¡°Algunas de las ideas cruciales de la pel¨ªcula partieron de Piglia¡±
Andr¨¦s Di Tella film¨® en '327 cuadernos' la manera como el escritor argentino se enfrent¨® a la lectura de sus diarios
El cineasta argentino Andres Di Tella conoci¨® a Ricardo Piglia hace 30 a?os. Lo entrevist¨® como periodista. Descubri¨® que Piglia era dos Piglias. Despu¨¦s se meti¨® al cine y su nombre se fue haciendo un hueco en Argentina. Hace tres a?os le propuso al escritor argentino hacer un documenal sobre sus m¨ªticos diarios que empez¨® a escribir en 1957. As¨ª surgi¨® 327 cuadernos, un documental que se estrenar¨¢ el 5 de septiembre en varias salas de su pa¨ªs y en la televisi¨®n p¨²blica, y a finales de mes se proyectar¨¢ en el 63 Festival de Cine de San Sebasti¨¢n. El estreno y la divulgaci¨®n de este emotivo diario visual de c¨®mo Piglia se acerca a sus diarios coindice con la publicaci¨®n de esos documentos en formato de libro titulado Los diarios de Emilio Renzi. A?os de formaci¨®n (Anagrama).
Di Tella es cineasta ha dirigido las pel¨ªculas Montoneros, una historia (1995), Macedonio Fern¨¢ndez (1995), Prohibido (1997), La televisi¨®n y yo (2002), Fotograf¨ªas (2007), El pa¨ªs del diablo (2008), Hachazos (2011) ?Volveremos a las monta?as! (2012), M¨¢quina de sue?os (2013), El ojo en el cielo (2013) y 327 cuadernos (2015). Tambi¨¦n ha realizado instalaciones, performances, piezas de video arte y programas de televisi¨®n: dirigi¨® y produjo documentales para Canal 7 y Canal Encuentro (Argentina), PBS (Estados Unidos) y Channel 4 (Gran Breta?a), entre otros.
Desde Buenos Aires, Di Tella recuerda su relaci¨®n con el autor de obras como Respiraci¨®n Artificial y Blanco nocturno. Lo hace por correo electr¨®nico.
Pregunta. ?Cu¨¢ndo conoci¨® a Piglia y qu¨¦ opina de ¨¦l como escritor?
Respuesta. Conoc¨ª a Ricardo Piglia hace 30 a?os. Yo era periodista y estaba haciendo una nota para el diario. Despu¨¦s de grabar una larga charla, me pidi¨® la desgrabaci¨®n, para revisarla. Cuando me la devolvi¨®, se trataba de otra conversaci¨®n, aunque hablaba de lo mismo. No la hab¨ªa corregido. Hab¨ªa escrito otra cosa nueva, totalmente diferente, resumiendo la conversaci¨®n en unos pocos trazos esenciales. A la vez, sumaba una reflexi¨®n posterior, disparada por nuestra charla, y una an¨¦cdota sencilla que sintetizaba admirablemente toda la problem¨¢tica del gui¨®n. Yo no lo pod¨ªa creer. Qued¨® como el mejor registro posible de nuestro encuentro pero me qued¨¦ pensando si se trataba, efectivamente, del reportaje que yo hab¨ªa hecho. Despu¨¦s se public¨®, en el peri¨®dico, no como un texto original de Piglia, que es lo que era, sino como una simple entrevista. Nadie hubiese pensado que se trataba de otra cosa. Para m¨ª fue toda una lecci¨®n sobre las posibilidades de lo documental.
En la medida que uno mismo pueda medir estas cosas, dir¨ªa que la influencia de Piglia en mi trabajo ha sido perdurable, mayor tal vez que la de cualquier cineasta. Me deslumbr¨® desde que le¨ª aquella primera l¨ªnea de Respiraci¨®n artificial, la gran novela de los a?os oscuros de la dictadura argentina de los 70: ¡°?Hay una historia? Si hay una historia, empieza hace tres a?os cuando¡¡± ?C¨®mo va a empezar una novela sin saber si hay una historia! Eso ya me abri¨® toda una perspectiva, como punto de partida para contar una historia. Creo que todav¨ªa se pueden percibir rastros de aquella mezcla ¨²nica, de reflexi¨®n en medio de la narraci¨®n, de peque?as historias privadas en medio de los grandes movimientos de la Historia, en mis pel¨ªculas La televisi¨®n y yo y Fotograf¨ªas. Billy Wilder, en sus memorias, cuenta que ten¨ªa pegado arriba de la m¨¢quina de escribir un cartelito con una frase: ¡°?C¨®mo lo habr¨ªa hecho Lubitsch?¡± M¨¢s de una vez, al escribir un texto, al definir una voz en off para una pel¨ªcula, al plantear un relato, al pensar c¨®mo sintetizar una conversaci¨®n, me he hecho la misma pregunta: ?c¨®mo lo habr¨ªa hecho Piglia?
