Me acuerdo de Internet
A principios de 2001, estaba en contra de que entrara un ordenador en casa. Pero entr¨®
Ya saben. En Me acuerdo (Je me souviens), Perec reuni¨® 480 recuerdos breves acerca de t¨®picos variados: ¡°Me acuerdo de que Fidel Castro era abogado¡±. ¡°Me acuerdo del d¨ªa en que Jap¨®n capitul¨®¡±. ¡°Me acuerdo del hula-hoop¡±¡
Si un d¨ªa me propusiera abordar mis recuerdos, empezar¨ªa as¨ª: ¡°Me acuerdo de Internet¡±. Y es que han pasado s¨®lo quince a?os desde que el ordenador cambi¨® mis h¨¢bitos, pero la sensaci¨®n es que ha transcurrido una eternidad.
A principios de 2001, estaba en contra de que entrara un ordenador en casa. Pero entr¨®. Lo miraba con odio, a distancia. Pero un d¨ªa ten¨ªa que averiguar qu¨¦ significaba Maelstr?m y prob¨¦ a ver qu¨¦ daba de s¨ª el infernal cacharro. No he podido olvidar aquella primera sesi¨®n. Acced¨ª de pronto a un cuento de Poe, Descenso al Maelstr?m, donde un falso viejo, desde lo alto de un abismo, hablaba tanto del remolino Maelstr?m de las costas noruegas como de un pasadizo subterr¨¢neo que conectaba con una regi¨®n remota.
Y algo m¨¢s tarde, sin salir de Internet ¡ªmedio ya fascinado¡ª, supe que, creyendo los de la Enciclopedia Brit¨¢nica que el de Poe era un relato ver¨ªdico, hab¨ªan publicado uno de los pasajes y tardado meses en descubrir que el fragmento hab¨ªa sido tomado por Poe de una edici¨®n anterior de la Enciclopedia.
Poco despu¨¦s, un link ¡ªque tambi¨¦n parec¨ªa conectar con una esfera lejana¡ª me permiti¨® saber qui¨¦n era el se?or que ten¨ªa un breve cameo en el cuento: ¡°Kircher y otros imaginan que en el centro del canal del Maelstr?m hay un abismo que penetra el globo terrestre y que vuelve a salir en alguna regi¨®n remota¡±.
Athanasius Kircher, que ten¨ªa algo de Perec avant la lettre, hab¨ªa sido un genio del siglo XVI dominado por el demonio de la curiosidad inagotable por todo lo que ten¨ªa a la vista, especialmente por las cosas m¨¢s fugitivas y por el deseo de catalogarlas, liber¨¢ndolas as¨ª de la fugacidad y del misterio que las rodeaba. Esa tendencia a inventariarlo todo llev¨® a Kircher a investigar en 1680 los jerogl¨ªficos del obelisco situado frente a la iglesia de Santa Maria sopra Minerva (en la bella plaza romana, por cierto, donde muchos a?os despu¨¦s nacer¨ªa S¨¢nchez Ferlosio).
Otro link me explic¨® que Kircher pensaba que si el mundo era un teatro destinado a la mayor glorificaci¨®n de Dios, era necesario captar, detr¨¢s de sus incesantes representaciones de comedias y tragedias, el dibujo de lo Eterno, por lo cual intent¨® traducir los jerogl¨ªficos ¡ªcomo si en ellos se escondiera la luz divina¡ª y termin¨® hasta inventando algunos, a los que hizo pasar por aut¨¦nticos durante un tiempo. En la mezcla de ficci¨®n y realidad, Kircher fue un audaz pionero: enredaba, catalogaba, falsificaba; se sabe que cre¨ªa en todo lo que inventaba.
Al d¨ªa siguiente, iniciaba por mi cuenta un enloquecido cat¨¢logo de todos los muertos de la historia de la humanidad. ¡°Esa cifra exacta de cad¨¢veres tiene que existir, otra cosa es que sea f¨¢cil encontrarla, porque siempre habr¨¢ m¨¢s de un difunto oculto¡±, les dec¨ªa a los amigos, que no sab¨ªan hacia d¨®nde mirar. Ten¨ªa ya Internet inyectada en vena.
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