Ant¨®nio Lobo Antunes: ¡°Mis libros nacen de la basura¡±
El eterno candidato portugu¨¦s al Nobel publica en Espa?a 'Comisi¨®n de las l¨¢grimas'
Los libros se comen las paredes. "Ya no me caben. Tengo que cambiarme a un piso m¨¢s grande". ?Y por qu¨¦ no tira alguno? "Nunca; la mayor parte son mal¨ªsimos, pero no puedo. Tengo mucho respeto por los libros". Una habitaci¨®n de Ant¨®nio Lobo Antunes (Lisboa, 1942) se llena solo con traducciones de su treintena de libros. En el estudio escribe un profesor canadiense especializado en su obra. En Holanda, va por la cuarta edici¨®n su ¨²ltimo libro Camino como una casa en llamas, y ahora en Espa?a se edita Comisi¨®n de las l¨¢grimas (Random House), un retrato de la condici¨®n humana, ambientada en la guerra de liberaci¨®n de Angola. Como en cada una de sus obras, cuando Lobo Antunes escribe, duele; y cuando habla, tambi¨¦n.
Pregunta. Gracias por recibirnos en su casa de Lisboa, la ciudad de Pessoa.
Respuesta. No soy un admirador de Pessoa.
P. ?Hombre! El libro del desasosiego¡
R. El libro del no s¨¦ qu¨¦ me aburre de muerte. La poes¨ªa del heter¨®nimo ?lvaro de Campos es una copia de Walt Whitman; la de Ricardo Reis, de Virgilio. Me pregunto si un hombre que jam¨¢s ha follado puede ser buen escritor.
El libro del no s¨¦ qu¨¦ [de Fernando Pessoa] me aburre de muerte
P. ?Tampoco hay nada nuevo en Portugal?
R. No es un problema de Portugal o de Espa?a. El problema es que hoy no hay grandes escritores en Europa ¡ªen Irlanda, quiz¨¢s¡ª, pero no en Inglaterra o en Francia, que el pasado siglo tuvo a dos genios, Proust y C¨¦line. En el siglo XIX ten¨ªas 20 o 30 genios en Europa,
P. ?Tampoco en Am¨¦rica?
R. En Latinoam¨¦rica, s¨ª los hay; en Estados Unidos, no; aunque me gusta Cormac McCarthy. Es un problema general, no hay m¨¢s que mirar qui¨¦nes ganaron los ¨²ltimos premios Nobel.
P. Usted, no.
R. No, nunca lo ganar¨¦, aunque siempre salgo en las apuestas, como los caballos. He ganado casi todos los premios, pero lo que me interesa de ellos es el dinero.
P. Cierto, cuando le comunicaron que hab¨ªa ganado el Juan Rulfo, usted respondi¨®: "?Cu¨¢nto?".
R. Qued¨¦ fatal. Me lo anunciaron en una videoconferencia en directo, y los periodistas mexicanos se echaron a re¨ªr. Fueron 100.000 euros.
P. ?Y el prestigio del premio no le importa?
R. El prestigio se lo dan los escritores al premio, no al rev¨¦s.
P. Dedicado a la psiquiatr¨ªa, fue escritor tard¨ªo; hasta los 37 a?os, con Memoria de elefante (1979), no empez¨® a publicar.
No hay grandes escritores en Europa. En Irlanda, quiz¨¢s
R. Nadie me quer¨ªa; ni en Portugal ni en ninguna parte; pero un editor americano, que no hab¨ªa le¨ªdo el libro, lo public¨®. Fue portada de The New York Times, Los Angeles Times y The Washington Post y si tienes estos peri¨®dicos, tienes el mundo. El primero que me llam¨® en Espa?a fue Jacobo [Mart¨ªnez de Irujo], de Siruela, con quien comenc¨¦ a editar. He pasado semanas escribiendo en su casa del Ampurd¨¢n.
P. Aquel libro se basaba en sus experiencias como psiquiatra, Comisi¨®n de las l¨¢grimas tira de su pasado militar en Angola.
R. No me interesa escribir novelas de guerra por respeto a los muertos. Me interesan las personas en circunstancias extremas. Quise desertar cuando estuve all¨ª, pero mi capit¨¢n me dijo: "No te vayas, que la revoluci¨®n se hace por dentro; no en los caf¨¦s de Par¨ªs".
