Muere la escritora Edmonde Charles-Roux a los 95 a?os
Luch¨® con la resistencia a los nazis, revolucion¨® la prensa femenina francesa y presidi¨® el jurado del premio Goncourt hasta 2014
A quienes la descubrieron en sus ¨²ltimos a?os de vida les costaba imaginar que, bajo su sempiterno disfraz de gran burguesa parisina, se escond¨ªa una verdadera revolucionaria. Las joyas y fulares que sol¨ªa pasear por las reuniones del jurado del Premio Goncourt, ese cen¨¢culo de otro tiempo que presidi¨® hasta hace pocos meses, no lograban disimular que Edmonde Charles-Roux fue una personalidad libre, at¨ªpica y avanzada a su tiempo. La escritora y periodista francesa falleci¨® el mi¨¦rcoles por la noche a los 95 a?os, poniendo fin a una existencia marcada por la indocilidad respecto a sus or¨ªgenes patricios, una pasi¨®n desbordante por la literatura y un compromiso pol¨ªtico infatigable.
Nacida en 1920 en Neuilly-sur-Seine, en la periferia m¨¢s acomodada de Par¨ªs, Charles-Roux fue la tercera hija de una familia de ilustres marselleses, surgidos de la burgues¨ªa conservadora, armadores y comerciantes de aceites y jabones que se hab¨ªan enriquecido ¡°gracias al colonialismo durante el siglo XIX¡±, seg¨²n su propia confesi¨®n. Su abuelo fue embajador en el Vaticano y amigo ¨ªntimo de P¨ªo XII. Su hermano, sacerdote en una iglesia londinense, pas¨® media vida militando por la beatificaci¨®n de Mar¨ªa Antonieta, mientras que su hermana Cyprienne termin¨® cas¨¢ndose con el ministro de Exteriores de Mussolini. Su padre, pese a ser gaullista de coraz¨®n, fue nombrado alto funcionario del r¨¦gimen de Vichy, donde trabaj¨® unos meses antes de dimitir ante la llegada de Pierre Laval. La joven Edmonde, que al estallar la guerra ten¨ªa 19 a?os, tom¨® el camino opuesto. Se instal¨® en Marsella, empez¨® estudios de enfermer¨ªa y trabaj¨® como voluntaria junto a la Resistencia, curando a italianos y checos de la legi¨®n extranjera (hablaba su lengua, al haber crecido entre Roma y Praga) y escondiendo a inmigrantes comunistas en el jard¨ªn familiar. Fue herida durante el bombardeo de un hospital y recibi¨® la medalla de honor de los veteranos.
Al terminar la guerra, la alta sociedad no dud¨® en cerrar sus puertas a esa distinguida se?orita que se hab¨ªa ensuciado las manos en el frente militar. Pese a todo, convertirse en desclasada le permiti¨® inventarse un destino a su medida. ¡°Me convert¨ª en una persona abominablemente libre¡±, dijo una vez. Sin tener ninguna perspectiva mejor, acept¨® un peque?o empleo distribuyendo el correo en la revista Elle en 1947, dos a?os despu¨¦s de su fundaci¨®n. Buscando a alguien que hablara italiano con fluidez, la papisa de la revista, H¨¦l¨¨ne Lazareff, le propuso entrevistar a Toscanini durante su regreso a Mil¨¢n. En solo tres a?os, Charles-Roux logr¨® subir todos los escalones hasta ser nombrada directora de la edici¨®n francesa de Vogue, desde la que revolucionar¨ªa por completo la prensa femenina. Durante los 16 a?os que dur¨® su reinado, se esforz¨® en demostrar que la moda tambi¨¦n era cultura. Abri¨® la revista a los nombres m¨¢s innovadores de la ¨¦poca y colabor¨® con Guy Bourdin, Irving Penn, Richard Avedon o William Klein, adem¨¢s de contar con firmas como Alain Robbe-Grillet o Violette Leduc, publicar textos in¨¦ditos de Colette y Saint-John Perse, y promocionar a nombres ascendentes en el camino que condujo hacia el pr¨ºt-¨¤-porter, como Christian Dior o Yves Saint Laurent.
Pero Charles-Roux tambi¨¦n pag¨® muy caro su reconocido gusto por la insolencia. Por ejemplo, fue despedida de Vogue en 1966 ¡°por haber intentando poner a una modelo negra en la portada¡±, seg¨²n su versi¨®n (un esc¨¢ndalo en aquella ¨¦poca: la primera en hacerlo fue Naomi Campbell, veinte a?os m¨¢s tarde). Otros juran que fueron sus relaciones con el Partido Comunista las que inquietaban a su editor estadounidense en plena caza de brujas del macartismo. Libre y despose¨ªda otra vez m¨¢s, Charles-Roux se reinvent¨® como novelista al publicar a los 46 a?os Olvidar Palermo, sobre el destino los emigrantes sicilianos en Nueva York, que fue elogiada por Louis Aragon, se convirti¨® en superventas inmediato y gan¨® el Goncourt, mayor premio de las letras francesas, del que fue jurado entre 1983 y 2014. Logr¨® despojarlo de su opacidad interna e impuls¨® un premio derivado, el Goncourt des Lyc¨¦ens, que conceden los estudiantes de secundaria, pese a la negativa de otros miembros del jurado que tem¨ªan que la marca se viera desprestigiada. Tambi¨¦n firm¨® una novela ambientada durante la ocupaci¨®n nazi, Adrienne, y dos brillantes vol¨²menes sobre Coco Chanel.
Su padre le espet¨® una vez, entre admirado y enfurecido, que viv¨ªa ¡°como un hombre¡±. Partidaria de la solter¨ªa para salvaguardar su libertad y reacia a tener descendencia, Roux-Charles se cas¨® en 1973 con el entonces alcalde de Marsella, el socialista Gaston Defferre, que luego fue nombrado ministro de Interior de Fran?ois Mitterrand, al que hab¨ªa conocido en una ceremonia en su honor. Se convirti¨® entonces en la principal aliada de ese pol¨ªtico fogoso y lo ayud¨® a mantener el poder contra viento y marea, interviniendo en los asuntos de la ciudad, premiando a los fieles y castigando a quienes no hab¨ªan estado a la altura. Por ejemplo, defendi¨® al pol¨¦mico empresario Bernard Tapie en su carrera pol¨ªtica y luego presidi¨® el comit¨¦ de apoyo a Jean-Pierre Chev¨¨nement en las presidenciales de 2002, posicion¨¢ndose contra el candidato oficial del partido, Lionel Jospin. Aquel cisma del socialismo franc¨¦s termin¨® propiciando el inesperado acceso de Jean-Marie Le Pen a la segunda vuelta. En los alrededores del gran apartamento del centro de Marsella en el que Charles-Roux sigui¨® viviendo hasta hace pocos a?os, situado en lo que fue un feudo socialista durante d¨¦cadas, el Frente Nacional hace hoy estragos.
?Respetada por toda la intelectualidad parisina, incluso por quienes no soportaban sus agrias invectivas y su ocurrente crueldad, esta gran dama eternamente pegada a un mo?o en rodete y aficionada a soltar tacos nunca adopt¨® el registro estelar de muchos escritores franceses de su generaci¨®n. ¡°A m¨ª me gusta la sombra, el silencio y la reflexi¨®n. Me gustan todas esas cosas que se oponen a lo que uno debe ser hoy¡±, dej¨® escrito. A lo largo de sus vidas sucesivas, Edmonde Charles-Roux se habr¨¢ mantenido fiel a un admirable principio vital: el de llevar la contraria.
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