El rapero que no se callaba
Kanye West, uno de los hombres m¨¢s poderosos del negocio, anuncia su intenci¨®n de presentarse a presidente de EE UU; una rareza m¨¢s en su camino
Ha pasado una semana de la entrega de los Video Music Awards y todav¨ªa rebotan los ecos del soliloquio de Kanye West. Ya saben que el rapero concluy¨® su largo parlamento con un contundente ¡°he decidido presentarme a presidente en 2020¡±. Fue un riesgo calculado por parte de la cadena MTV: ceder un micr¨®fono a un artista con fama de bocazas y antecedentes como saboteador de ese tipo de ceremonias.
En verdad, estamos ante una de sus especialidades. Inicialmente, Kanye sol¨ªa protestar al ver sus discos ninguneados en los abundantes premios que animan el calendario del negocio musical. Pero, en 2005, durante un concierto en ayuda de las v¨ªctimas del Katrina, emitido por NBC, lanz¨® una bomba at¨®mica: acus¨® de racismo al entonces presidente de Estados Unidos (¡°a George Bush no le importa la gente negra¡±). Aunque luego debi¨® pedir disculpas al ocupante de la Casa Blanca, aprendi¨® la lecci¨®n: una transmisi¨®n en directo te permite atrapar la atenci¨®n del pa¨ªs.
Lo repiti¨® con impunidad: en los galardones MTV de 2009, salt¨® al escenario para reclamar que Beyonc¨¦ se merec¨ªa una estatuilla m¨¢s que la ganadora al ¡°mejor v¨ªdeo femenino¡±, Taylor Swift. A principios de 2015, tambi¨¦n en defensa de Beyonc¨¦, irrumpi¨® en el escenario de los Grammy cuando se otorgaba el premio gordo de la noche a Beck.
Kanye es un perfecto anzuelo para marcas de alta gama. No tiene pudor en platicar sobre sus pactos con Louis Vuitton y su pasi¨®n por Mercedes Benz
Una sospecha: los organizadores no hacen mucho por evitar esos incidentes; saben que no hay nada mejor para los ratings y el alboroto medi¨¢tico. De repente, el jefe de prensa de Obama est¨¢ bromeando con el ¡°candidato rapero¡±. Hasta el fen¨®meno entre los republicanos, Donald Trump, alaba a Kanye: ¡°Es una persona muy diferente a lo que la gente piensa. Espero competir con ¨¦l en alg¨²n momento¡±.
Por una vez, Trump dice algo sensato. Visto desde aqu¨ª, Kanye puede confundirse con uno de tantos monstruos de la era del infotainment. Aparte de sus arrebatos en p¨²blico, tiende a pelearse con los paparazis y est¨¢ casado con la celebrity por excelencia, Kim Kardashian, la reina de Instagram. Con semejantes antecedentes, se tiende a considerarlo como otro bicho del circo digital.
Y no. Tal vez nunca alcance la genialidad que le gusta proclamar (¡°aspiro a ser mejor que Picasso¡±), pero s¨ª encarna un atractivo modelo de artista: precoz, voraz, abierto a las colaboraciones, ansioso de asimilar todas las m¨²sicas, preparado para probar otras tareas (realizaci¨®n cinematogr¨¢fica, dise?o de moda, empresario y ?pol¨ªtico?).
Sus hinchas mencionan el ¡®efecto Schwarzenegger¡¯, que us¨® su fama para convertirse en gobernador de California
Para calibrar su singularidad, recordemos que Kanye West (Atlanta, 1977) sali¨® a la luz p¨²blica pr¨¢cticamente al mismo tiempo que 50 Cent, aquel rapero que alardeaba de haber sobrevivido a un intento de asesinato en el que recibi¨® nueve balazos; tal dato le proporcionaba credibilidad en la violenta liga del gangsta rap, entonces dominante. Por el contrario, Kanye no escond¨ªa que proced¨ªa de la clase media: padre fot¨®grafo y madre catedr¨¢tica. De hecho, presum¨ªa de su educaci¨®n, se vest¨ªa como un estudiante pijo y bautiz¨® sus primeros lanzamientos con t¨¦rminos de la vida universitaria (The College Dropout, Freshmen Adjustment, Late Registration, Second Semester, Graduation).
