El miedo guarda la puerta

Una comedia impresionista, de escenas sueltas (como aquellas Historias de amor, muerte y pasi¨®n, sin ninguna conexi¨®n de Cocktail Teatro Pirata, compa?¨ªa cofundada por Margarita S¨¢nchez, de referencia durante la Transici¨®n), reconvertida, en delicado equilibrio, en comedia de costumbres entreverada de misterio. Con la ligereza de vi?etas de c¨®mic, las escenas de Puntadas sin hilo narran la historia de cinco personajes orillados socialmente, uno de los cuales compra un piso con una habitaci¨®n cuya puerta nadie debe atravesar, por contrato: una especie de puerta del infierno, como la que tapona, seg¨²n la leyenda, el monasterio de El Escorial, pero en formato dom¨¦stico.

Si la an¨¦cdota de la obra de Margarita S¨¢nchez evoca la de Casa tomada, cuento de Cort¨¢zar mucho m¨¢s ce?ido estil¨ªsticamente, la condici¨®n que se impone a los propietarios sucesivos de la vivienda parece tomada de la cotidianeidad m¨¢s inmediata: en uno de los inmuebles que lindan con el Teatro Lara, donde la funci¨®n se representa, existe un piso grande en el cual, en los a?os ochenta, cuando el coliseo estaba abandonado y en su interior anidaban yonquis y otras gentes sin sitio donde caerse, hab¨ªa un sal¨®n con un boquete enorme que daba al escenario y que su propietaria bloque¨® amontonando muebles, para impedir la entrada de intrusos.

Ese agujero negro que contaminaba su hogar con impregnaciones de ficciones esc¨¦nicas pret¨¦ritas (y con la realidad degradada de los drogodependientes all¨ª avecindados) y el umbral a una dimensi¨®n extra?a imaginado por la autora madrile?a y evocado con vigor por las vers¨¢tiles interpretaciones sin red de Oti Manzano y Miguel de Juan, que ponen el alma en el empe?o dirigidos por Jos¨¦ Piris, colocados vano con vano, adquieren una virtud metateatral equivalente a la que tendr¨ªa representar Atraco a las tres en la c¨¢mara acorazada de un banco desvalijado.