Josef Koudelka: ¡°Una buena foto es la que no puedes olvidar¡±
Legendaria figura de la historia de la fotograf¨ªa en el siglo XX, el checo habla a fondo de su trayectoria con motivo de la retrospectiva que le dedica la Fundaci¨®n Mapfre.
Una llamada en medio de la noche le despert¨®. Tal era la agitaci¨®n de la voz al otro lado del tel¨¦fono que Josef Koudelka (Boskovice, actual Rep¨²blica Checa, 1938) pens¨® que su amiga estaba borracha. Cuando comprendi¨® lo que suced¨ªa, agarr¨® su c¨¢mara Exakta Varex y se tir¨® a disparar a las calles. Era agosto de 1968, y los tanques sovi¨¦ticos pon¨ªan un violento fin a las reformas aperturistas que hab¨ªa emprendido Alexander Dubcek durante la Primavera de Praga.
Varias d¨¦cadas despu¨¦s, el fot¨®grafo brit¨¢nico Ian Berry recordaba haber visto entonces a un joven temerario que disparaba cara a cara a los tanques, y a la multitud que se plantaba pac¨ªficamente ante ellos. Berry pens¨® que se trataba de un loco o de un valiente. Y lo cierto es que parte de esa aura a¨²n rodea la legendaria figura de Koudelka: el hombre que durante d¨¦cadas se escond¨ªa bajo las iniciales P. P. (Prague photographer, fot¨®grafo de Praga), con las que fueron firmadas las instant¨¢neas de aquel 1968 cuando finalmente fueron publicadas en Occidente; y el mismo que como exiliado se pase¨® por medio mundo con un salvoconducto brit¨¢nico que rezaba "nacionalidad dudosa" (nationality doubtful). La vida n¨®mada que Koudelka eligi¨® desde que abandon¨® Praga en 1970, su afici¨®n a dormir en el suelo ¡ªa menudo al raso¡ª y su terca resistencia a aceptar encargos period¨ªsticos o comerciales alimentan el mito de este aut¨¦ntico rom¨¢ntico, que como escribi¨® Henri Cartier-Bresson, "lo ¨²nico que tiene es su talento, su c¨¢mara y su tozudez".
Pasaron varios meses hasta que aquellas im¨¢genes de la invasi¨®n de Praga fueron revel¨¢ndose. Eugene Ostroff, conservador de la Smithsonian Institution de Washing?ton, consigui¨® sacar del pa¨ªs unas cuantas copias aquel invierno y se las pas¨® a Elliott Erwitt, entonces presidente de Magnum. M¨¢s adelante convencieron al fot¨®grafo de que mandara los negativos, las fotos fueron distribuidas por esa agencia en 1969 y se publicaron aquel verano, al cumplirse el primer aniversario de la entrada de los tanques. Koudelka las vio en The Sunday Times Magazine unos meses despu¨¦s en un viaje a Londres y en 1970 abandon¨® definitivamente Checoslovaquia. Pas¨® las dos siguientes d¨¦cadas vagando literalmente por el mundo. En 1971 se incorpor¨® a Magnum, donde sus colegas le apodaron "san Josef" por su "pureza", seg¨²n Erwitt. En los noventa plant¨® su base en Praga, pero todav¨ªa hoy mantiene una apretada agenda de viajes. Sigue disparando por los pa¨ªses de la cuenca mediterr¨¢nea en un nuevo proyecto, Ruins, que presentar¨¢ en Par¨ªs en 2017.