Se expon¨ªa al rid¨ªculo o incluso a alguna ¡°lecci¨®n¡± desagradable. Pero Kanye r¨¢pidamente estableci¨® una alianza con Jay-Z, el hombre m¨¢s poderoso del negocio (y esposo de Beyonc¨¦, no lo olviden). Consigui¨® su pl¨¢cet para dejar las labores de productor de alquiler y transformarse en artista. Ha funcionado: Kanye est¨¢ en lo alto de la primera divisi¨®n del hip-hop, con la particularidad de que atrae tambi¨¦n al p¨²blico alternativo.
Conviene mencionar que West modifica su sonido con regularidad (?imposible aburrirse!). Juega con las voces, incluida la suya. Mima los elementos mel¨®dicos en una m¨²sica generalmente marcada por el ritmo: se ha ido de gira con una secci¨®n de cuerdas. En sus letras, enriquece el estereotipo del rapero.
Desde luego, celebra su poder adquisitivo y sus gustos sibaritas. Pero entre el flujo de versos hay hueco para momentos introspectivos y reflexiones sobre problemas sociales. Al final, Kanye controla los t¨®picos de la autoayuda mejor que la jerga del gueto. Tiene un cierto complejo de Jesucristo: para una portada de Rolling Stone, se fotografi¨® con una corona de espinas.
El rap, ya lo saben, es un campo perfecto para los eg¨®latras. Tambi¨¦n obedece a una econom¨ªa muy peculiar: los discos tienen una elaboraci¨®n muy costosa, sin entrar en su mercadotecnia, que requiere millones. El verdadero dinero est¨¢ en los patrocinios, en las l¨ªneas de ropa, en las inversiones extramusicales. Con sus gustos exquisitos y su sonido resplandeciente, Kanye es un perfecto anzuelo para marcas de alta gama. No tiene pudor en platicar sobre sus pactos con Louis Vuitton y su pasi¨®n por Mercedes Benz; pasa de puntillas por sus pinchazos, como la participaci¨®n en la cadena Fatburger o el sigiloso cierre de su fundaci¨®n, que llevaba el nombre de su madre, fallecida tras una operaci¨®n de cirug¨ªa est¨¦tica.
Con todo, le va muy bien, gracias. Le calculan una fortuna de 150 millones de d¨®lares y seguramente evitar¨¢ los errores de otros colegas: este a?o, 50 Cent, su antiguo competidor, se declaraba en quiebra, a pesar de haber coescrito un libro para empresarios llamado La ley 50, que promet¨ªa las claves para ¡°alcanzar las cimas del poder¡±.
Hablando del poder: ?tiene Kanye alguna posibilidad de aspirar a la presidencia de EE?UU? Escasas, por decirlo ben¨¦volamente. Sus hinchas mencionan el efecto Schwarzenegger, actor que us¨® su fama para convertirse en gobernador de California. La estrategia de Arnold pas¨® por ignorar el circuito pol¨ªtico, evitar comprometerse con un programa y centrarse en entrevistas amables, donde vendi¨® su imagen de triunfador hecho a s¨ª mismo. Pero ocurri¨® en unas circunstancias excepcionales: un refer¨¦ndum revocatorio contra un gobernador extremadamente impopular, que hab¨ªa llevado el Estado al precipicio financiero.
Kanye no podr¨ªa evitar el calvario de unas primarias por territorios muy alejados de su mundo. Con su mecha corta y su tendencia a irse de la lengua, no durar¨ªa mucho en semejante ecosistema. En comparaci¨®n con el juego duro de la pol¨ªtica, las actuales peleas entre raperos ¡ªlas llamadas beefs¡ª son una broma.
Babelia
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