Gabriel Orozco: ¡°Llevo a?os muerto¡±
El artista mexicano Gabriel Orozco, considerado uno de los grandes genios vivos de Latinoam¨¦rica, habla sobre su trayectoria a sus 54 a?os, lleno de vida, acostumbrado a triunfar rompiendo t¨®picos
Gabriel Orozco vive desde hace tiempo con la inc¨®moda sensaci¨®n de que ya est¨¢ muerto. No es algo que le impida trabajar ni que le deprima. Para nada. Simplemente es la constataci¨®n, sin dramatismos, de que ha entrado en otra dimensi¨®n. ¡°Desde siempre, no s¨¦ por qu¨¦, pens¨¦ que iba a morir muy joven, y en cierta manera llevo varios a?os ya muerto. No me pesa, me acepto as¨ª, es como vivir horas extras¡±. El artista mexicano, considerado uno de los grandes genios vivos de Latinoam¨¦rica, lo dice con voz clara y mirando a los ojos. Est¨¢ sentado junto a una peque?a mesa de pl¨¢stico, en pleno bullicio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, adonde ha volado desde Tokio para presentar Textos sobre la obra de Gabriel Orozco (editorial Turner). Son 822 p¨¢ginas dedicadas a un creador que, visto de cerca, no tiene trazas de difunto. Por el contrario, a sus 54 a?os luce un aspecto envidiablemente sano. Incluso coqueto. Un traje gris perfectamente arrugado, zapatos de cuero verde, y gafas-pasta-negra de l¨ªnea redonda. Toda una declaraci¨®n de vitalidad para alguien que, antes que espectro o muerto, es un artista acostumbrado a triunfar rompi¨¦ndole el espinazo a los t¨®picos.
Sus obras son admiradas como templos evanescentes de la provocaci¨®n
Su trayectoria misma tiene algo de sue?o cumplido. Quiz¨¢ por eso, como ¨¦l mismo deja caer, le embarga la sensaci¨®n de pasado. El Museo de Arte Moderno de Nueva York ya le ha dedicado una retrospectiva. Ha expuesto en el Kunstmuseum de Basilea, en el Pompidou de Par¨ªs, en la Bienal de Venecia¡ Sus obras son admiradas como templos evanescentes de la provocaci¨®n. Apret¨® un trozo de arcilla entre las manos y le qued¨® un coraz¨®n (Mis manos son mi coraz¨®n,1991); present¨® una caja de zapatos vac¨ªa en la Bienal y desencaden¨® un estallido que a¨²n sigue expandi¨¦ndose (Caja de zapatos vac¨ªa, 1993). Cada paso le encumbr¨® m¨¢s y m¨¢s en el esquivo olimpo del arte. En constante ebullici¨®n, se convirti¨®, a juicio de muchos expertos, en un creador total, en una suerte de demiurgo latinoamericano. Y puede que sea as¨ª. Pero sentado al borde una mesa pl¨¢stico, las manos juntas y el cuerpo inclinado hacia delante, es tambi¨¦n un tipo simp¨¢tico, de respuesta r¨¢pida y al que, a veces, le gusta meter el cuchillo entre los interrogantes.
Pregunta. ?Gabriel Orozco ya es historia?
Respuesta. Trato de hacer cosas nuevas todo el tiempo y de olvidar lo que ya hice.
P. ?El ¨¦xito le afecta?
R. Todo afecta. El fracaso afecta, el ¨¦xito afecta, la privacidad afecta y la excesiva publicidad tambi¨¦n.
Desde el principio marqu¨¦ una l¨ªnea de trabajo que busca decepcionar. Gabriel Orozco, artista mexicano
P. ?Es capaz de aislarse de esa presi¨®n?
R. S¨ª, porque desde el principio marqu¨¦ una l¨ªnea de trabajo que busca decepcionar. La decepci¨®n del p¨²blico, en lo que creen que debo hacer, en lo que debe ser mexicano o latinoamericano¡
P. ?Qu¨¦ entiende por decepci¨®n?
R. Romper las expectativas. El espectador est¨¢ esperando ser entretenido por el artista. Hay que estar en contra de esto para maniobrar como uno quiere.
