La regeneraci¨®n de la democracia
Necesitamos fortalecer la cultura de la rendici¨®n de cuentas y la transparencia, ayuda
Nadie ignora la gravedad de la crisis institucional que sufre Espa?a ni el impacto que dicha crisis est¨¢ teniendo en la aparici¨®n de ?nuevos? partidos pol¨ªticos que pueden transformar la representaci¨®n parlamentaria y, en definitiva, la manera de afrontar la conformaci¨®n de gobiernos. Sin negar el inter¨¦s de esta aproximaci¨®n que nos incita a la prospectiva, nos parece interesante analizar, antes, aquellas circunstancias que han contribuido de forma significativa a la desafecci¨®n y crisis institucional vigente. Nos referimos, de una parte, al desgaste del marco jur¨ªdico-institucional que sustenta el dise?o de nuestro sistema pol¨ªtico y, de otra, a la corrupci¨®n que ha llegado a pervertir el funcionamiento del mismo.
As¨ª, la doctrina acad¨¦mica confirma, de forma pr¨¢cticamente un¨¢nime, las limitaciones del actual texto constitucional en aspectos clave como el modelo territorial, el sistema de financiaci¨®n auton¨®mico, el procedimiento de participaci¨®n de Espa?a en la Uni¨®n Europea, la discriminaci¨®n en la sucesi¨®n a la Corona o el sistema electoral, entre otros. Sorprende, por tanto, que este consenso de naturaleza t¨¦cnica no haya penetrado ya en quienes tienen la capacidad pol¨ªtica de convertir dicho an¨¢lisis en un proyecto real. Con todo, creemos que ni el inmovilismo, ni los riesgos que incorpora todo proyecto de reforma constitucional impedir¨¢n que la actualizaci¨®n de nuestro marco de convivencia se imponga como uno de los ejes vertebradores de la pr¨®xima legislatura. De hecho, es la ¨²nica respuesta pol¨ªticamente normalizada para hacer posible que los ciudadanos recuperen la ilusi¨®n en un proyecto com¨²n que puedan aceptar como v¨¢lido para los pr¨®ximos a?os.
Los casos de corrupci¨®n han destrozado la confianza de la ciudadan¨ªa en las personas, en los procedimientos e, incluso, en el funcionamiento de las instituciones
No se puede obviar, tampoco, que los casos de corrupci¨®n han destrozado la confianza de la ciudadan¨ªa en las personas, en los procedimientos e, incluso, en el funcionamiento de las instituciones garantes del inter¨¦s general. En este contexto, necesitamos fortalecer la cultura de la rendici¨®n de cuentas y, para ello, la transparencia puede ayudarnos. Sin embargo, recuperar la confianza pasa tambi¨¦n por exigir, a quienes nos representan, que se acomoden no s¨®lo a lo que exige la ley, sino al est¨¢ndar de honorabilidad o virtud p¨²blica que la sociedad acuerde exigir en el ¨¢mbito propio de la responsabilidad pol¨ªtica. Es una forma democr¨¢ticamente madura de hacer al sistema m¨¢s resistente a la corrupci¨®n.
En suma, un proceso de renovaci¨®n jur¨ªdico-institucional audaz y una exigente regeneraci¨®n democr¨¢tica acompa?ada de la imprescindible renovaci¨®n generacional ayudar¨ªa a rescatar a los ciudadanos de ese estado de desconfianza, desconcierto, frustraci¨®n y confusi¨®n del que nos alerta Daniel Innerarity (La pol¨ªtica en tiempos de indignaci¨®n, 2015) y que, de no revertirse, podr¨ªa poner en cuesti¨®n el propio sistema de representaci¨®n de las democracias parlamentarias.
Mariola Urrea es profesora de Derecho Internacional en la Universidad de La Rioja.
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