, no nuestra, la imagen y semejanza que el creador se hab¨ªa propuesto alcanzar?
El fin de la historia es el espejismo m¨¢s perdurable del humano, parece ser. Todos queremos que la historia acabe con nosotros. Lord Kelvin, el de los grados Kelvin, ya cre¨ªa a finales del siglo XIX que la ciencia se hab¨ªa acabado, que todos los principios esenciales hab¨ªan sido descubiertos ¡ªpor ¨¦l, entre otros¡ª y que solo quedaba pulir unos cuantos detalles. Pero apenas hab¨ªa echado a andar el siglo XX cuando dos de esos detalles ¡ªla mec¨¢nica cu¨¢ntica y la relatividad¡ª pusieron la f¨ªsica de Kelvin patas abajo. Newton era m¨¢s listo y sab¨ªa que no hab¨ªa hecho sino ara?ar la superficie de las leyes naturales, y que otros tendr¨ªan que continuar ese trabajo por los siglos de los siglos.
No hacemos m¨¢s que matar a la historia, pero ella se resiste a morir como gato panza arriba para refutarnos. Ojal¨¢ que los elegidos seamos nosotros, porque de lo contrario los otros, los listos que vendr¨¢n despu¨¦s, se van a partir de risa con nuestra torpeza. Qu¨¦ especie m¨¢s rid¨ªcula.
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