Auto-censura y eufemismo
Incluso en democracia puede haber un juego de intereses velados que afecte al mejor desarrollo del periodismo
Entre las m¨²ltiples asechanzas que dificultan y empobrecen el trabajo del periodista figuran muy prominentemente la autocensura y el eufemismo. Ambos han existido siempre y siempre existir¨¢n, pero el segundo ha cobrado renovados br¨ªos en los ¨²ltimos tiempos, sobre todo en pa¨ªses apostrofados de baja intensidad democr¨¢tica, porque todo parece m¨¢s fr¨¢gil, menos asentado y por fabricar.
El que est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra. La autocensura, como el calor, tiene grados que la hacen soportable, o todo lo contrario. Y lo que, en cualquier caso, el periodista le puede pedir a su peri¨®dico es que el cuadro marco en el que se mueva, de derecha o izquierda, sea razonablemente democr¨¢tico, de forma que haya holgura suficiente para que pueda obrar con comodidad. Uno no se ve obligado a mentir cuando escribe, pero no necesariamente lo dice todo. Con eso basta y sobra. Mucho m¨¢s grave es el caso del periodista que se autocensura atendiendo a intereses puramente personales, para agradar a tal o cual instancia pol¨ªtica o social, porque aspira, quiz¨¢, a puestos mejor remunerados, dentro o fuera de la profesi¨®n, y cree conveniente difuminar sus convicciones para congraciarse con este o aquel. Incluso dentro de un ordenamiento jur¨ªdico democr¨¢tico cabe ese juego de intereses, que si es muy humano y yo no condeno a nadie por defenderlos, s¨ª que afecta al mejor desarrollo del quehacer profesional.
Uno no se ve obligado a mentir cuando escribe, pero no necesariamente lo dice todo. Con eso basta y sobra
Una forma m¨¢s o menos larvada de autocensura es el eufemismo, la sustituci¨®n de la forma directa de decir las cosas por una versi¨®n light, que pretende hacer m¨¢s digerible lo claramente negativo. En Econom¨ªa el eufemismo campa por sus respetos con toda la autoridad con que se maneja especialista y de ah¨ª hace met¨¢stasis donde puede. As¨ª tenemos una desaceleraci¨®n del crecimiento, un crecimiento negativo, y tantas otras versiones del enmascaramiento de la realidad, que, especialmente, encuentra terreno abonado en la pol¨ªtica. Los personajes p¨²blicos se refugian en lo que yo llamo el chip colonial, la terminolog¨ªa esot¨¦rica y auto-referencial que era como en tiempos del Antiguo R¨¦gimen el poder se dirig¨ªa a sus s¨²bditos, y hoy trata de impresionar al votante con un lenguaje que quiere parecer culto y es simplemente enrevesado. Colombia puede ser todo un caso particular porque su terminolog¨ªa jur¨ªdica, que es una selva inextricable de ideas y conceptos, est¨¢ todos los d¨ªas representada en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos. A m¨ª el que m¨¢s me gusta es extinci¨®n de dominio, para decir que te has quedado sin algo.
Pero el eufemismo, como expresi¨®n camuflada o de lo que no es, tiene cada d¨ªa m¨¢s porvenir. Una muestra relativamente emparentada al trabajo period¨ªstico son los llamados periodistas institucionales, cuyo quehacer es tan digno y leg¨ªtimo como cualquier otro, pero que se falsifica a s¨ª mismo porque se puede ser periodista o servir a una instituci¨®n, pero nunca ser periodista institucional. Hay que elegir porque, como dijo el cl¨¢sico, casa con dos puertas malas es de guardar. Son t¨¦rminos que disfrazan lo que conoc¨ªamos de toda la vida: jefe de prensa, o m¨¢s elegante, director de comunicaciones. Y por ese mismo sendero llegamos a f¨®rmulas tomadas del ingl¨¦s, en especial norteamericano, que como un ave de rapi?a sobrevuela Am¨¦rica Latina presto a hacer todo el da?o que pueda: community manager, versi¨®n posmoderna del comunicador social, que no ser¨¦ yo quien ose explicar en qu¨¦ consiste.
El eufemismo se extiende cada vez m¨¢s a la conversaci¨®n diaria, incluso presidido por la mejor de las intenciones, como cuando hablamos de afrodescendientes o afroamericanos. S¨¦ muy bien que esta es una reivindicaci¨®n de la procedencia africana de tantos latinoamericanos, y cada uno es muy due?o de apodarse como prefiera, pero no puedo dejar de preguntarme ?qu¨¦ de malo tiene negro, o en su versi¨®n levemente domesticada, de color? Si as¨ª tiene que ser, otros tendr¨ªan en cambio, que llamarse eurodescendientes.
El mayor eufemismo, a la vez que forma absolutamente funcional de autocensura, consiste, sin embargo, en confundir interesadamente comunicaci¨®n con informaci¨®n. Dejemos claro que la comunicaci¨®n es tan leg¨ªtima como la informaci¨®n, pero no por ello es lo mismo. La comunicaci¨®n es un contenedor general en el que cabe todo, desde los asuntos ventilados entre particulares, hasta el relato de sucedidos, rumores, corre-ve-y-dile de todo tipo en las redes sociales, que pueden tener un contenido real de informaci¨®n, pero nunca presentados de manera profesional, eficaz, directa, y fiable, como aspiran a hacer los medios de informaci¨®n. Y hoy asistimos a una pugna, en la que nadie tiene raz¨®n ni a priori carece de ella, entre el tsunami comunicativo que lo anega todo y esa informaci¨®n facilitada por los medios legal y profesionalmente habilitados para ese fin. El crecimiento exponencial, en individuo-hora, de las redes parece ser hoy fuertemente superior al de utilizaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n tradicionales ¡ªdigitales e impresos¡ª, de forma que el tiempo-persona del consumo de redes tiene que influir negativamente sobre el n¨²mero de usuarios de las marcas period¨ªsticas. Y solo cabe decir que gane el mejor, pero no porque comunicaci¨®n equivalga o sustituya a informaci¨®n, porque esa ser¨ªa la peor de todas las autocensuras o eufemismos.
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