Sobre la condici¨®n est¨¦tica
'Contemplar el arte', un libro serio y competente que deja a los viejos lectores una impresi¨®n nost¨¢lgica
No dig¨¢is que agotado su tesoro de asuntos enmudeci¨® la est¨¦tica. Podr¨¢ no haber estetas, pero siempre habr¨¢ profesores de la materia. Aunque la situaci¨®n actual es desconcertante: sigue habiendo mucha producci¨®n te¨®rica, pero uno se pregunta a qui¨¦n se dirige.
Basta con releer lo que se ha publicado desde el siglo XVIII. Nociones como arte, belleza u obra maestra tienen alguna utilidad empleados en el pasado, pero no en el presente. El t¨¦rmino arte es incompatible con la actividad que las instituciones presentan bajo ese nombre. El de belleza es hortera. En cuanto al de obra maestra, no es f¨¢cil adjudicarla desde que Duchamp la us¨® con cari?o hacia su urinario.
?De qu¨¦ va, entonces, la est¨¦tica? Tomemos por ejemplo el ¨²ltimo trabajo traducido al espa?ol de uno de los m¨¢s valiosos te¨®ricos vivos, Jerrold Levinson, bajo el t¨ªtulo Contemplar el arte. Contiene asuntos interesantes como ¡®El valor de la m¨²sica¡¯, ¡®?Qu¨¦ es el arte er¨®tico?¡¯ o ¡®?Qu¨¦ son las propiedades est¨¦ticas?¡¯. Es un libro recomendable por su seriedad y competencia, pero a los viejos lectores nos deja una impresi¨®n nost¨¢lgica.
El asunto m¨¢s relevante del libro es riguroso. Se trata de saber si podemos experimentar placer, por ejemplo, oyendo m¨²sica, sin que nos remuerda la conciencia. Levinson se enfrenta a uno de los grandes de la teor¨ªa, Nelson Goodman, para quien esto del placer no tiene nada que ver con el arte. ?Que hay o se da placer en el arte? Bueno, no importa, tambi¨¦n se da en el consumo de fruta o en la fornicaci¨®n sin que a?ada ni una coma a lo que sabemos sobre la digesti¨®n o la obstetricia. Es posible que alguien solloce, r¨ªa, d¨¦ brincos ante una pieza de pintura sin que eso nos ilustre en absoluto sobre la pieza misma.
Para nosotros, europeos, el problema se plantea en t¨¦rminos morales. De Adorno en adelante gozar del arte est¨¢ muy feo. Si uno se descubre llorando en un aria de Turandot, ha suspendido en moral, en est¨¦tica y en la tesis doctoral. Ha de procurar llorar solo en el retrete. Si despu¨¦s de Auschwitz uno se mete en esto del arte para pasarlo bien, ya puede andarse con ojo porque seguro que es un rid¨ªculo burgu¨¦s.
En este sentido, los ensayos de Levinson, pura reivindicaci¨®n burguesa del placer del arte sin mala conciencia, son muy recomendables.
Contemplar el arte. Jerrold Levinson. Traducci¨®n de Francisco Campillo Garc¨ªa. Antonio Machado Libros. Madrid, 2015. 464 p¨¢ginas. 24,90 euros.
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