La misma matraca
Ahora que empieza una nueva temporada volveremos a hablar de los problemas de siempre. La tregua del verano no ha servido de mucho aunque el Gobierno haya estado decidiendo los presupuestos de una legislatura que puede que no sea la suya y, sobre todo, haya seguido haciendo declaraciones. Perdone el lector que vuelva a citar el tema del IVA cultural pero es que los gobernantes no han parado de hablar de ello, de prometer y esconder la mano, de desmentirse unos a otros, de fomentar un guirigay que se ha acabado convirtiendo en auténtico cachondeo. Llevamos más de dos a?os con el debate y ninguno toma decisiones tajantes, solo hay dimes y diretes. Que si van a rebajar ese impuesto, que no, que no lo pueden hacer, que si el responsable es Montoro, que no, que lo es el mismísimo Rajoy, que la culpa de la bajada en taquilla es del propio cine espa?ol, que no, que las películas espa?olas son muy buenas y ahí está Cine de barrio para demostrarlo… Lo dicho, una falta de respeto al ciudadano, un cachondeo.
A pesar de lo cual continúa la producción de películas aunque en muchos casos sea a trancas y barrancas. Estamos expectantes antes los próximos títulos de Amenábar, Uribe, Alex de la Iglesia, Cesc Gay, Villaronga, Colomo o Marc Recha en el inmediato festival de San Sebastián, y fuera de él los de Medem y Almodóvar (hoy estrena León de Aranoa) y de tantos otros. Pero hay también otro tipo de películas modestas, las llamadas de bajo coste que incluso llegan a producirse con peque?as aportaciones de amigos o familiares, el llamado crowdfunding, y en las que nadie cobra por su trabajo. “Con más pasión que dinero”, “rodajes guerrilla”, “cine invisible”, son algunos de los eslóganes con que se promocionan estos filmes que poco recorrido suelen tener por los circuitos de exhibición aunque sí en algunos festivales. Manu Ochoa, uno de los autores de esta modalidad, se quejaba en un programa de televisión: “Ni los críticos van a verlas aunque estoy cansado de invitarles, y lo que necesitamos es que nuestras películas se vean”. Todos, sin duda, necesitan que el público acuda a ver sus trabajos. Pero, ay, los gobernantes siguen poniendo trabas con una coherencia total, tal como ha denunciado esta semana la actriz Aitana Sánchez-Gijón: “Es la línea del Gobierno, están siendo muy coherentes con la línea de hundir el teatro y el cine espa?ol". No les ha importado ni aquella carta de un empresario votante del PP dirigida a Rajoy: “Cuando ustedes sean oposición sólo quedará como una de las marcas de su Gobierno el desprecio a la cultura”.
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