El ciclo de la muerte y las entra?as del amor

Los precipicios de la vida y las profundidades del amor se entrelazan sobre las tablas de la Sala Insular de Teatro de Las Palmas (SIT). La obra Nada entre la luna y yo, explora el pulso de la muerte, el dilema de la eutanasia y las fronteras de la existencia en un relato l¨ªrico y desgarrado que viaja desde la sutileza hasta la catarsis. Escrita por Victoria Oramas, dirigida por Romina R. Medina y protagonizada por Nati Vera y Blanca Rodr¨ªguez, la pieza se enmarca en el proyecto Canarias Escribe Teatro de la compa?¨ªa 2RC, que desde hace a?os cimenta la arquitectura de la dramaturgia insular con el objetivo de fomentar la autor¨ªa local mediante talleres de escritura, lecturas dramatizadas y puestas en escena como la que se representa este fin de semana en la sala filial del Cuy¨¢s.

El texto, basado en una historia real publicada en un reportaje period¨ªstico, recibi¨® en 2012 el Premio Internacional de Teatro Domingo P¨¦rez Minik que otorga la Universidad de la Laguna y aguard¨® durante a?os en el caj¨®n de la autora hasta que cobr¨® vida de la mano de la misma directora que llev¨® a los escenarios Las sombras del p¨¢jaro, uno de los relatos primigenios de Oramas, dramaturga en el cuerpo de una fil¨®loga.

En Nada entre la luna y yo se repiten los registros simb¨®licos y se cuenta la relaci¨®n entre dos mujeres abrazadas al amor y al dolor desde perspectivas opuestas a trav¨¦s de las cuales fluye el conflicto moral de la obra. Blanca Rodr¨ªguez encarna a Vera, enferma terminal, que proyecta su energ¨ªa y su car¨¢cter trascendiendo los grilletes de su silla de ruedas para expresar el deseo de estar viva en la muerte antes que muerta en vida. Lilia, interpretada por Nati Vera, expande su fragilidad y su sufrimiento aferr¨¢ndose a la existencia a trav¨¦s del amor. Un amor l¨¦sbico que huye de t¨®picos y transgresiones desde la universalidad que difumina los g¨¦neros y viaja a las entra?as de los sentimientos.

El SIT acoge un montaje de mujeres proyectado con esmero artesanal que trasciende convencionalismos mediante la valent¨ªa del relato desprejuiciado y la mirada comprometida de la autora y la directora. La expresi¨®n de una conexi¨®n creativa de lenguaje umbilical que mima la fr¨¢gil sensibilidad del texto a trav¨¦s de una puesta en escena po¨¦tica tan intimista como solemne.

Zarandea al espectador porque te hace replantearte la relaci¨®n con la muerte"

Romina R. Medina se inspira en la alquimia minimalista del hist¨®rico Bob Wilson, director, escen¨®grafo y videoartista que revolucion¨® la vanguardia teatral en los a?os setenta, para recrear un cuadro pretendidamente desnudo de informaci¨®n y artificios que interfieran las pulsiones y emociones que se viven sobre el escenario. Basta un manto de hojas secas de oto?o, la cadencia magistral de la iluminaci¨®n y el respaldo audiovisual sobre el ciclorama para abrigar un texto que conmueve. ¡°Zarandea al espectador porque te hace replantearte la relaci¨®n con la muerte. Entenderla como parte de un ciclo y como un nuevo nacimiento¡±, explica Medina.

Una reflexi¨®n sobre la muerte digna y elegida a trav¨¦s de una relaci¨®n que habla, en palabras de la autora, ¡°sobre el deseo de lo que hay que dejar marchar, del amor tremendo, de la resignaci¨®n, de lo divino y de las almas que se reconocen sin tiempo ni medida, desde la Italia de los M¨¦dici, donde Miguel ?ngel trazaba a carboncillo el cuerpo de su disc¨ªpulo Tomasso, hasta el sal¨®n de cualquier casa, donde las personas se trazan una a otras buscando su medida y su tiempo¡±.