Laberinto de perdedores
'John', danza contempor¨¢nea en toda regla a pesar de la catarata de di¨¢logo continuo, tiene un movimiento casi siempre depurado, preciso
En la obra John la violencia est¨¢ representada en su zona m¨¢s gr¨¢fica, pero sin exceso. Los personajes que rodean al protagonista, y ¨¦l mismo, son gente arrasada, perdedores natos en el ordenado tumulto contempor¨¢neo, esa simulaci¨®n compartimentada de jerarqu¨ªas, asistencias, control. La mayor¨ªa de las escenas se centra en una sauna gay y sus devaneos. Ya en el espect¨¢culo que Pina Bausch hizo por encargo del Festival de Oto?o y supuestamente inspirada por Madrid (Tanzabend II, Teatro de la Zarzuela, octubre de 1991) hab¨ªa una escena de sauna masculina, pero mucho m¨¢s sutil; en realidad fue uno de las creaciones m¨¢s d¨¦biles de la gran core¨®grafa alemana, que tambi¨¦n deja en John alguna traza.
John
Compa?¨ªa: DV8 Physical Theatre; direcci¨®n: Lloyd Newson
Coreograf¨ªa: L. Newson
Escenograf¨ªa y vestuario: Anna Fleischle
Luces: Richard Godin
Sonido: Gareth Fry.
Lugar y fecha: Teatros del Canal. Hasta el 17 de octubre.
Lloyd Newson (Albury, Australia, 1954) no empez¨® a mover el cuerpo en un estudio de danza hasta los 23 a?os en 1977. En esa misma fecha firm¨® su primera y precoz coreograf¨ªa: Impasse y al a?o se gradu¨® de psic¨®logo, especializado en el trabajo social. Solamente tres a?os despu¨¦s toma su primera clase de ballet acad¨¦mico en Sidney, de donde salta con una beca a Londres. Todav¨ªa hoy laten en sus creaciones las influencias formativas que le dejaron entonces Karole Armitage o Michael Clark, principalmente. Su estilo es t¨¦cnicamente sofisticado, pero elude toda impostaci¨®n actoral, busca una atm¨®sfera de realismo sucio y directo, menos misterioso que el de sus galardonados filmes. Hay much¨ªsimo texto, pero es expuesto a trav¨¦s y en s¨ªncopa al baile.
John habla o relata acerca de unas prospecciones particulares hechas por el director-core¨®grafo, usa de confesiones y experiencias, casi generaliza con esos casos, algunos m¨¢s dram¨¢ticos que otros y se centra en uno especialmente doloroso. Se trata, en parte, de ocultaci¨®n y ca¨ªda, de lo que queda en la sociedad contempor¨¢nea brit¨¢nica de la represiva moral victoriana, que no es poco (no hay m¨¢s que leer algunos titulares londinenses de hoy: que si un cerdito, que si unas medias de seda negras, y as¨ª, m¨¢s madera para el sensacionalismo). Pero el espect¨¢culo, en su pulcritud y en su estilizaci¨®n, carece de cualquier morbosidad. La oscuridad est¨¢ tratada con una intensa luz quir¨²rgica, pues a Newson le interesa ese tipo de exposici¨®n descarnada, es parte de su estilo, con el que ha influenciado notable y continuadamente la escena contempor¨¢nea desde hace a?os, incluso antes de 1986 cuando fund¨® DV8. En el horizonte est¨¦tico sigue estando el fe¨ªsmo como un esmalte y algo en s¨ª difuso que remite a cierta pintura, principalmente la de Francis Bacon y Lucien Freud, tan distintos entre ellos, pero medularmente tan brit¨¢nicos como potentes.
La lograda escenograf¨ªa de John acude a un formato de movimiento circular giratorio muy usado (Josef Svoboda lo asumi¨® a escala monumental en el teatro de ballet y Pier Luigi Pizzi lo usufructu¨® de manera sint¨¦tica en su dise?o de ¡°Muerte en Venecia¡±/Britten), as¨ª establece la secuencia de escenas y su continuidad, un hilo ininterrumpido que da el tenso ritmo global de la pieza. Es un acierto para trabar la dramaturgia.
El t¨¦rmino tan en boga de ¡®teatro f¨ªsico¡¯ resulta conceptualmente ocioso, no pasa de ser el nombre del grupo (no es lo mismo en ingl¨¦s). Esto es danza contempor¨¢nea en toda regla, a pesar de la catarata de di¨¢logo continuo o de cierta estructuraci¨®n que puede asimilarse al narrativo (ya un grupo espa?ol, Teatro de la Danza, trabaj¨® en esta l¨ªnea hace dos d¨¦cadas). Y el movimiento es casi siempre depurado, preciso, a su manera dir¨ªase que virtuoso en cuanto engranaje; la muy esmerada producci¨®n exige precisi¨®n de reloj suizo, lo mismo que la eficiente banda sonora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.