Agarr¨® su c¨¢mara Exakta Varex y se tir¨® a disparar a las calles. Era agosto de 1968, y los tanques sovi¨¦ticos invad¨ªan Praga
Casi medio siglo despu¨¦s, con el muro ca¨ªdo y Checoslovaquia escindida, la carga emocional de aquellas fotos de Praga se mantiene intacta. Ah¨ª est¨¢ el impetuoso joven que se abre la chaqueta y ofrece su pecho al soldado armado con una ametralladora montado en un tanque, y el tiempo detenido en un reloj de mu?eca con una calle desierta al fondo ¡ªla imagen favorita de Bill Brandt por su "car¨¢cter surrealista"¡ª. Un par de d¨¦cadas despu¨¦s, ya instalado de vuelta en Praga recibi¨® otra llamada: al otro lado del tel¨¦fono alguien le dec¨ªa que su mano y su reloj eran los de la fotograf¨ªa. Solo le crey¨® cuando su interlocutor le dijo que ¨¦l a su vez ten¨ªa una foto de la mu?eca y el reloj del propio? Koudelka. "No es importante si son rusos y checos, es un s¨ªmbolo de las protestas de un pueblo que quiere libertad y otro que lo oprime. Yo escuchaba esos d¨ªas la radio rusa y las noticias eran totalmente contrarias a lo estaba pasando; en las calles vi el milagro o la fuerza de la uni¨®n de un pueblo", reflexiona mientras pasea por las salas de la Fundaci¨®n Mapfre, donde trabajaba la semana pasada en la instalaci¨®n de una gran muestra retrospectiva.
Cabr¨ªa pensar que aquella llamada en la madrugada de agosto de 1968 arranc¨® una de las historias m¨¢s personales y m¨ªticas de la fotograf¨ªa contempor¨¢nea, pero el idilio de Koudelka con la c¨¢mara y su inconfundible forma de ver y entender el mundo hab¨ªan arrancado a?os antes. Como estudiante de ingenier¨ªa aeron¨¢utica en los cincuenta se apunt¨® a un photoclub, empez¨® a frecuentar c¨ªrculos art¨ªsticos y mont¨® su primera exposici¨®n en 1961 en el vest¨ªbulo de un teatro. Koudelka recortaba entonces sus im¨¢genes para entrenar su ojo, las pegaba para crear panor¨¢micas, experimentaba con el medio y publicaba su trabajo en Divadlo, revista vanguardista especializada en teatro. Trabaj¨® con varias compa?¨ªas disparando entre los actores que representaban obras de Ionesco, Beckett y Jarry; retrat¨® un montaje de El rey Lear de Peter Brook. Finalmente, abandon¨® su trabajo como ingeniero y se entreg¨® al proyecto de fotografiar a la comunidad gitana, algo que quiz¨¢ vaticinaba su futuro n¨®mada. Las portadas y los cuadernos de trabajo de aquella ¨¦poca forman parte de la exposici¨®n que llega a Madrid, tras su paso por Chicago y Los ?ngeles.
El fot¨®grafo errante pasea recto y en¨¦rgico por la sala mientras sus fotos van saliendo de las cajas de embalaje. Viste una camisa militar, vaqueros y una gorra algo desva¨ªda. Le acompa?a su hija Lucina, que rueda material para un documental. Koudelka se maneja en seis idiomas, con una expresividad a prueba de acentos, y no renuncia a la exactitud de sus palabras. Desconf¨ªa del lenguaje, quiz¨¢ algo que le qued¨® de aquella propaganda comunista que escuch¨® de peque?o, y rara vez concede entrevistas. "Uno tiene una serie limitada de cosas que decir y no me gusta repetirme", explica. La reiterada y paciente b¨²squeda "del m¨¢ximo" ¡ªese "dar lo m¨¢s que puedas, t¨², los actores, la situaci¨®n"¡ªy, una vez que esa meta se ha alcanzado, la no repetici¨®n son dos de los principios que han regido su trabajo, una obsesi¨®n que le mantiene alerta: ah¨ª se encuentra la clave de sus cambios de objetivo, del gran angular a las c¨¢maras panor¨¢micas que hoy emplea, concretamente un modelo digital especialmente dise?ado para ¨¦l. Y ?qu¨¦ opina de la explosi¨®n fotogr¨¢fica en el mundo contempor¨¢neo? "Es algo positivo que la gente pueda visualizar, pero no creo que cualquiera que apriete el disparador sea un fot¨®grafo, como no es un escritor quien sabe firmar".
