Antes y despu¨¦s de la utop¨ªa
El Reina Sof¨ªa revisa la obra de Constant, el artista que la extravagancia arquitect¨®nica de las ¨²ltimas d¨¦cadas malinterpret¨®
Fueron varios los movimientos art¨ªsticos que a lo largo del siglo XX intentaron apropiarse de la espontaneidad de los ni?os y la creatividad de los pueblos primitivos. La vanguardia naci¨® en parte de esa semilla. Y creci¨® valorando el proceso por encima del resultado. En ese marco, Constant Anton Nieuwenhuys (?msterdam, 1920-Utrecht, 2005) fue un artista que, sin ser clave en el resumen oficial del arte del siglo, lo sintetiza en casi todas sus disciplinas: desde su arranque como pintor ¡ªcon la redacci¨®n del manifiesto del grupo Cobra a favor de un arte colectivo contrario al consumismo¡ª hasta sus agresivas ¨²ltimas pinturas. Constant, cuya obra revisa ahora el Museo Reina Sof¨ªa en Madrid, dio vueltas en torno a Picasso toda su vida. Pero no fue s¨®lo un pintor con diversas etapas, pas¨® a la historia por su radical erupci¨®n como urbanista tan pol¨ªtico y comprometido como ut¨®pico.
Fue una estancia en Alba (Italia) lo que le acerc¨® a las condiciones de vida de los gitanos: paup¨¦rrimas pero libres, ¡°due?os de un mundo sin fronteras¡±. Para ellos ide¨® en 1956 un primer alojamiento de elementos m¨®viles que no llegar¨ªa a construir, pero que cimentar¨ªa su idea de un urbanismo capaz de cambiar la vida de las personas. ?l imaginaba no s¨®lo las calles de esa ciudad, tambi¨¦n a sus habitantes: seres creativos (el Homo ludens de Johan Huizinga) dispuestos a rechazar la sociedad de consumo. Su amigo el situacionista Guy Debord bautiz¨® como Nueva Babilonia ese plan urban¨ªstico elaborado con m¨¢s ideas que dise?o que reclamaba algo tan actual como convertir a los ciudadanos en part¨ªcipes de la construcci¨®n de su ciudad: el espacio social deb¨ªa ser una obra en com¨²n.
En las ciudades podr¨ªamos vivir mejor protegiendo antes la libertad que el dinero
As¨ª, aunque lleg¨® a ¡°sectorizar¡± ¡ªas¨ª llamaba a separar en un plano zonas urbanas¡ª ciudades (?msterdam, Sevilla o Barcelona), y aunque dibuj¨® y construy¨® maquetas de una urbe elevada sobre pilotes (una herencia lecorbuseriana) y no cartesiana sino laber¨ªntica (una herencia de su amigo Aldo van Eyck), siempre insisti¨® en que su objetivo no era el dise?o sino la provocaci¨®n. Es fundamental no confundir ambas cosas. La ciudad descrita por Constant no se pod¨ªa dise?ar a priori porque eran las actividades las que decid¨ªan c¨®mo ten¨ªa que ser y porque el propio artista defend¨ªa que el ¨²nico objetivo de una urbe deb¨ªa ser permitir que todo fuera posible.
Ese fue el mensaje m¨¢s radical de Constant: en las ciudades podr¨ªamos vivir mejor protegiendo antes la libertad que el dinero. Parece pura l¨®gica. Pero ya saben cu¨¢nto la hemos puesto en pr¨¢ctica. El resto: las calles en zigzag, los edificios levantados y las estructuras de cables son s¨®lo un vestido: una llamada a no confundir la vida con la supervivencia.
Por supuesto, fue la dura realidad la que acab¨® con Constant. Llegado un punto, admiti¨® su proyecto como fant¨¢stico e imposible. Y regres¨® a la pintura. Lo hizo para denunciar, en un medio demod¨¦ en los a?os setenta, las fuerzas destructivas de la guerra de Vietnam. Para 1985 pintaba al ¨®leo un cuadro sobre la revuelta anticapitalista de la Comuna de Par¨ªs.
Lo que sucedi¨® luego, cuando la rueda de la historia continu¨® girando, es que la utop¨ªa fant¨¢stica dibujada por Constant sirvi¨® de gu¨ªa a un enorme grupo de arquitectos empe?ados en construir el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Parad¨®jicamente, no recurr¨ªan a aquellos hermosos y herm¨¦ticos planos para acercarse a la ciudad del Homo ludens so?ada por Constant ¡ªaunque Rem Koolhaas considere que los ¡°tipos guays¡± de Silicon Valley son los Homo ludens de hoy¡ª, sino para sembrar de iconos el capitalismo salvaje. ¡°Se ha demostrado que el sistema opuesto conduce a un resultado id¨¦ntico¡±, apunta el propio Koolhaas en el cat¨¢logo de la exposici¨®n tras admitir que m¨¢s que las ideas le interes¨® ¡°la est¨¦tica de Constant, el h¨ªbrido entre informalidad y formalidad como reto¡±.
En arquitectura, la creatividad sin l¨ªmites siempre termina encontrando un l¨ªmite. Si no la frena la f¨ªsica, el presupuesto se encarga de hacerlo. Y eso fue lo que le sucedi¨® al primer renacer de Constant. Muchos creadores lo utilizaron como excusa para justificar el caos o la complejidad formal de sus inventos sin preocuparse por las consecuencias. Por eso sigue siendo un artista por descubrir. Y resulta pertinente hacerlo ahora que, como ¨¦l mismo vaticin¨®, las profesiones se interrelacionan y un arquitecto puede inventar tejidos mientras un dise?ador podr¨ªa acabar dise?ando una ciudad. Son las migas de Constant y no su descomunal y ut¨®pica Nueva Babilonia lo que en 2015 puede alumbrar caminos para la creaci¨®n y la reinvenci¨®n. Algunos arquitectos ¡ªcomo el japon¨¦s Sou Fujimoto¡ª hacen convivir en sus viviendas numerosos niveles de forjado tal y como hiciera Constant en algunos proyectos. Notable pintor y escultor, el artista holand¨¦s ¡ªinc¨®modo con que su aportaci¨®n fuera s¨®lo pl¨¢stica¡ª es un modelo en una ¨¦poca en la que la arquitectura se vuelve a abordar desde la participaci¨®n ciudadana. Por eso esta muestra, que recrea el camino que lleva a un artista hasta la utop¨ªa, que ilustra qu¨¦ hab¨ªa tras ella y que reconstruye espacios de esa utop¨ªa, es una v¨ªa did¨¢ctica y sin equ¨ªvocos de explicar lo que la utop¨ªa puede hacer por nosotros: adelantarse en el tiempo, despertarnos y ponernos a trabajar.
Constant. Nueva Babilonia. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa (Madrid). Hasta el 29 de febrero de 2016.
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