Bin Laden no estuvo en Ju¨¢rez
'Sicario', la cinta que ha enojado al alcalde de la ciudad, dibuja la violencia mexicana con un pincel de grosor 'post 11-S'
Sicario ha indignado al alcalde de Ciudad Ju¨¢rez. Enrique Serrano, el hombre que gobierna desde 2013 la que en 2010 fue la ciudad m¨¢s violenta del mundo, se ha quejado de que la producci¨®n hollywoodense dibuja su Ju¨¢rez como una Ju¨¢rez "sin ley", cuando desde el pico de violencia de hace cinco a?os la ciudad ha reducido enormemente los homicidios: 3.075 en 2010, 429 en 2014.
Enrique Serrano, por lo dem¨¢s, ha dicho que a¨²n no ha visto la pel¨ªcula. En M¨¦xico se estrena este viernes, aunque las copias piratas ya tuvieron recorrido por todo el pa¨ªs. Y la factura de la pel¨ªcula, am¨¦n de que pueda ser injusta con las mejoras de Ju¨¢rez, tiene otro elemento debatible: el mundo del narco mexicano, y la lucha de Estados Unidos contra el narco, son representados de un modo que recuerda a la interminable lista de pel¨ªculas de la ¨²ltima d¨¦cada larga sobre las guerras de Irak y Afganist¨¢n.
Bin Laden no dirigi¨® el Cartel de Ju¨¢rez. Pero lo pareciera.
En la primera escena, un grupo de operaciones especiales irrumpe en una casa de Arizona en busca de secuestrados y, despu¨¦s de despachar a unos cuantos mexicanos, suceden dos cosas: descubren que tras las paredes de doble fondo hay decenas de cad¨¢veres putrefactos embolsados, un giro al m¨¢s puro estilo Seven, y acto seguido explota una bomba que alg¨²n mal¨¦volo hab¨ªa dejado preparada. La mezcla de maldad y dinamita pone al narco en un nivel iraqu¨ª o afgano de amenaza a la seguridad nacional. De modo que un equipo de tipos duros, con una c¨¢ndida agente del FBI incluida, se va a M¨¦xico a cortar la ra¨ªz de la amenaza como en su d¨ªa se fue el Ej¨¦rcito a Oriente Medio a cobrar la factura del 11-S.
As¨ª es como llegan a Ju¨¢rez. Para hacer justicia. Para proteger Estados Unidos. Y ah¨ª empiezan los dolores de cabeza del acalde Serrano. Los americanos, entre los que se cuentan varios Delta Force con barbas de h¨ªpster de Brooklyn inspiradas en sus antiguos enemigos talibanes, entran en el pa¨ªs vecino de manera imperial: en cinco furgonetas negras SUV flanqueadas por pickups de polic¨ªas mexicanos encapuchados y armados hasta los dientes. Avanzan por Ciudad Ju¨¢rez. La rubia y c¨¢ndida agente del FBI mira por la ventana y contempla unos cuerpos sin cabeza colgando de un puente.?
Welcome to Juarez ¨Cle dice sin piedad Benicio del Toro, el personaje oscuro de la pel¨ªcula.
Posteriormente se ofrecen raciones de tiroteos e incluso la panor¨¢mica de una detonaci¨®n en la noche con el tel¨®n de fondo de un cerro en el que se lee pintado con cal sobre el monte en letras gigantes: Cd. Ju¨¢rez. La Biblia es la verdad. L¨¦ela. El cerro es real y la pintada es real, pero son tomas de adorno, puesto que la pel¨ªcula, se supone que por motivos de seguridad, no se film¨® en Ju¨¢rez sino en M¨¦xico DF, El Paso y Alburquerque (la ciudad, por cierto, de Breaking Bad).
El operativo no se atiene a cuestiones de legalidad o de soberan¨ªa nacional. El rudo escuadr¨®n de ¨¦lite entra en M¨¦xico, hace su trabajo y se regresa a Estados Unidos. El mal no se combate con el bien. El mal, simplemente, se combate. Sea en Oriente Medio o en Ju¨¢rez.
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