En 1971 se incorpor¨® a Magnum, donde sus colegas le apodaron "san Josef" por su "pureza",
De carcajada f¨¢cil y sensibilidad cercana, con una particular calidez eslava, el fot¨®grafo proyecta un aire de f¨¦rrea resistencia: ¨¦l no ceja en su empe?o de seguir investigando, de plasmar su poes¨ªa, siempre a su manera, en blanco y negro. Sigue sin llevar tel¨¦fono ¡ª"una libertad"¡ª y sigue rechazando propuestas, la ¨²ltima una invitaci¨®n a participar en una colectiva en el Barbican ¡ª"me llaman Mr. No"¡ª. Pero ¨¦l resta importancia al aire rom¨¢ntico que rodea su trayectoria: "Dormir en el suelo no es una condici¨®n para tirar buenas fotos, duermes as¨ª porque haces un determinado tipo de foto; pas¨¦ a?os fotografiando a gente que ten¨ªa menos dinero que yo, pero viv¨ªan mejor. Era mi decisi¨®n, no he hecho sacrificios sino simplemente lo que quer¨ªa hacer". ?A¨²n duerme en la sede de Magnum en Par¨ªs, como cuenta la leyenda? Dice que s¨ª, la ¨²ltima vez la semana pasada, y alega que es c¨®modo tener ah¨ª mismo la oficina. Por si faltara alguna prueba, el cat¨¢logo de la exposici¨®n en Mapfre se abre con un mapa de las constelaciones que marc¨® a lo largo de 2010 en sus viajes.
Cuando accede a dar una entrevista, Koudelka se aplica a la tarea con meticulosa precisi¨®n y entrega. Esta charla se celebra a lo largo de tres d¨ªas y en cada encuentro suma capas a la estampa. Uno de los lemas que le gusta repetir: lo que se hace con tiempo, el tiempo lo respeta.
PREGUNTA. Trabaja de forma exhaustiva la composici¨®n de sus libros. ?Ocurre lo mismo con las exposiciones?
RESPUESTA. Hay que olvidarse del ego y trabajar con el espacio, cada lugar es distinto. He montado hasta cinco retrospectivas de mi obra, y esta es la primera que hago con un comisario, Matthew Witkovsky. Vi un cat¨¢logo de una exposici¨®n que ¨¦l mont¨® de fotograf¨ªa centroeuropea de entreguerras y pens¨¦, ?al fin un americano que sabe algo de Europa! Le propuse colaborar en algo.
P. Ni encargos period¨ªsticos, ni trabajos publicitarios, lo cierto es que siempre ha evitado trabajar con o para otros. ?Qu¨¦ tal le ha ido esta vez?
R. Una vez en el MOMA, John Szarkowski [director del departamento de fotograf¨ªa durante 30 a?os] me dijo que el artista tiene un gran ego, pero que el comisario tiene uno a¨²n mayor. Con un comisario tienes que aceptar que tiene ideas distintas, pueden ser buenas o malas, pero son suyas. Yo sab¨ªa que el trabajo de Witkovsky ten¨ªa calidad y he aprendido mucho. Si yo monto una exposici¨®n trato de usar las fotos para contar algo. Al comisario le interesaba m¨¢s el propio medio fotogr¨¢fico, los cambios, la evoluci¨®n. Se van poniendo a prueba las ideas, como el orden cronol¨®gico y verificas que no funciona. Y tanto los comisarios como los coleccionistas se vuelven locos con las copias vintage, pero a veces estas no son las mejores reproducciones, aunque evidentemente tienen valor hist¨®rico.
Dormir en el suelo no es una condici¨®n para tirar buenas fotos, duermes as¨ª porque haces un determinado tipo de foto ?
P. ?Y qu¨¦ es una buena foto?
R. Me gustan muy pocas. Para m¨ª se trata de una imagen que cuando la ves no la puedes olvidar, que permite que quienes la miren inventen diferentes historias, que los espectadores proyecten. No se trata de reportajes, sino de una ¨²nica imagen que se te queda dentro. Tampoco creo que haya grandes fot¨®grafos sino grandes fotograf¨ªas, que son un tipo de milagro, algo que ocurre muy pocas veces.
