El¨¦ctricas afinidades electivas
El arte es siempre m¨¢s intenso como experiencia que como resultado. En ello coinciden Enrique Vila-Matas y la artista francesa Dominique Gonzalez-Foerster
Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) y Dominique Gonzalez-Foerster (Estrasburgo, 1965) cabalgan juntos de nuevo. Pocas veces he visto una conjunci¨®n tan exacta de intereses art¨ªsticos como los de estos dos creadores, un sentimiento tan compartido acerca de que el arte es siempre m¨¢s intenso como experiencia que como resultado, una coincidencia tan clara en la convicci¨®n de que la creaci¨®n y reinterpretaci¨®n art¨ªstica son los medios m¨¢s eficaces para descifrar lo que la realidad pueda tener de descifrable, as¨ª como un acuerdo tan sin fisuras acerca de qui¨¦nes ¡ªy qui¨¦nes no¡ª aportan nuevos y originales elementos al arte y la cultura de nuestro tiempo. A principios de septiembre se publicar¨¢ en Christian Bourgois, su editor franc¨¦s, Marienbad ¨¦lectrique, un ensayo de Vila-Matas que servir¨¢ de comentario y acompa?amiento a la gran exposici¨®n Dominique Gonzalez-Foerster, 1887-2058, una ambiciosa muestra-retrospectiva que ocupar¨¢ un gran espacio en el Centre Pompidou (del 23 de septiembre al 1 de febrero) y que reunir¨¢ todos los temas, motivos y obsesiones (a menudo literarias) de esta artista que, en m¨¢s de una ocasi¨®n, ha confesado sentirse una ¡°escritora frustrada¡± (por cierto: siempre me he preguntado ¡ªpero con mayor intensidad desde Kassel no invita a la l¨®gica¡ª si, a su vez, Vila-Matas no tiene algo de artista frustrado). Incluidos los que ya se encontraban en dos de sus m¨¢s interesantes performances de los ¨²ltimos a?os: la de Splendide Hotel (Palacio de Cristal de Madrid, 2014), que constituy¨® un complejo comentario en torno al a?o 1887 (en el que se construy¨® el edificio y en el que naci¨® Duchamp, por citar dos efem¨¦rides de entonces), y, sobre todo, la fant¨¢stica megainstalaci¨®n TH.2058, cuya importancia crece en el recuerdo, y en la que Gonzalez-Foerster convert¨ªa el Turbine Hall de la Tate Modern (era la ¨¦poca en la que Vicente Todol¨ª estaba al frente del museo) en un s¨®rdido espacio poblado de literas y somieres, a modo de refugio posapocal¨ªptico fechado en 2058. El libro de Vila-Matas, en cuya cubierta francesa aparece la artista con aspecto andr¨®gino (digamos que entre el Klaus Kinski de Fitzcarraldo y el David Bowie de las juergas neoyorquinas), ser¨¢ publicado en castellano a finales de agosto, en dos peque?as pero prestigiosas editoriales independientes latinoamericanas: en la argentina Cajanegra y en la mexicana Almad¨ªa. Seix Barral lo publicar¨¢ en Espa?a a principios de 2016. En cuanto a la expo del Pompidou, ya estoy detr¨¢s de vuelo y alojamiento, a ver si comienzo el oto?o con buen pie.