P. Y tuvo raz¨®n.
R. S¨ª, nada hay m¨¢s duro que una guerra. A los 18 a?os decret¨¦ que iba a ser un genio, pero llegas a la guerra y eso desaparece inmediatamente; eres uno entre muchos. Hay dos cosas magn¨ªficas del espect¨¢culo de la guerra: la belleza del coraje f¨ªsico y lo m¨¢s horrible, la cobard¨ªa. Despu¨¦s de 60 a?os sigues con pesadillas por las cosas horribles en que participaste. Lo que planteo es por qu¨¦ no se siente culpabilidad, por qu¨¦ es tan f¨¢cil matar y morir.
P. La cr¨ªtica dice que Comisi¨®n de las l¨¢grimas trata de las torturas a Virinha, la capitana del Movimiento de Liberaci¨®n de Angola.
R. No se ha entendido bien, en realidad es sobre la muerte de Jonas Savimbi en un atentado cometido por los cuerpos de inteligencia portugueses, israel¨ªes y norteamericanos, que le localizaron por el m¨®vil.
P. Una vida siempre en alerta.
Cuando no escribo no me siento bien, siento como una angustia
R. Casi siempre. Cuando jugaba el Benfica, escuch¨¢bamos los partidos por la radio y orient¨¢bamos los altavoces del cuartel hacia el exterior. Durante 90 minutos no nos pegaban ni un tiro. Los guerrilleros eran del Benfica, como nosotros.
P. ?Es del Benfica?
R. Y del Atl¨¦tico de Madrid, dos equipos del pueblo. Estoy muy contento de que haya vuelto El Ni?o. No es el que era, pero ha demostrado ser hombre de palabra, que ya es cosa rara en los hombres.
P. Compromiso, coraje, cobard¨ªa... Se fija mucho en los valores b¨¢sicos de las personas.
R. Y honestidad. Al escribir hay que ser honesto. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, es un escritor honesto y un premio Nobel bien dado. Dec¨ªa Frank Sinatra: "Puedo ser un canalla, puedo ser un mafioso, pero cuando canto soy completamente honesto".
P. Le gusta mucho la m¨²sica.
R. Me gusta mucho, pero ya no oigo los agudos; no oigo los violines.
P. D¨ªgame que le gusta el fado.
R. No me interesa mucho. Despu¨¦s de escuchar dos resulta muy mon¨®tono.
P. ?Y el flamenco?
R. ?Ah! Eso, s¨ª, much¨ªsimo. Esa sensualidad, esa belleza; Jacobo [Mart¨ªnez de Irujo] me sol¨ªa llamar cuando descubr¨ªa un nuevo cantante para que fu¨¦ramos a escucharlo juntos. He aprendido m¨¢s con algunos saxofonistas del jazz como John Coltrane o Charlie Parker que con escritores.
Lo que me interesa de los premios literarios es el dinero
P. ?Qu¨¦ ha aprendido?
R. El fraseo, la musicalidad del fraseo. Al fin y al cabo soy un ladr¨®n, un hombre que siempre est¨¢ buscando cosas en la basura. Mis libros nacen de la basura.
P. ?Y no ha encontrado un libro que le cambiara la vida?
R. S¨ª. En mi juventud, no s¨¦ c¨®mo, cay¨® en mis manos Nueve nov¨ªsimos poetas espa?oles (Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet, 1970). Lo le¨ª y comprend¨ª que no pod¨ªa seguir escribiendo la mierda que escrib¨ªa. Cada uno de los nueve era mejor que yo. El pr¨®logo ya era precioso. C¨®mo pod¨ªa compararme a la Oda a Venecia ante el mar de los teatros de Pere Gimferrer.
P. ?Y ahora qu¨¦ salvar¨ªa de su obra?
R. Nunca hablo de los libros que he acabado. No leo las pruebas ni la edici¨®n. Cuando los entrego, me olvido. Se acab¨®. No piense mal de m¨ª, pero me enorgullezco de mi obra.
P. ?No lee las cr¨ªticas?
R. Yo s¨¦ lo que escribo. No necesito leerlas. Ni las de Harold Bloom, aunque en ese sentido me parece m¨¢s importante Steiner, el mayor genio que existe. ?Sabe que en su casa tiene el piano de Darwin? A menudo, confundimos nuestros gustos con nuestras pasiones. Borges es bueno, pero no me gusta; Roberto Bola?o es bueno, pero no comprendo el fen¨®meno, quiz¨¢s es porque muri¨® joven, quiz¨¢s no me gusta porque le conoc¨ª. Ese es el problema de la cr¨ªtica. Si coincide con tus gustos, es bueno; si no, es malo.
P. Ha escrito 30 obras en 37 a?os. ?No parar¨¢?
R. ?Qu¨¦ puedo hacer? Cuando no escribo no me siento bien, siento como una angustia; una cosa f¨ªsica dif¨ªcil de explicar. Tengo la impresi¨®n de que me hicieron para escribir.
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