P. ?Por eso se mantuvo lejos del foto?pe?rio?dismo?
R. Cuando le mostr¨¦ mis fotos de los gitanos a Cartier-Bresson me dijo que ten¨ªa ojo de pintor, pero me advirti¨® que pod¨ªa perderlo y que no deb¨ªa ni tocar el fotoperiodismo. ?l tuvo una enorme importancia, aunque no me influy¨® fotogr¨¢ficamente, me ense?¨® la ¨¦tica de la vida y de la fotograf¨ªa. Cu¨¢ndo decir s¨ª y no. Su libro El momento decisivo no era mi biblia, como les pasaba a otros. El propio Bresson me pidi¨® que eligiera las que me gustaban y elabor¨¦ una lista que a¨²n tengo guardada.
La maqueta perdida
Koudelka ha llevado un estricto diario y concienzudas notas que ahora le permiten precisar su historia sin tener que fiarse de la traicionera memoria. A su gran amigo Cartier-Bresson le conoci¨® en Londres al poco de llegar como exiliado, cuando acampaba en el estudio del gal¨¦s David Hurn. Tras la inauguraci¨®n de la primera galer¨ªa de fotograf¨ªa de la ciudad con la exposici¨®n Concerned Photographers, montada por Cornell Capa, Koudelka fue a la cena organizada en un restaurante de moda, al que no le dejaban entrar. El franc¨¦s acab¨® por salir y enfrentarse al portero. Fue la primera de las muchas veces que dio la cara por ¨¦l; cuando unos y otros trataban de que aceptara encargos comerciales. Meses despu¨¦s Koudelka le visit¨® en Par¨ªs y le mostr¨® su trabajo de los gitanos, Cartier-Bresson se qued¨® con dos copias ¡ªque siempre tuvo colgadas en la pared de su apartamento¡ª y le present¨® al editor Delpire. "Los fot¨®grafos viajamos mucho y pasas largas temporadas sin verte, pero siento su p¨¦rdida cuando quiero comprar una postal para mand¨¢rsela", dice Koudelka.
P. La pintura tuvo gran influencia en Cartier-Bresson. ?Tambi¨¦n en su caso?
R. ?l lleg¨® a la fotograf¨ªa a trav¨¦s de la pintura, y lo m¨ªo fue al contrario. Realmente descubr¨ª la pintura en Granada, en 1971, cuando visit¨¦ la capilla real y vi a los primitivos flamencos; Membling me pareci¨® lo m¨¢s. Luego descubr¨ª a muchos otros pintores. Esta semana nada m¨¢s llegar fui al Prado a ver El jard¨ªn de las delicias, uno de mis favoritos. El arte tiene que ver con la emoci¨®n y con nada m¨¢s.
No creo que haya grandes fot¨®grafos sino grandes fotograf¨ªas, que son un tipo de milagro ?
Koudelka habla con cari?o de aquel primer viaje a Espa?a ¡ªla ¨²nica vez que prob¨® a disparar en color¡ª y de sus muchos amigos espa?oles, entre otros el general Lister. Cuenta que este pa¨ªs fue el primero en el que se meti¨® a fondo: en Barcelona tom¨® un curso de espa?ol, en Castell¨®n durmi¨® en una plaza junto a una fuente, y en sucesivos viajes por las fiestas populares coincid¨ªa siempre con Fernando Herr¨¢ez, con quien trab¨® una gran amistad ¡ª"nos llam¨¢bamos peregrino n¨²mero uno y peregrino n¨²mero dos"¡ª, y con Cristina Garc¨ªa Rodero. Desde el principio ten¨ªa claro que no quer¨ªa documentar las romer¨ªas. Algunas de aquellas fotos que tom¨® en Espa?a se incorporaron a su serie Exilios, resultado de su vida sin residencia fija durante 17 a?os. Koudelka reconoce que aunque hay algo que le atrae especialmente de Espa?a ¡ª"la gente disfruta de la vida y se da por hecho que hay que comportarse"¡ª, Italia influy¨® m¨¢s en su gusto. Se define como un producto de los pa¨ªses que ha visitado y la gente que ha conocido, pero sus ra¨ªces, afirma con determinaci¨®n, son centroeuropeas.?