P. ?Qui¨¦n es Ricardo Piglia para usted y cu¨¢ndo y por qu¨¦ se le ocurri¨® hacer un documental sobre ¨¦l apoyado en sus diarios?
R. Hace tiempo que quer¨ªa hacer el experimento de realizar un diario cinematogr¨¢fico. Contra lo que puede suponerse a partir de mis pel¨ªculas autobiogr¨¢ficas familiares, yo no filmo casi nunca fuera del contexto de un proyecto concreto de pel¨ªcula. Mi mujer se queja: en casa de herrero, cuchillo de palo. ?No tenemos home movies! Me compr¨¦ una c¨¢mara, por primera vez en muchos a?os, para probar c¨®mo ser¨ªa hacer mi propio diario f¨ªlmico, sin m¨¢s proyecto que ese. Empec¨¦ a filmar por primera vez sin ning¨²n plan, cosas sueltas, las ya t¨ªpicas tomas desde la ventana de mi departamento, alg¨²n momento familiar, un momento p¨²blico. Fue en esos d¨ªas que me cruc¨¦ una tarde con Piglia, que me habl¨® por primera vez de su dificultad para enfrentar la lectura de sus m¨ªticos diarios. Tan m¨ªticos que hasta algunos amigos han dudado de su existencia real. Piglia abri¨® el ropero de su estudio, donde guarda la impresionante multitud de cuadernos id¨¦nticos en sus cajas de cart¨®n. Con una especie de temblor ante lo sagrado, tuve entre mis manos y pude hojear uno de los cuadernos. Se me cayeron torpemente unos papelitos, y la fotograf¨ªa de una mujer, guardada entre sus p¨¢ginas. ¡°No hay ning¨²n secreto¡±, me dijo con una sonrisa, al recoger r¨¢pidamente los papeles del piso. No le cre¨ª. En ese momento, casi como un desaf¨ªo, surgi¨® la idea: ?Por qu¨¦ no filmar el ¡°diario¡± cinematogr¨¢fico que yo quer¨ªa hacer, pero a partir de los diarios de Piglia? Es decir, filmar el diario de la lectura de un diario. A Piglia siempre le gustaron los riesgos, en la literatura y en la vida. Y era un riesgo exponerse as¨ª. Como ¨¦l mismo dice de su diario: ¡°Por supuesto, no hay nada m¨¢s rid¨ªculo que la pretensi¨®n de registrar la propia vida. Uno se convierte autom¨¢ticamente en un payaso¡±.
P. ?Cu¨¢nto tiempo aproximado tard¨® en filmarlo y cu¨¢ntas horas de metraje se grabaron?
?R. Todo el proceso dur¨® unos tres a?os pero no filmamos tanto, el rodaje fue en jornadas sueltas a lo largo de ese per¨ªodo, desde las primeras im¨¢genes grabadas en Princeton, en octubre de 2012, cuando Ricardo estaba por volver a Buenos Aires, hasta abril de este a?o, cuando grabamos las ¨²ltimas, con Ricardo ya enfermo. En ese sentido, la pel¨ªcula en s¨ª misma queda como una especie de diario cinematogr¨¢fico de estos tres a?os. ¡°El diario de la lectura del diario¡±, como digo en la pel¨ªcula. Lo que permite la larga duraci¨®n es que vemos c¨®mo ¨¦l va transformando lo que lee y c¨®mo lo que lee tambi¨¦n lo va afectando. El que empieza la lectura de los diarios ¨Cy la pel¨ªcula- no es el mismo que el que termina.
