El dolor de los Abad, el dolor de Colombia
La figura de H¨¦ctor Abad, asesinado por defender los derechos humanos, inspir¨® un libro, 'El olvido que seremos', y ahora un documental, 'Carta a una sombra'. Su hijo y su nieta han reconstruido la memoria familiar, que es la de un pa¨ªs.
La sinraz¨®n asesin¨® al doctor H¨¦ctor Abad G¨®mez el 25 de agosto de 1987. Unos pistoleros segaron la vida de un defensor de los derechos humanos cuyo crimen fue expresarse sin tapujos en una sociedad, aquella colombiana, abominada por el narcotr¨¢fico. Los disparos silenciaron a la familia durante a?os. Su hijo H¨¦ctor Abad Faciolince (Medell¨ªn, 1958) se zaf¨® de los miedos y escribi¨® en 2006 El olvido que seremos (editado en Espa?a por Seix Barral), uno de los homenajes m¨¢s bellos hacia un padre.
Su traductor al holand¨¦s le habl¨® de un director que podr¨ªa llevar la novela al cine. Con ayuda del colombiano Miguel Salazar iniciaron la grabaci¨®n de un documental. Lleg¨® el verano y a Medell¨ªn regres¨® Daniela Abad, hija y nieta de los H¨¦ctor, de 29 a?os, estudiante entonces de cine en Barcelona, que comenz¨® a colaborar con ellos. Pero a aquel director holand¨¦s no le interesaba la historia de los Abad, le resulta ajeno. Salazar quiso seguir adelante con el proyecto y lejos de quedarse en el olvido, una palabra ya prohibida en esta familia, H¨¦ctor Abad anim¨® a su hija, que so?aba con dirigir una ficci¨®n, a adentrarse en el proyecto. Durante un a?o, ambos escucharon entre Colombia y Espa?a centenares de documentos sonoros, repasaron cartas, acudieron a archivos¡
El resultado, Carta a una sombra, es una exaltaci¨®n a la memoria no solo de H¨¦ctor Abad G¨®mez, tambi¨¦n de Marta, una de sus hijas, muerta por c¨¢ncer en la adolescencia. Un relato que representa a cientos, miles de colombianos, los mismos que salen del cine compungidos, cubiertos por las l¨¢grimas.
Esta ma?ana de julio, en el apartamento de H¨¦ctor Abad en Medell¨ªn, Daniela celebra que el documental sobre su aba, como llama al abuelo, ha superado las expectativas. Conf¨ªa en que alg¨²n d¨ªa pueda llegar a Espa?a. La afinidad entre ambos es total. ¡°Una relaci¨®n muy amorosa¡±, admite ¨¦l. Le cuesta disimular el orgullo por su hija. Ella, cuando no devora mel¨®n o patacones, se muerde las u?as mientras escucha el l¨²cido y sincero discurso de su padre.
PREGUNTA. ?Qu¨¦ le hace decidirse a participar en la pel¨ªcula?
DANIELA ABAD. Esas entrevistas que se grabaron en un primer momento. O¨ªr a mis t¨ªas hablar. Sent¨ª cierta responsabilidad de tener que proteger a la familia con una mirada cercana. A veces me parec¨ªan muy fr¨ªas, las escuchaba y no las reconoc¨ªa.
H?CTOR ABAD. Para m¨ª fue muy valioso. Miguel estaba con la c¨¢mara, como intentando pasar inadvertido, as¨ª que siempre convers¨¢bamos con Dani, que es peque?ita, inspira ternura, es muy f¨¢cil hablar con ella. Mis hermanas, mi mam¨¢ y yo nos concentr¨¢bamos en ella. Nos pon¨ªan trampas muy horribles. Le daban al play y resultaba la voz de mi pap¨¢ habl¨¢ndole al ni?o que yo era, cant¨¢ndole a mi mam¨¢, la voz de mi hermana enferma pregunt¨¢ndole a mi pap¨¢ si estaba enferma¡
P. ?Qu¨¦ han descubierto?
H. A. Lo que yo no sab¨ªa es que el recuerdo fuera tan real. Que lo que yo dec¨ªa de ¨¦l, sin haber repasado esa vida, solo record¨¢ndola, fuese tan parecido a lo que escuch¨¦ en los casetes, en las conversaciones; las cartas¡ Que el dolor por la muerte de mi hermana estuviese tan documentado. Es una cosa tremenda. Esos casetes no ten¨ªamos d¨®nde o¨ªrlos, los guard¨¢bamos como fetiches, no nos atrev¨ªamos a tirarlos a la basura porque pon¨ªa ¡®Canciones Marta Cecilia¡¯, ¡®Carta del aba¡¯. Los guard¨¢bamos por si alg¨²n d¨ªa pod¨ªa pasar algo. Y pas¨®. Dani se estuvo d¨ªas y noches oyendo y oyendo, sin decir nada.
