Geograf¨ªa y hagiograf¨ªa

No hab¨ªa forma de que Mariano Rajoy se marchara de casa de Bert¨ªn Osborne. Se hizo fuerte en el sof¨¢ el presidente. Debi¨® confortarle la hospitalidad, el cari?o, la devoci¨®n de las preguntas. Debi¨® sentirse el presidente impresionado en el confort de un simulacro de entrevista. Porque no fue una entrevista. Fue un homenaje en cuyo transcurso Bert¨ªn Osborne invent¨® el g¨¦nero de la pregunta mullida, acolchada. Y donde sobreactu¨® con sus carcajadas -"como la pasemos..."- para convencernos de que Mariano Rajoy es un tipo campechano, simpatic¨®n, ¡°la pera¡±, como ¨¦l mismo dir¨ªa, tratando ambos de distraernos de la evidencia: estaban perpetrando al alim¨®n un may¨²sculo ceremonial de propaganda. Y lo hac¨ªan apenas unas horas antes de inaugurarse oficialmente la campa?a electoral.

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Rajoy: r¨¦cord de audiencia de Bert¨ªn Osborne

Rajoy la ha concebido a su medida y a su antojo. Elude el contraste con los candidatos y ama?a o coloniza la televisi¨®n p¨²blica para someternos a su hagiograf¨ªa. Y a su geograf¨ªa tambi¨¦n, pues no hubo pueblo, aldea ni villorrio de Espa?a que el presidente dejara de nombrar chez Osborne.

Parec¨ªa Rajoy un viajante, un vendedor de enciclopedias y de obviedades. Lleg¨® a concederse un exabrupto -"co?o"-, pero fue su anfitri¨®n quien abus¨® de las palabrotas para exagerar el colegueo, despertar a la audiencia del letargo y trivializar la ofrenda. Una hora de campa?a electoral sin resistencia ni apreturas que Bert¨ªn Osborne resolvi¨®, por si hubiera dudas, con una declaraci¨®n inequ¨ªvoca: ¡°Eres un tipo estupendo, un centrista¡±.

La ¨²nica dial¨¦ctica se produjo en el futbol¨ªn, aunque all¨ª tambi¨¦n abochornaron las alegor¨ªas sexuales de Bert¨ªn -en plan, ¡°a ver si la meto¡±- y gan¨® el presidente. O el presi, como Osborne ¡°os¨®¡± llamarlo antes de despedirlo con aspavientos. Y de despedirnos a los televidentes con un bonito, l¨ªrico, sentido discurso en off, m¨¢s que nada para repasar el mensaje subliminal del programa -Espa?a est¨¢ en unas manos inmejorables- y para recordarnos que Mariano Rajoy es ¡°un fen¨®meno¡±.

Y debe serlo realmente. No porque su ¨¢lbum de fotos, desglosado desde la infancia hasta la plenitud, diera la sensaci¨®n de una vida apasionante ni de un tipo complejo, sino porque el presidente ha puesto la televisi¨®n p¨²blica a su servicio y a su dictado para ganar las elecciones en el hogar del pensionista y perseverar en una campa?a onanista, autocomplaciente.

El ¨²nico atisbo de autocr¨ªtica se produjo entre interrogaciones. ¡°?Bert¨ªn, dime la verdad, t¨² crees que soy un tipo tan aburrido como dicen?¡±, pregunt¨® el invitado. Y el anfitri¨®n, mirando el reloj de soslayo, o conteniendo el bostezo -esta es una elucubraci¨®n personal- reaccion¨® con vasallaje asegurando que ¡°todo lo contrario¡±.