P. ?C¨®mo reaccion¨® Piglia ante el documental tras conocer su enfermedad, el ELA?
R. Cuando se le declar¨® la enfermedad yo par¨¦ el rodaje. En los documentales uno siempre est¨¢ esperando que suceda algo inesperado, pero esto me dej¨® sin saber qu¨¦ hacer. No me sent¨ªa c¨®modo, no era de eso que trataba el documental, no quer¨ªa caer en ninguna clase de patetismo. Fue el mismo Ricardo que quiso seguir y me convenci¨® de que val¨ªa la pena terminar la pel¨ªcula. En un documental no se puede obviar lo que sucede, menos en un proyecto como este con pretensi¨®n de diario. De hecho, algunas de las ideas cruciales de la pel¨ªcula partieron de ¨¦l, y ¨¦l insisti¨® en llevarlas acabo, a pesar de su estado de salud, como fue la idea de quemar los cuadernos.
P. ?Qu¨¦ sentimiento o sensaci¨®n percibi¨® de Piglia hacia esos diarios en sus ¨²ltimos d¨ªas de filmaci¨®n?
R. El proyecto del documental le sirvi¨® al principio como desaf¨ªo e incentivo para ponerse de una vez a leer sistem¨¢ticamente los diarios. Lo hab¨ªa intentado sin ¨¦xito en el pasado. No es sencillo enfrentarse con toda una vida registrada. En el trascurso del trabajo tuvo momentos de arrepentimiento, pero a la vez fue mostr¨¢ndome lo que hac¨ªa con los diarios: trataba de encontrarle sentido a los distintos episodios, a veces reescrib¨ªa, hac¨ªa pruebas como por ejemplo pasarlos a la tercera persona, trataba de recordar lo que NO estaba en el diario. Con la enfermedad, la lectura y transcripci¨®n de los diarios cobr¨® urgencia. Es posible que, en otras circunstancias, nunca hubiera terminado la tarea. Es un hombre de un esp¨ªritu inquebrantable, siempre con un sentido del humor extraordinario. Aun en estas circuntancias, no para de reirse de s¨ª mismo.
P. ?Qu¨¦ ha dicho Piglia del documental?
R. Por suerte dijo que le gust¨® mucho y, sobre todo, que lo emocion¨® mucho. Le impresionaron mucho los materiales de archivo, de pel¨ªculas familiares y de descartes de viejos noticieros, materiales ajenos que ilustran indirectamente su vida. En un cuaderno se lee: ¡°La autobiograf¨ªa como collage (de otras autobiograf¨ªas¡±)¡±. En ese mismo sentido, me dijo que la po¨¦tica de la pel¨ªcula era cercana a la suya, lo cual me alegr¨® mucho, por lo que comentaba anteriormente acerca de la influencia que su obra tuvo en mi trabajo. Por otra parte, hace 20 a?os hab¨ªamos realizado juntos un documental sobre Macedonio Fern¨¢ndez. ¡°Es que estamos en sincro hace a?os¡±, me dijo. Casi se me pianta un lagrim¨®n.
Andr¨¦s Di Tella no tiene duda del "valor testimonial que tendr¨¢ dejar el registro de un tiempo en la vida de un gran escritor, y de un tiempo muy especial, al tratarse de la revisi¨®n de su propia vida mediante las lecturas de su diario de cincuenta a?os". Cuenta que lo que saldr¨¢ a la luz de los diarios "es un registro personal y al mismo tiempo una especie de 'c¨¢psula de tiempo' de la vida argentina de medio siglo". Aunque lo que m¨¢s le interesaba, como desaf¨ªo, "era encontrar una forma cinematogr¨¢fica de iluminar la meditaci¨®n permanente de Piglia sobre este problema: ?No hay un grado de ficci¨®n en cualquier relato de los hechos? ?Qu¨¦ pasa con la verdad cuando el escritor empieza a seleccionar y cambiar lo que est¨¢ registrado en los cuadernos? ?Y qu¨¦ le pasa al ser humano detr¨¢s del escritor al enfrentarse con un espejo en el que no siempre se reconoce? 'En los diarios aparece un desconocido -me dice-. No es la misma persona que conocen los amigos. Se trata de alguien m¨¢s oscuro, violento, sentimental, vulnerable. Alguien que s¨®lo existe en las p¨¢ginas acumuladas de los cuadernos'. Entre el testimonio y la imaginaci¨®n, entre el sue?o y el documento, entre el recuerdo y el trabajo de la ficci¨®n, entre las im¨¢genes y el sonido, entre las distintas dimensiones narrativas de la pel¨ªcula, se develar¨¢ una vida. Pero la vida no es s¨®lo pasado y, en el presente, sucede lo inesperado: el dolor. Y la pregunta: ?c¨®mo seguir?"
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