Oeste a¨²n m¨¢s salvaje

Partiendo de los cl¨¢sicos griegos, el western americano renov¨® la ¨¦pica del viaje, ese trayecto transformador tanto en el hecho f¨ªsico como sobre todo en el impacto moral. El h¨¦roe, o la hero¨ªna y el antih¨¦roe, como aqu¨ª, est¨¢n condenados a viajar, no siempre con una direcci¨®n fija, pocas veces con una meta determinada. Un rumbo que los cl¨¢sicos del Oeste (Ford, Hawks, Boetticher) relataron con la l¨ªrica del descubrimiento, y que los ap¨®stoles del crep¨²sculo (Peckinpah, Altman, Eastwood) renovaron con su agrio realismo. Una condici¨®n crepuscular que Tommy Lee Jones lleva en Deuda de honor hasta una nueva dimensi¨®n, salvaje e hiperrealista hasta lo insoportable, en la que sus criaturas ya no tienen cabida, en la que no hay ¨ªmpetus de conquista porque ya nada se puede conquistar, salvo la calma y la paz, y estas resultan improbables.

Presentada con buena acogida en el Festival de Cannes de 2014, Deuda de honor abandona el territorio y el alma fronterizos de Los tres entierros de Melqu¨ªades Estrada, el debut en la direcci¨®n de Jones, para abrazar los inicios del modo de vida americano, las ra¨ªces del capitalismo y la religi¨®n, con un relato sobre la piedad, la decencia y el orgullo, aunque tambi¨¦n sobre el deseo: el emocional, el sentimental, el sexual. Y presenta a una mujer fuera de su tiempo, independiente en tiempos imposibles para el feminismo, que ni siquiera sabe que es m¨¢s fuerte que nadie y que puede vivir sola.

La pel¨ªcula mezcla en su narrativa el clasicismo (encadenados de im¨¢genes y fundidos a negro con los que el relato fluye) y la modernidad (flashbacks que entran a cap¨®n, por corte), y no se ahorra nada, con una brutales im¨¢genes que, en su car¨¢cter descarnado, contrastan con la imponencia de los paisajes. Deuda de honor, magn¨ªfica, bella y terrible, con unos espectaculares Jones y Hilary Swank, va m¨¢s all¨¢ del crep¨²sculo, hasta un lugar habitado por la locura, la enfermedad y la muerte, en el que ya no hay sitio para la ¨¦pica del honorable duelo cara a cara; s¨®lo para el navajazo trapero, el bocado a traici¨®n y el disparo en el pie.