Amor en la periferia
Alejandro Olivares retrat¨® el beso de Carolina y Natalie como contrapunto a un lugar sin oportunidades
La puerta, el perro que mira en el borde, la luz entrando y el p¨®ster son algunos de los elementos que Alejandro Olivares (Santiago de Chile, 1981) destaca de esta fotograf¨ªa. Pero sobre todo, la intimidad. Carolina y Natalie se besan, Olivares recoge el momento sin que se den cuenta y se siente orgulloso de ello. Es importante para ¨¦l conectarse con las historias, "no me vale con tener permiso para tomar la foto, hay que adentrarse". A las dos retratadas las conoc¨ªa desde hac¨ªa tiempo y el espacio tambi¨¦n, era un interior con una luz que le gustaba.
Esta imagen, capturada hace tres a?os, forma parte de Living Periferia, un proyecto en el que Olivares quer¨ªa retratar Puente Alto, un distrito a las afueras de Santiago que el fot¨®grafo conoce bien. Creci¨® cerca, all¨ª era entrenador de baloncesto de ni?os con problemas de exclusi¨®n social. Decidi¨® trabajar en esta seriepara convertirse en un puente entre clases. Esta comuna est¨¢ construida sobre un vertedero en el que hab¨ªa cuerpos de desaparecidos durante la dictadura de Pinochet, las casas son de p¨¦sima calidad y es conocida en Chile por sus problemas de drogas, de violencia, de abuso. Un lugar vac¨ªo de oportunidades donde una pareja de lesbianas lo ten¨ªa, todav¨ªa, m¨¢s dif¨ªcil.
En Chile se est¨¢n abriendo espacios de libertad de pensamiento, de libertad de pareja, de libertad de g¨¦nero
El reflejo del amor es otro de los ingredientes importantes de esta fotograf¨ªa. "Un amor en la periferia, outsider". Olivares explica que la chilena es una sociedad, a¨²n, muy marcada por la dictadura, "atrapada en un fango que solo le permite avanzar lentamente". Muy poco a poco empiezan a abrirse espacios de libertad: "De libertad de pareja, de libertad de pensamiento, de libertades de g¨¦nero, de libertad de elegir. De sentido com¨²n". Dentro del "miedo" y de la herencia de los a?os ochenta y noventa que Chile carga, Olivares siente que la poblaci¨®n es m¨¢s abierta que las leyes y eso quiere plasmar en sus trabajos: "La conexi¨®n con la cuneta, con la calle, con la esquina".
En El invierno chileno, otro de sus proyectos, retrata un d¨ªa de agosto de 2011, cuando los estudiantes se levantaron contra los abusos del Gobierno en educaci¨®n, "es car¨ªsima y fomenta las grandes desigualdades sociales del pa¨ªs". Lo considera un hito por ver una rebeli¨®n contundente. Olivares quer¨ªa captar lo que estaba ocurriendo de una forma diferente. Hacer su trabajo period¨ªstico -es editor gr¨¢fico de la revista The Clinic- pero desde un punto de vista original, "no creo en el fotoperiodismo duro, prefiero im¨¢genes con una lectura personal". La serie consta de instant¨¢neas en las que, fundamentalmente, se muestran las nubes de gases que inundaron La Alameda (una de las avenidas principales de la capital chilena).
Olivares no recuerda bien c¨®mo decidi¨® dedicarse a la fotograf¨ªa, era algo instaurado en su familia, su abuelo era "un disciplinado aficionado". En su casa siempre se le hab¨ªa dado mucha importancia "a registrar, a documentar," los momentos de reuni¨®n. Desde ni?o fotografiaba pero sin pretensi¨®n. Quiz¨¢ el primer momento en el que recuerda un inter¨¦s m¨¢s profesional fue un viaje, con 19 a?os, ¡°mochileando¡± por el Sur de Chile junto a su mejor amigo. "Te tiene que gustar, es otro ritmo", sostiene. "La esclavitud moderna hace que se viva para agarrar la plata y soltarla para pagar las cuentas". La forma de trabajar de este fot¨®grafo es m¨¢s lenta, "conectar con las historias para contarlas lleva tiempo. No te puedes planificar". Pero as¨ª crea v¨ªnculos. Cuenta que Carolina y Natalie ya no son pareja, las dos han sido madres y la pasta base de coca¨ªna sigue formando parte de sus vidas, de las vidas de Puente Alto.
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