Esos casetes no ten¨ªamos d¨®nde o¨ªrlos, los guard¨¢bamos como fetiches. Por si un d¨ªa pasaba algo. Y pas¨®¡± H¨¦ctor Abad
D. A. Miguel y yo quer¨ªamos ver qu¨¦ reacciones hab¨ªa, no quer¨ªamos la emoci¨®n revivida. Por eso no ense?¨¢bamos el material antes de grabar.
P. ?Cu¨¢l es el primer recuerdo de su abuelo?
D. A. Quiz¨¢s una imagen que sale en el documental, una foto suya con un beb¨¦, que soy yo. Conoc¨ªa esa imagen, pero t¨² casi no me hablabas del aba.
H. A. Durante much¨ªsimos a?os yo no habl¨¦ de esa tragedia
D. A. Tampoco de Marta, me acuerdo que la primera vez que me hablaste de ella est¨¢bamos por el centro de Medell¨ªn.
H. A. De ah¨ª mi terror por los lunares, volv¨ª a mis hijos hipocondriacos de tanto cuidarlos de posibles enfermedades. Tambi¨¦n mi terror por las motos, porque los asesinos de mi pap¨¢ llegaron en moto¡
P. Daniela, ?cu¨¢ndo es consciente de que a su abuelo lo asesinaron por c¨®mo pensaba?
D. A. Siempre lo supimos, pero para m¨ª fue un poco un dolor heredado. Quiz¨¢s despu¨¦s de hacer el documental a uno le duele m¨¢s, porque conozco al personaje m¨¢s de cerca. La claridad lleg¨® con el libro. Es la verdadera investigaci¨®n.
H. A. El libro est¨¢ escrito con la memoria. Ustedes lo han documentado. Yo nunca consult¨¦ esos art¨ªculos. Describo la escena de c¨®mo lo matan, pero todas esas cosas que se ven no las recuerdo. Yo hab¨ªa visto fotos, pero las im¨¢genes de cuando nosotros estamos con el cad¨¢ver, no.
D. A. Eso s¨ª fue muy impresionante. No tanto por el asesinato de mi abuelo sino por el dolor que ve¨ªa en mi padre y en mi abuela. Hay im¨¢genes demasiado fuertes, como las del cuerpo sin la s¨¢bana, que no las quisimos utilizar.
H. A. Esas no las he visto. Ay, no. No las he visto ni quiero verlas
P. El subt¨ªtulo de la pel¨ªcula es: ¡®Cuando el dolor se vuelve dignidad¡¯. ?Cu¨¢nta dignidad hay en un pa¨ªs como Colombia?
H. A. Lo que produjo el libro y produce el documental es que muchas v¨ªctimas se sienten representadas. Aqu¨ª hay muertos por la guerrilla, gente rica, gente pobre, secuestrados ¡ Hay mucho sentimiento de que nos hicieron algo injusto, doloroso e inaceptable. Pero hemos intentado rehacer la vida y seguir viviendo y luchando por el pa¨ªs.
D. A. El otro d¨ªa me dieron un dato incre¨ªble. 2014 fue el primer a?o en el que no hubo ninguna muerte por diarrea en Medell¨ªn.
H. A. Las diarreas de los ni?os era una de las obsesiones de mi pap¨¢.
D. A. Casi el 100% de las casas ya tiene agua potable. Hay otras cifras horribles, pero algunas buenas. Son 30 a?os luchando por lo mismo, por ese concepto de salud p¨²blica.
P. ?C¨®mo es su relaci¨®n con la violencia?
H. A. Para m¨ª es fundamental. Las tasas de homicidios son un dato que estoy buscando constantemente. Uribe [?lvaro, expresidente y senador] dice que no importa que hayan bajado las tasas de homicidios. Es rid¨ªculo. Vale, no ha bajado el n¨²mero de atracos. Pero lo primero es que no te maten.
D. A. Eso se reduce a una cosa muy tenaz y es que aqu¨ª vivimos muy asustados. No podemos sacar el celular porque pensamos que nos van a matar.
H. A. Yo me acuerdo que una vez paseando en Madrid por El Retiro a la manera colombiana, mirando para todos los lados, un hombre me dijo: ¡°Si tienes miedo, no salgas¡±.
P. ?Cu¨¢ndo se quita ese miedo?
H. A. Paulatinamente. Aunque con mis hijos a¨²n lo tengo.
D. A. Hasta que un d¨ªa tuvimos un problema, porque fui a coger un bus, ?un bus! y me dec¨ªa que no lo hiciese.
H. A. Yo siempre pensaba que a m¨ª no me iba a pasar nada, pero que a mis hijos les iba a pasar lo peor.
P. Con El olvido que seremos dijo que quer¨ªa pasar p¨¢gina; ahora llega esta pel¨ªcula. ?Queda algo m¨¢s?
H. A. Francamente creo que todo est¨¢ muy claro. Me gusta mucho que exista esta pel¨ªcula aunque lo reviva todo. A?ade muchas cosas al libro. El cine es maravilloso. Yo pas¨¦ muchos a?os en silencio, como 15, tratando de no hablar del tema.
