El librero ambulante que hered¨® 300 obras de Garc¨ªa M¨¢rquez
Con su carreta n¨®mada, Mart¨ªn Murillo recorre Cartagena de Indias y los pueblos del Caribe promocionando la lectura
En medio de una tarde sopor¨ªfera, habituales en el Caribe colombiano, uno de los tantos m¨®viles que tiene Mart¨ªn Murillo repic¨® varias verse sin ¨¦xito. Una amiga de Mercedes Barcha, la viuda de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, lo andaba buscando para darle un recado. Murillo estaba de viaje por uno de los tantos pueblos perdidos del sur de Bol¨ªvar. La Gaba, en cambio, se hospedaba en su casa de Cartagena de Indias. Hab¨ªa pasado poco m¨¢s de un a?o de la muerte del premio Nobel y quer¨ªa darle un regalo.
¡°Esto ocurre cuando se limpian las bibliotecas¡±, dice Murillo. Pero lo cierto es que ese regalo, que Barcha le entreg¨® hace un mes sin protocolos, es una peque?a gran herencia del escritor colombiano: 316 libros de la biblioteca que ten¨ªa en la ciudad amurallada y que cualquier coleccionista atesorar¨ªa. Este mulato, que naci¨® hace 47 a?os en el Pac¨ªfico y vive hace m¨¢s de 10 en el Caribe, sabe que es un privilegiado. ?l no era, como podr¨ªa pensarse, amigo del escritor, aunque s¨ª lo conoci¨®. Las razones de la donaci¨®n tienen que ver, m¨¢s bien, con ese personaje que Murillo ha construido en los ¨²ltimos ochos a?os y que parece sacado de Macondo.
La viuda del escritor, Mercedes Barcha, obsequi¨® a Murillo 316 libros de su biblioteca personal
Eso fue lo que le dijo el Nobel, en 2010, cuando a la entrada de las oficinas de la Fundaci¨®n Nuevo Periodismo Iberoamericano, pregunt¨® por la famosa Carreta Literaria, una librer¨ªa ligera, diminuta, n¨®mada y gratuita, que Murillo ide¨® en 2007. Desde entonces, este hombre que estudi¨® hasta quinto de primaria, que de joven solo le¨ªa sobre b¨¦isbol y baloncesto, que vendi¨® bolsas de agua, caf¨¦ y arepas rellenas en la calle, se convirti¨® en promotor de lectura con una estrategia que ha maravillado a muchos. Murillo recorre con su biblioteca m¨®vil las calles de Cartagena y las polvorientas trochas de los pueblos del departamento de Bol¨ªvar. Presta los libros, lee a los ni?os y nunca cobra.
¡ªS¨ª, Gabo me dijo: ¡°Esto es macondiano¡±.
Murill¨® ide¨® en 2010 la Carreta Literaria, una librer¨ªa ligera, diminuta, n¨®mada y gratuita
Al escritor lo vio por primera vez hace m¨¢s de 30 a?os en La Guajira, al norte de Colombia, cuando visitaba a unos familiares. La noticia se reg¨® como p¨®lvora y Murillo tuvo la suerte de verlo cruzar una calle. La segunda vez fue en 2007, en Cartagena, cuando Garc¨ªa M¨¢rquez fue el invitado de honor del Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola. ¡°Me toc¨® ese momento maravilloso cuando dijo que ni en su m¨¢s remoto sue?o se imagin¨® que Cien a?os de soledad tendr¨ªa un tiraje de un mill¨®n de ejemplares¡±. Luego vino el encuentro en 2010 cuando el escritor le lanz¨® una sentencia que Murillo atesora: ¡°A uno le tiene que gustar mucho lo que hace, ese es uno de los grandes secretos de la vida¡±.
La idea de construir una carreta literaria le lleg¨® de repente, cuando hablaba con un amigo que vend¨ªa jugos. Pens¨® que la llenar¨ªa de libros y la llevar¨ªa a los colegios, a ¡°donde toque ir a buscar al lector, pero que al lector no le cueste ni un peso¡±, recuerda. El problema de la sostenibilidad lo resolvi¨® casi de inmediato con la ayuda de patrocinadores.
"A uno le tiene que gustar mucho lo que hace", dijo Garc¨ªa M¨¢rquez al Carretero, como le llaman
Es curioso, dice, pero los alumnos suelen preguntarle: ¡°?Y esa vaina da plata?¡±. La respuesta sigue siendo la misma: ¡°Todo est¨¢ en la publicidad¡±. Por eso, desde el principio, el Carretudo, como lo conocen, se arm¨® de una c¨¢mara fotogr¨¢fica para registrar el andar de la Carreta. Tambi¨¦n ha sido clave que Cartagena sea sede del Hay Festival, un espacio cultural en el que su reputaci¨®n ha trascendido al punto de que escritores como Mario Vargas Llosa y Salman Rushdie no han resistido la tentaci¨®n de empujar su carreta.
Ese peque?o caj¨®n de madera, que no supera el metro de altura y donde no caben m¨¢s de 200 libros, tiene cl¨¢sicos, obras de premios Nobel y literatura infantil. Por mucho tiempo, cada domingo, Murillo lo estacion¨® en el Parque Bol¨ªvar, coraz¨®n del centro hist¨®rico de Cartagena, donde le preguntan j¨®venes y turistas. Luego empez¨® a leer en voz alta, a dictar talleres de lectura en los pueblos y conferencias a profesores y padres de familia.
Su peque?o caj¨®n de madera, que no supera el metro de altura y donde no caben m¨¢s de 200 libros, tiene cl¨¢sicos, obras de premios Nobel y literatura infantil
¡°Me pasa que hay escritores que no conozco, pero con los cuales hago un gran binomio. Ellos ilustran y yo interpreto. S¨¦ que funciona porque los ni?os me piden que vuelva y lea¡±, dice este carretero que se declara felizmente autodidacta. Ahora, con la herencia de Gabo, cuyos libros marcar¨¢ orgulloso con la etiqueta BPGGM (Biblioteca Personal de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez), sabe que soplar¨¢n nuevos aires venidos directamente desde Macondo.
Babelia
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