Vargas (pero no Llosa)
Cuatro a?os (El ej¨¦rcito furioso es de 2011) sin un Fred Vargas que llevarme al cerebro me parec¨ªa demasiado tiempo. As¨ª que cuando Ofelia Grande, su editora espa?ola, me asegur¨® que Siruela publicar¨ªa en octubre su nueva novela Tiempos de hielo, pens¨¦ que no podr¨ªa esperar tanto, de modo que no par¨¦ hasta hacerme con el original, Temps glaciares, publicada por Flammarion, despu¨¦s de que la c¨¦lebre autora francesa de polars rompiera su relaci¨®n de 20 a?os con la editorial independiente Vivian Hamy, en la que, por cierto, las obras de Vargas representaban casi el 80% ¡ªhan le¨ªdo perfectamente¡ª de la facturaci¨®n. Es como si, por poner un ejemplo, de Alfaguara (Random House) se fueran al mismo tiempo P¨¦rez Reverte, Mar¨ªas, Vargas Llosa y media docena m¨¢s de autores vendedores, de modo que imag¨ªnense lo que un terremoto semejante puede representar para una peque?a editorial independiente. Bueno, el caso es que, por las razones por las que se hacen esas cosas (b¨¢sicamente, insatisfacci¨®n en los resultados econ¨®micos o discrepancias respecto a la distribuci¨®n), Fred Vargas decidi¨® en un momento dado introducir en su relaci¨®n editorial a un agente literario, algo a lo que los editores franceses, poco partidarios del m¨¦nage ¨¤ trois profesional, siguen siendo particularmente reacios; y eso fue lo que acab¨® con la joint venture (que, no nos enga?emos, suele ser siempre m¨¢s venturosa para la parte contratante de la primera parte). En cuanto a la novela, lo poco que les puedo decir sin convertirme en un spoiler es que no decepcionar¨¢ las expectativas de los varguistas; de nuevo los personajes de siempre: el atrabiliario y desordenado comisario Adamsberg, el sabelotodo y met¨®dico Dangland, la robusta teniente Retancourt. Y una trama repleta, como siempre, de intrigas paralelas en la que se mezclan geograf¨ªas y ¨¦pocas, realidad y (aparente) fantas¨ªa, naturalismo y poes¨ªa. La novela se inicia con unos extra?os suicidios en los que aparece un signo que se parece a una guillotina. Los suicidas estuvieron a?os antes en Islandia y todos guardan relaci¨®n con una sociedad que se dedica a estudiar y a representar los discursos de Robespierre. Islandia, Robespierre, un jabal¨ª protector (recuerden: adem¨¢s de medievalista, Fred Vargas es arqueozo¨®loga, y en sus obras siempre aparecen animales). En fin, que pas¨¦ con ella un fin de semana estupendo, como siempre desde que nos conocemos.
Virago
El DRAE sigue definiendo ¡°virago¡± como ¡°mujer varonil¡±, que es un poco m¨¢s delicado que ¡°marimacho¡±. En realidad, el t¨¦rmino puede tener un empleo peyorativo y machista (la ra¨ªz latina vir) y otro, preferido por las feministas, que designa a la mujer cuyos comportamientos o haza?as no casan bien con la idea convencional de feminidad e implican, en cierto modo, cierta transgresi¨®n de g¨¦nero. Viragos eran las amazonas, pero tambi¨¦n las damas que en el teatro del XVII se vest¨ªan de varones para llegar adonde no pod¨ªan acceder por s¨ª mismas. Virago es tambi¨¦n el nombre de una estupenda editorial brit¨¢nica fundada en 1973 por la escritora y editora australiana Carmen Callil que se distingui¨® desde el principio por poner los libros escritos por mujeres en el centro del escenario. La editorial pas¨® por los sobresaltos y avatares t¨ªpicos del brutal proceso de concentraci¨®n de los a?os setenta y ochenta, pero sigue viva. Y uno de sus mayores m¨¦ritos hist¨®ricos es haber contribuido a que el mundo editorial cambiara su actitud hacia las escritoras y se tomara mucho m¨¢s en serio su trabajo (incluso como fuente de negocio). En su serie Virago Modern Classic descubr¨ª, por ejemplo, a cl¨¢sicas como la gran Elizabeth Taylor (El hotel de Mrs. Palfrey, Angel) o Elizabeth von Arnim (Abril encantado) y a ¡°modernas¡± como Angela Carter, Sarah Waters o Gillian Slovo. Ahora, Virago ha decidido poner su feminismo al d¨ªa publicando (en noviembre) I Call Myself a Feminist, un volumen de ensayos escritos por mujeres de menos de 30 a?os que tratan de explicar por qu¨¦ sigue habiendo razones para considerarse feministas.
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