El viaje es una pregunta constante, descubrir qui¨¦n eres se vuelve m¨¢s f¨¢cil, es una cuesti¨®n de higiene mental ?
Dicen que Centroeuropa es el lugar donde al pedir un caf¨¦ siempre te traen un vaso de agua, y Koudelka pide eso mismo en el Caf¨¦ Gij¨®n. Cuenta que en un pueblo del sur de Espa?a es d¨®nde encontr¨® la m¨²sica que m¨¢s le emociona, la que le remite a aquella que escuch¨® de joven. Tambi¨¦n apunta que no descarta reunir sus fotos espa?olas en un libro. Pero por el momento ahora prefiere seguir volcado en nuevas fotos y nuevos viajes, no en el pasado. "Si siempre viajas no permites que la gente te encasille, al final acaban por aceptarte. Tienes que entender qu¨¦ eres, qu¨¦ puedes hacer y en qu¨¦ eres mejor que los otros. El viaje es una pregunta constante, descubrir qui¨¦n eres se vuelve m¨¢s f¨¢cil, es una cuesti¨®n de higiene mental".
Hay una franca simplicidad en sus palabras cuando afirma que la falta de libertad pol¨ªtica en la que creci¨® iba acompa?ada de una falta de libertad para hacer dinero y que esto los empuj¨® a hacer lo que de verdad deseaban hacer. March¨® al otro lado del tel¨®n de acero, pero aplic¨® un principio de libertad que desbord¨® los m¨¢rgenes. "El exilio te destruye, pero si no es as¨ª te hace m¨¢s fuerte. Te llevas dos regalos. El primero es que debes construir tu vida completamente de nuevo, y el segundo es que si tienes oportunidad de regresar a tu pa¨ªs los ves con ojos distintos", dice, recordando el pr¨®logo que Vaclav Havel hizo a su libro.
P. ?C¨®mo empez¨® su proyecto de los gitanos? ?Fue un gesto de disidencia pol¨ªtica?
R. En mi pueblo no hab¨ªa ni gitanos ni jud¨ªos, llegu¨¦ a ellos a trav¨¦s de la m¨²sica folcl¨®rica y creo que fue la m¨²sica lo que me hizo seguir. Empec¨¦ a fotografiarlos y tambi¨¦n usaba una grabadora, ve¨ªan mi inter¨¦s. Pero mi trabajo no era documental, los gitanos no son solo como se ven en mis fotos, esa es mi proyecci¨®n. Lo que s¨ª ten¨ªa claro es que no quer¨ªa perjudicarlos. Ellos no estaban en el sistema, pero tampoco en la lucha por la libertad, peleaban por sobrevivir. ?No imaginas la cantidad de animales en mal estado que com¨ª! Ahora no podr¨ªa hacer esas fotos, pero entonces tampoco pod¨ªa hacer lo que hago ahora.?
P. Ya no hay gente en sus fotos.
R. Nunca he hecho foto de ¡°gente¡±, sino de aquellos que ten¨ªan que ver conmigo. Creo que lo m¨¢s importante es hacer fotos y no preocuparme del pasado. Quiero mantener una coherencia, continuar cuan lejos pueda ir, hasta el fin.
Koudelka ha terminado su caf¨¦ y su agua. Antes de concluir esta tercera cita muestra, con cierto orgullo y a modo de confidencia, el calendario que se expande por dos folios y est¨¢ minuciosamente ordenado por colores y anotado a mano. All¨ª tiene planificados sus viajes en los pr¨®ximos meses. Lo guarda en su bolsa de tela, cierra la cremallera y enfila calle arriba.?
Josef Koudelka. Fundaci¨®n Mapfre. Madrid. Hasta el 29 de noviembre. El 19 de noviembre Koudelka ofrecer¨¢ una charla abierta al p¨²blico a las 19.30.
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