Las ¡®puertas giratorias¡¯ del arte
Directores y comisarios de museos abandonan sus cargos para trabajar en galer¨ªas
Al igual que en la pol¨ªtica, el arte tambi¨¦n sufre el mal de las puertas giratorias. Directores y comisarios de algunos de los museos m¨¢s prestigiosos del mundo abandonan sus cargos para trabajar en galer¨ªas y en casas de subasta. Espacios a trav¨¦s de los cuales han comprado obra para las instituciones que ahora dejan. Hace una d¨¦cada este movimiento circular hubiera sido inimaginable. Pero estos d¨ªas las fronteras que una vez existieron entre los grandes museos p¨²blicos y los marchantes privados se desvanecen.
El poder y la fuerza de atracci¨®n econ¨®mica que ejercen varios de los galeristas m¨¢s influyentes y ricos del planeta, como Larry Gagosian o David Zwirner, est¨¢n convirtiendo el MoMA, la National Gallery o el Guggenheim en sus particulares agencias de empleo.
Con unos recursos financieros inalcanzables para los museos, las galer¨ªas m¨¢s poderosas organizan exposiciones que bien pudieran mostrarse en el MoMA o el Metropolitan. Y, desde luego, hay un cierto sentido de rendici¨®n en este fen¨®meno o de t¨¢cita aceptaci¨®n de una realidad. ¡°Los museos estadounidenses est¨¢n prestando obras a las galer¨ªas, algo que antes no ocurr¨ªa¡±, observa Jo?o Fernandes, subdirector del Museo Reina Sof¨ªa. ?Qu¨¦ sentido tiene que un organismo p¨²blico financie un negocio privado? Da igual la respuesta. Estas instituciones poco pueden hacer frente al nuevo orden mundial del arte.
¡°En los ¨²ltimos diez a?os, el mercado ha pasado a ocupar la centralidad de todo el sistema. Las casas de subasta y las ferias se han convertido en los aut¨¦nticos prescriptores de valor y desempe?an un papel que antes pertenec¨ªa a la cr¨ªtica o a los museos¡±, reflexiona por correo electr¨®nico Bartomeu Mar¨ª, comisario y exdirector del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba). Y avanza: ¡°El abandono paulatino de la escena art¨ªstica por parte de los poderes p¨²blicos hace que sea el mercado quien financie aspectos del mundo art¨ªstico que deber¨ªan ser independientes de ¨¦l. [¡]En este sentido resulta comprensible que el talento profesional se concentre donde fluye el dinero¡±.
?Siguiendo esa estela, John Elderfield, antiguo comisario jefe de pintura y escultura del MoMA, y Peter Galassi, en su d¨ªa responsable en el mismo museo del ¨¢rea de fotograf¨ªa, han comisariado la exposici¨®n In the studio en la sede neoyorkina de Gagosian. Para esa misma galer¨ªa tambi¨¦n han trabajado el historiador del arte John Richardson (Picasso & The Camera), quiz¨¢ el principal experto en la obra del genio malague?o, y Germano Celant, comisario del Guggenheim, quien durante 2012 propuso Ambienti Spaziali,que cartografi¨® el trabajo de Lucio Fontana. En este paisaje nadie es ajeno a la tentaci¨®n del mercado. Incluso una figura del prestigio de Robert Storr ¡ªdecano de la Escuela de Arte de Yale¡ª program¨® hace dos a?os una muestra del pintor Ad Reinhardt en la galer¨ªa David Zwirner.
Pero quiz¨¢ una de las jugadas m¨¢s extra?as que se han visto en estos tr¨¢nsfugas del arte es la de Paul Schimmel. Durante a?os fue el conservador jefe del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Los ?ngeles (MOCA). Despedido de una manera un tanto abrupta, le sustituy¨® el galerista Jeffrey Deitch quien, finalmente, como se?ala un comisario espa?ol, ¡°descalabr¨® el museo¡±. En 2013 el marchante dimiti¨® de la direcci¨®n de la instituci¨®n angelina. Hab¨ªa cumplido tres a?os de un contrato de cinco. En el ¨ªnterin, Schimmel uni¨® estrategias con la megagaler¨ªa Hauser & Wirth para crear Hauser Wirth & Schimmel, que estrenar¨¢ sede en marzo del pr¨®ximo a?o en la ciudad californiana.
Todo este juego de alianzas tiene su l¨®gica vista desde los intereses de las galer¨ªas. Porque los coleccionistas y las instituciones son m¨¢s receptivos a prestar obras si se las pide un comisario reconocido. Y para los ¡°marchantes [ADEM?S]es una p¨¢tina de buena imagen y prestigio¡±, analiza John Elderfield, en The New York Times. ¡°Desde luego, cuando una galer¨ªa lo hace, otra tambi¨¦n quiere¡±. Una derivada adicional es que permite estrechar las relaciones con los museos y los propietarios de piezas de primer nivel que podr¨ªan venderse en un momento dado a trav¨¦s de la misma sala que organiza la exposici¨®n. Una manera de cerrar el c¨ªrculo.
?Sin duda este movimiento genera preocupaci¨®n en los artistas. ¡°Somos libres y todo el mundo tiene derecho a elegir d¨®nde quiere trabajar. Pero mosquea un poco que alguien que ha dirigido, o incluso dirige, un museo p¨²blico colabore o sea comisario de exposiciones en un espacio privado¡±, apunta el pintor Juan Usl¨¦. Id¨¦ntica intranquilidad produce que un tercio de las exposiciones planteadas en los museos estadounidenses entre 2007 y 2013 muestren ¡ªacorde con la revista The Art Newspaper¡ª el trabajo de artistas representados solo por cinco galer¨ªas (Pace, Gagosian, David Zwirner, Marian Goodman y Hauser & Wirth). ¡°Espacios vinculados¡± ¡ªprecisa Usl¨¦¡ª ¡°a las casas de subastas m¨¢s poderosas, que dominan y unifican el escalaf¨®n comercial del arte y, poco a poco, y por desgracia, lo que llamar¨ªamos el escalaf¨®n cultural. Y esto s¨ª que da miedo¡±
Pese a los temores, el poder econ¨®mico de las grandes casas de pujas resulta demasiado tentador. Sotheby¡¯s ha conseguido embarcar en diferentes divisiones de su empresa a Richard E. Oldenburg (antiguo director del MoMA), Charlie Moffett (responsable de la Colecci¨®n Phillips de Washington) y Lisa Dennison (directora del Guggenheim de Nueva York). Nombres respetados del arte que se mezclan junto al ruido que supone, por ejemplo, que Vito Schnabel (el millonario hijo de Julian Schnabel) se ocupe del comisariado ¡ªpara la firma de subastas¡ª de una exposici¨®n del pintor Ron Gorchov o que Jeffrey Deitch y el modista Tommy Hilfiger ¡°celebren [SIC]el di¨¢logo entre la moda, la m¨²sica y la fotograf¨ªa[SIC]¡±, describe Aurora Zubillaga, consejera delegada de Sotheby¡¯s Espa?a. El t¨®tum revol¨²tum del arte de nuestros d¨ªas.
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