John McHugo: ¡°El mundo ¨¢rabe y Occidente est¨¢n entretejidos¡±

El choque de civilizaciones es un ¡°enfoque de pensamiento err¨®neo¡±. Con esta premisa, contraria a la teor¨ªa acu?ada por Samuel Huntington, John McHugo (Londres, 1951) afronta en Una breve historia de los ¨¢rabes (Turner Noema) el reto tit¨¢nico de resumir en 300 p¨¢ginas 14 siglos de historia, desde el nacimiento del islam en Arabia Saud¨ª hasta la irrupci¨®n del Estado Isl¨¢mico (EI), para ¡°una audiencia occidental¡± no especializada. Pero sin recurrir a la ¡°visi¨®n maniquea que divide entre Occidente y mundo ¨¢rabe¡±. ¡°Las culturas civilizadas se influyen y se benefician mutuamente. En caso contrario, no son culturas civilizadas¡±, sostiene el arabista y abogado experto en derecho internacional, que este viernes present¨® la edici¨®n de su libro en espa?ol en el Hay Festival de Segovia.

Si los refugiados creyeran que Europa es el diablo no vendr¨ªan

McHugo intenta ¡°explicar el mundo ¨¢rabe pero no justificarlo¡±. ¡°Soy muy cr¨ªtico con lo que ocurre en muchos pa¨ªses ¨¢rabes, pero para entender parte de los problemas que hoy padecemos es necesario contar su historia con otros ojos¡±, sin el ¡°prisma occidental¡±, afirma durante una entrevista realizada en Casa ?rabe.

Resolver la cuesti¨®n de cu¨¢ndo comenz¨® la ¡°hostilidad¡± entre Occidente y el mundo ¨¢rabe requiere, seg¨²n McHugo, ¡°retroceder en el tiempo, incluso a un periodo anterior al nacimiento del islam¡±. ¡°Hay una concatenaci¨®n de pol¨ªticas erradas y desastres hist¨®ricos que han generado el desencuentro¡±, analiza. Sin embargo, reitera, a pesar de la animadversi¨®n que se puedan llegar a profesar ambas partes, ¡°no existe un choque de civilizaciones entre Occidente y Oriente, por muy popular que sea este argumento en la derecha pol¨ªtica, en Estados Unidos e incluso en Europa. Si los cientos de miles de refugiados que est¨¢n llegando a Occidente pensaran que es el diablo no vendr¨ªan¡±, argumenta.

La llegada masiva de emigrantes a Europa es una muestra de que ¡°el mundo ¨¢rabe y Occidente est¨¢n entretejidos¡±. ¡°La destrucci¨®n de Palmira nos afecta a todos porque es parte de nuestra herencia¡±, sostiene el arabista. Al igual que tambi¨¦n perjudica a Europa y a EE UU la irrupci¨®n del Estado Isl¨¢mico, t¨¦rmino que McHugo prefiere sustituir por su acr¨®nimo en ¨¢rabe, Daesh, para ¡°no insultar a los musulmanes¡± y evitar su connotaci¨®n de califato.

¡°Una tormenta perfecta¡±

Seg¨²n el abogado, ¡°varios acontecimientos han creado una tormenta perfecta que ha permitido la aparici¨®n de Daesh¡±. El sectarismo chi¨ª del ex primer ministro iraqu¨ª Nuri al Maliki ¡ªdimiti¨® en agosto de 2014¡ª, la huida masiva de combatientes sun¨ªes hacia Siria tras la invasi¨®n estadounidense de Irak en 2003 y la decisi¨®n del presidente sirio, Bachar el Asad, de liberar presos islamistas son algunos de los factores que confluyen en el nacimiento de la organizaci¨®n.

¡°Daesh creci¨® aprovech¨¢ndose de las debilidades de su adversario pero no hay que olvidar que no es invencible¡±, aconseja McHugo. Cita como ejemplo la victoria de las milicias kurdas que liberaron la ciudad siria de Kobane, pero duda del ¨¦xito de los bombardeos de la coalici¨®n internacional. ¡°Las bombas matan a miembros de Daesh pero no descabezan la organizaci¨®n¡±, apunta.

Daesh [el Estado Isl¨¢mico] creci¨® por las debilidades pero no es invencible

Gran experto en Siria, el abogado considera imprescindible incluir a Bachar el Asad en la resoluci¨®n de una guerra que dura ya m¨¢s de cuatro a?os porque ¡°representa a un n¨²mero sustancial de sirios¡±. La alternativa ser¨ªa un ¡°desastre¡±. ¡°La lecci¨®n que aprendimos de Libia es que no se debe cortar la cabeza a quien dirige el Estado¡±, recuerda.

Aunque el mundo ¨¢rabe se halla en ¡°un momento de transici¨®n¡± en el que es dif¨ªcil dilucidar hacia donde se dirige, la esperanza en un futuro en el que sus ciudadanos gocen de libertades democr¨¢ticas no tiene por qu¨¦ ser una quimera. ¡°Aunque parece que la primavera ¨¢rabe no tuvo ¨¦xito, nada volver¨¢ a ser como antes. La oleada revolucionaria ha dejado un efecto que se ver¨¢ a largo plazo¡±, augura McHugo.