Margarita Alexandre, la antifranquista que deslumbr¨® a Franco
La cineasta fund¨® junto al cr¨ªtico Rafael Torrecilla la productora Nervi¨®n Films. El dictador declar¨® ¡®Cristo¡¯ de inter¨¦s nacional
De todas las artes, dijo Lenin, ¡°el cine es la m¨¢s importante¡±. Sin embargo, para Margarita Alexandre (Le¨®n, 1923-Madrid, 23 de diciembre de 2015) su relaci¨®n con el cine ¡°era una historia de amor¡±. Con apenas 18 a?os, hizo su primer papel ante una c¨¢mara. Su abuelo luch¨® en la guerra de Cuba y su madre hab¨ªa nacido en Puerto Rico. Tal vez por eso, en 1959, un viaje de 15 d¨ªas a La Habana se convirti¨® en una estancia de 11 a?os en la isla.
Casada muy joven con el arist¨®crata Juan Jos¨¦ Melgar y Rojas, XII conde de Villa Monte, hizo con ¨¦l un pacto previo: si el matrimonio no funcionaba cada uno ser¨ªa libre de disponer de su vida. El conde cumple su palabra, pero en la Espa?a de Franco no existe el divorcio. Durante un rodaje, Margarita conoce al cr¨ªtico de cine Rafael Torrecilla, quien ser¨ªa su compa?ero sentimental durante 50 a?os. Juntos fundan Nervi¨®n Films, la productora con la que dirigen y producen numerosas pel¨ªculas.
La primera fue todo un ¨¦xito: Cristo. Un novedoso experimento cinematogr¨¢fico filmado con un artefacto inventado por el director de fotograf¨ªa Juan Marin¨¦. Mil quinientas im¨¢genes de grandes pintores espa?oles de los siglos XVI, XVII y XVIII fueron filmadas con la ¡°truca¡± de Marin¨¦, para relatar la vida de Jes¨²s. Por sorpresa, al filme le surgi¨® un inesperado admirador: Francisco Franco. El dictador, que amaba el cine, hizo que la cinta fuese declarada de inter¨¦s nacional, y los realizadores invitados por el Caudillo a una recepci¨®n en el palacio del Pardo.
Nuevo cine revolucionario
Con Nervi¨®n Films realizan La gata, con Aurora Bautista y Jorge Mistral, primera cinta rodada en Cinemascope y color en Espa?a. Margarita contaba, divertida, que, durante un viaje que la pareja hizo a Par¨ªs, contemplaron at¨®nitos c¨®mo La gata se exhib¨ªa en un cine porno, en una versi¨®n reeditada, que inclu¨ªa im¨¢genes de alto contenido sexual, jam¨¢s filmadas en la versi¨®n original.
Cansados de padecer la censura, agotados econ¨®micamente y hastiados de su papel de ¡°amantes ilegales¡± en un pa¨ªs donde no exist¨ªa el divorcio, Margarita y Rafael abandonan Espa?a con la intenci¨®n de establecerse en M¨¦xico, cerca de su amigo Luis Bu?uel y del grupo de intelectuales exiliados espa?oles. Pero al hacer escala en Nueva York, entusiasmados con las noticias del triunfo de la Revoluci¨®n, deciden ir a Cuba. En La Habana, en plena conmoci¨®n revolucionaria, Margarita se suma a los victoriosos y participa entusiasta en la creaci¨®n del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematogr¨¢ficas (ICAIC), dirigido por su entonces amigo Alfredo Guevara. Impetuosa y comprometida, se hizo miliciana de uniforme verde olivo. Muchos creyeron ver en ella una incondicional del castrismo. Se equivocaban.
Poseedora de una amplia experiencia profesional en Espa?a, rodeada de aficionados e improvisados cineastas, Margarita se convirti¨® en la productora ejecutiva m¨¢s eficiente del nuevo cine revolucionario. As¨ª produce las m¨¢s importantes pel¨ªculas cubanas de esa ¨¦poca: Las doce sillas, Cumbite, La muerte de un bur¨®crata, dirigidas por Guti¨¦rrez Alea y, la que ser¨ªa la primera pel¨ªcula con tema revolucionario, La vida comienza ahora.
Pero su actitud independiente y su pensamiento libre la llevan a enfrentarse a la r¨ªgida nomenclatura estalinista del ICAIC. Protest¨® cuando el Gobierno revolucionario prohibi¨® el documental P.M. y clausur¨® el suplemento cultural Lunes de Revoluci¨®n que dirig¨ªa Cabrera Infante. Era tal su confrontaci¨®n con la direcci¨®n del ICAIC que llega al l¨ªmite y se le veta, terminantemente, asistir a las asambleas de la instituci¨®n. Temible por su sinceridad y valent¨ªa cuando discrepaba, es finalmente expulsada del ICAIC.
Sin trabajo, el entonces funcionario y escritor Lisandro Otero le ofrece fundar el Teatro Musical de La Habana. Eran los tiempos sombr¨ªos de los campos de trabajos forzados (UMAP), donde se encarcelaba a cantantes, cineastas, actores, religiosos, homosexuales, hippies o simples desafectos. Margarita Alexandre acoge a muchos de ellos, convirtiendo su local en un foco de inconformistas con el r¨¦gimen, y es nuevamente destituida. En 1968, con la prohibici¨®n de un libro de poemas de Heberto Padilla y su posterior encarcelamiento, creci¨® su cr¨ªtica hacia el poder castrista. No ocultaba, a quienes la quer¨ªan o¨ªr, su descontento ante las injusticias y dio muestras de apoyo a todos los que fueron v¨ªctimas de esa farsa.
Cuba, Italia, Espa?a...
Decide marcharse de Cuba, pero no le autorizan la salida del pa¨ªs a pesar de ser ciudadana espa?ola. Tras azarosas gestiones diplom¨¢ticas, en 1971 vuela a Roma, estableci¨¦ndose, finalmente, a pocos kil¨®metros de Florencia, muy cerca de su amigo el escritor y poeta, el exiliado cubano Carlos Franqui. Sin embargo, nunca guard¨® rencor hacia Cuba. Y por su pueblo, siempre expres¨® admiraci¨®n y cari?o: ¡°En Cuba¡± ¡ªafirm¨®¡ª ¡°nunca me sent¨ª extranjera¡±.
En Italia retoma su actividad antifranquista. Ella y Torrecilla financian la publicaci¨®n del libro Ogro, editado en Par¨ªs por Ruedo Ib¨¦rico, m¨¢s tarde llevada a la pantalla como Operaci¨®n Ogro, que dirigiera Gillo Pontecorvo.
Regresan a Espa?a de nuevo en 1982. En 2004, le hacen entrega de la Medalla de Honor de la Asociaci¨®n Espa?ola de Historiadores del Cine, junto a Juan Marin¨¦. Una gran fiesta familiar del mundo intelectual y art¨ªstico en Madrid. Con Rosario Cortesina, Ana Mariscal, Rosario P¨ª y Margarita Alexandre, conforman el cuarteto de mujeres fundadoras del cine en Espa?a. Al morir, deja in¨¦dito un manuscrito de sus memorias.
Su nombre, hasta hoy, ha sido borrado de la historia del cine cubano.
Babelia
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