El mundo en una bellota
El escritor peruano radiografia el Hay Festival de Segovia, encuentro de novelistas, intelectuales y pol¨ªticos
Segovia, 2006. Creo que el se?or bajito a mi lado en el bar es Martin Amis. No, no lo creo. Estoy seguro. Se ve id¨¦ntico a las fotos que aparecen en los libros de Martin Amis. Esta es mi primera vez en el festival, la primera vez que se celebra en Segovia, y la primera que veo en carne y hueso a escritores como Ian McEwan o el propio Amis. Hasta este momento, yo no ten¨ªa constancia de que existiesen de verdad. Para m¨ª, ellos eran solo un mont¨®n de palabras geniales sobre un papel.
?¡ªSe?or Amis, he le¨ªdo su cuento sobre los terroristas del 11-S.
¡ªAh.
Se est¨¢ aburriendo. Lo estoy aburriendo. Trato de decir algo inteligente.
¡ª?Fue dif¨ªcil escribir sobre gente tan diferente de usted?
¡ª?Diferente? ¡ªlo dice tan alto que ahora me pregunto si lo he enfadado¡ª Conozco perfectamente a los yihadistas. Yo sal¨ª con una musulmana. Y no consegu¨ª acostarme con ella ni una sola vez. S¨¦ qu¨¦ mundo quiere esa gente. Y me opongo.
Despu¨¦s de su sentencia, me da la espalda y se va.
Yo alucino.
He hablado con Martin Amis.
Hay-on-Wye, 2008. Cherie Blair est¨¢ contando c¨®mo concibi¨® a su ¨²ltimo hijo. En cierto modo, la culpa fue de Su Majestad la Reina Isabel.
La historia empez¨® cuando Tony Blair, flamante primer ministro del Reino Unido, y su esposa visitaron por primera vez Balmoral, el palacio de verano de la Reina. Como hace la gente normal, los Blair dejaron su equipaje en la habitaci¨®n y bajaron a saludar a su anfitriona. Al regresar a su cuarto, descubrieron que los mayordomos reales hab¨ªan abierto sus maletas y ordenado sus pertenencias. Era el protocolo. Llevaba haci¨¦ndose as¨ª durante siglos.
Pero Cherie Blair no lo sab¨ªa. Ella solo pens¨®: ¡°?Oh, Dios! ?Los mayordomos han visto nuestros condones!¡±.
Por pudor, en su siguiente visita a Balmoral, los Blair no llevaron preservativos. Su hijo naci¨® nueve meses despu¨¦s.
Llevo todo el d¨ªa escuchando historias como esta. E ideas. He visto a Christopher Hitchens repartir whisky a la hora del desayuno. A Naomi Klein desafiar al orden econ¨®mico. A Gore Vidal burlarse de George Bush.
Hay-on-Wye, el pueblo gal¨¦s donde el festival naci¨® antes de convertirse en un fen¨®meno internacional, posee la mayor cantidad de librer¨ªas per c¨¢pita en el mundo. Pero en los d¨ªas del festival, tambi¨¦n ostenta la mayor densidad de escritores. Es como si el mundo se hubiese concentrado justo aqu¨ª, en estos verdes prados, entre ovejitas y pasteles de carne.
Xalapa, 2011. Antes de llegar al primer Hay mexicano, he hecho una gira por este pa¨ªs. Es el peor a?o de la guerra contra las drogas del presidente Calder¨®n. Los muertos se cuentan por decenas de miles. En D.F., los narcos arrojaron a la autov¨ªa varias cabezas sin cuerpos. En algunas otras ciudades, han arrojado cuerpos enteros. Montones de cad¨¢veres atascando el tr¨¢fico, solo para dejar claro qui¨¦n tiene el poder.
El festival de Xalapa se celebra con guardias armados en cada rinc¨®n. A¨²n as¨ª, la gente asiste a las charlas masivamente como una se?al de resistencia, una afirmaci¨®n de que sigue viva entre tanta muerte.
Una noche toca Molotov, y su concierto suena como un grito de rabia. Salgo de ah¨ª excitado y termino en una discoteca con algunos empleados del Ayuntamiento asignados al festival. S¨®lo que al llegar, algo extra?o flota en el aire. No se oyen voces. Los ¨²nicos asistentes somos nosotros y un par de chicas que vegetan en la barra. Alguien me explica:
¡ªHoy hay redada policial. Y todos saben que este local es propiedad de narcos. Se ha corrido la voz de la redada y nadie ha querido venir.
Frustrados, regresamos al restaurante donde se re¨²nen los invitados del festival. Me siento en una mesa junto a un se?or con aspecto de inversionista que resulta ser el gran ensayista liberal Niall Ferguson. Cuando voy a contarle lo que nos ha pasado, uno de los chicos del Ayuntamiento me suplica en espa?ol:
¡ªPor favor. No se lo diga. Los gringos se asustan m¨¢s.
Segovia, 2015. Vuelvo a la ciudad de mi primer Hay. Ya es el d¨¦cimo. En una d¨¦cada, los invitados a las distintas ediciones de este festival global hemos compartido un planeta en ebullici¨®n. Y aqu¨ª seguimos.
Durante un fin de semana, en esta peque?a ciudad se dan cita novelistas populares como Mar¨ªa Due?as, intelectuales de la talla de Antonio Mu?oz Molina, grandes cronistas como Emmanuel Carr¨¨re y Mart¨ªn Caparr¨®s, pol¨ªticos como Nick Clegg, escritores como Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, charlas sobre arquitectura, ciclos de cine israel¨ª, alem¨¢n y ¨¢rabe... Yo hablo con mi propio padre sobre el poder y los libros en Am¨¦rica Latina. En estos tres d¨ªas, historias e ideas de todo el mundo se ponen a dialogar.
Con su alc¨¢zar, sus mezquitas, su juder¨ªa y su catedral, Segovia representa perfectamente la Espa?a en que conviv¨ªan todas las culturas. En d¨ªas de Hay, cuando el mundo se re¨²ne aqu¨ª, ese viejo esp¨ªritu renace, justo para un siglo que lo necesita m¨¢s que nunca.
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