Quiz¨¢s despu¨¦s de hacer el documental a uno le duele m¨¢s, porque conozco al personaje m¨¢s de cerca" Daniela Abad
P. ?C¨®mo fueron esos 15 a?os?
H. A. Yo me ech¨¦ dos discursos y me amenazaron. Sal¨ª volando, primero a Espa?a y luego a Italia. All¨¢ me invitaron a actos y dije que no, odio ir de v¨ªctima por el mundo. Decid¨ª que me iba a volver italiano, que Colombia era una mierda de pa¨ªs que hab¨ªa matado al hombre m¨¢s bueno. Pero como quer¨ªa escribir en espa?ol, despu¨¦s de unos a?os, le dije a la mam¨¢ de Dani: ¡°Yo aqu¨ª no puedo escribir, no soy capaz de hacerlo en italiano con la misma soltura. Volvamos a Colombia¡±. Y escrib¨ª muchos otros libros, aunque ten¨ªa en la cabeza El olvido que seremos. Yo creo que desde que estoy sentado al lado del cad¨¢ver de mi pap¨¢, estoy seguro que pensaba: ¡°Alg¨²n d¨ªa lo voy a contar¡±. Esto es mi venganza. Si lo que quer¨ªan era jodernos del todo¡ No. Yo, literariamente, pude reemplazar a mi pap¨¢. Y siento que Dani tambi¨¦n me reemplazar¨¢.
P. ?De qu¨¦ sirve el recuerdo permanente?
D. A. Hay im¨¢genes que son m¨¢s fuertes que la escritura. Recalcan no solamente el momento hist¨®rico. Carlos Gaviria fue un ejemplo claro de que va a perdurar y que lo hace m¨¢s valioso.
H. A. Cuando iban a estrenar el documental en Cartagena, llam¨¦ a Carlos, que estaba entrando en cuidados intensivos: ¡°Tienes que verla, tienes que verla¡±, le dije. De ah¨ª ya no sali¨®. Mi papa ten¨ªa, y yo lo he inculcado, algo muy espa?ol, que es esta sensaci¨®n de caducidad, de muerte muy pr¨®xima. Aquello de Jorge Manrique de ¡°recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando c¨®mo se pasa la vida, c¨®mo se viene la muerte tan callando¡¡± Esa obsesi¨®n que es muy de tiempo de peste. Para nosotros la violencia fue una pura peste de que la vida es precaria, de que todo puede acabar en un instante. Esto aplaza el olvido.
P. Lleg¨® a pensar que Colombia era un pa¨ªs de mierda. ?Qu¨¦ pa¨ªs es ahora?
H. A. Colombia puede ser eso. Pero Colombia tambi¨¦n es el pa¨ªs que produce personas como mi pap¨¢ y Carlos Gaviria. Es un pa¨ªs que amenaz¨® a Carlos Gaviria y a Alberto Aguirre, las dos personas a las que est¨¢ dedicado el libro y los dos murieron en la cama. Carlos Gaviria pudo ser magistrado, senador, candidato de la presidencia. Para m¨ª es una sensaci¨®n de que Colombia est¨¢ mejor. Mi pap¨¢ era muy optimista, hasta 10 d¨ªas antes de que lo mataran, ah¨ª empez¨® a derrumbarse y a pensar que igual lo pod¨ªan matar. Yo hered¨¦ ese optimismo.
D. A. Yo tambi¨¦n soy muy optimista.
H. A. Yo creo que se puede progresar, pero tambi¨¦n se puede volver atr¨¢s, como es el caso de Venezuela, que va a necesitar 30 a?os para recuperarse de una utop¨ªa que sali¨® mal.
P. El proceso de paz afronta unos meses decisivos. ?Qu¨¦ opinan?
H. A. Es un proceso de un pa¨ªs con un callo de dolor m¨¢s fuerte, m¨¢s esc¨¦ptico, creo que eso es bueno. Sabemos que puede fracasar, pero el pa¨ªs no va a derrumbarse. En 1991 los niveles de violencia con la amenaza de Pablo Escobar llegaron a sus m¨¢ximos. Esos a?os fueron de un espanto. Si fuimos capaces de recuperarnos de eso¡
D. A. Yo nunca fui tan consciente. Tengo alg¨²n recuerdo de antes de que nos fu¨¦semos para Italia, con 13 a?os, de de las bombas, que uno nunca sab¨ªa d¨®nde iban a caer. Pero no tengo un recuerdo tan fuerte de qu¨¦ es vivir en un pa¨ªs tan violento y tan peligroso.
H: Cuando volv¨ªas estabas muy protegida. Era inevitable, cre¨¢bamos una burbuja. No quer¨ªa que ellos, que ya se hab¨ªan ido, pensaran que Colombia fuese horrible.
D: De hecho, siempre quisimos volver. Es un pa¨ªs que ha sufrido mucho, pero con muchas cosas por hacer.
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