P. Pero usted no ha defraudado al p¨²blico.
R. S¨ª que lo he defraudado. El p¨²blico hay que hacerlo y rehacerlo continuamente. Cada obra hace su p¨²blico.
P. ?Pero le importa lo que piensen los espectadores o le basta su propio juicio?
R. Siempre importa lo que piensen los espectadores, porque la obra de arte termina cuando el p¨²blico la hace suya y empieza a realizarla en su cerebro, en su vida. La obra de arte no es s¨®lo lo que uno hace en casa y su mam¨¢ lo felicita. Tiene que salir a la arena p¨²blica a realizarse.
P. ?Y su g¨¦nesis? Cuando se plantea una obra, ?piensa en el p¨²blico o en una est¨¦tica propia?
R. Trato de vaciar el ego. De no pensar demasiado en lo que debe ser el arte, en lo que debe ser un artista mexicano, en lo que debo ser yo, en lo que debe ser un hombre¡ Intento establecer un v¨ªnculo nuevo o fresco, fuera de prejuicios, y empezar una relaci¨®n con ese objeto, material, cultura o pa¨ªs.
P. ?Conoce sus l¨ªmites?
R. No tengo claro los l¨ªmites, s¨®lo el punto de inicio. Es una especie de big bang que puede expandirse hacia diferentes direcciones. A partir de eso, los l¨ªmites los da el propio proceso: hay obras que duran un a?o, otras seis y algunas suceden en 24 horas. Depende del material, la producci¨®n, de c¨®mo el cerebro digiera la idea.
P. Veo que no cree en la genealog¨ªa del arte.
R. No creo en la linealidad. El arte no es una historia lineal de progreso. Son ciclos que regresan, espirales, movimientos de recepci¨®n y percepci¨®n.
P. ?Y cu¨¢ndo surge el big bang?
Cuando se van acumulando las experiencias, te das cuenta de que uno tiene sus limitaciones
R. Es un deseo primario. Algo te llama la atenci¨®n, te deslumbra y te acercas sin prejuicios a ver qu¨¦ es. Hay que dejarse llevar por esa curiosidad, no reprimirte de antemano, y luego ensayar un posible viaje o m¨¦todo para esa experiencia. A veces, en el camino te decepciona. Cuando se van acumulando las experiencias, te das cuenta de uno tiene sus limitaciones, de que siempre te fijas en lo mismo. Hay obsesiones, pautas de conducta, una cultura, limitaciones f¨ªsicas. Eso es lo que se llama estilo. No se puede premeditar, al final el estilo es el c¨²mulo de accidentes y de deseos, de triunfos y de fracasos. Si uno piensa que debe tener un estilo de antemano, est¨¢ haciendo moda o dise?o. En la b¨²squeda del arte, en lo po¨¦tico no se puede empezar por prejuicios.
P. Borges defin¨ªa el arte como la inminencia de una revelaci¨®n que nunca llega.
R. Que no llega pero que uno puede realizar. La revelaci¨®n es la conexi¨®n con un objeto. Se establece una relaci¨®n temporal que deja la sensaci¨®n de que nunca lleg¨®, pero que te hizo dar un paso¡
P. Se establece un v¨ªnculo, pero no completo.
R. Exacto, nunca es completo, porque el universo crece en todas las direcciones y siempre te dejas algo.
P. Le voy a proponer un juego. Le digo una palabra y usted me dice qu¨¦ le viene a la cabeza. Por ejemplo, vac¨ªo.
R. Asombro.
P. Polvo.
R. Estornudo.
P. Su mano derecha.
R. Martillo.
P. Charco.
R. Mano izquierda.
P. Borges.
R. Universo.
P. M¨¦xico.
R. (silencio, risas) M¨¦xico¡ una palabra muy extra?a.
P. ?Cu¨¢l es su relaci¨®n con M¨¦xico?
R. Es como si el lenguaje hubiera inventado una palabra que quiere decir M¨¦xico y no la acabar¨¢ de entender.
Siempre pens¨¦ que iba a morir muy joven, no s¨¦ por qu¨¦, pero siempre lo dije
P. M¨¦xico tiene una relaci¨®n especial con la muerte. La celebra y la corteja. ?Cu¨¢l es la suya?
R. Siempre pens¨¦ que iba a morir muy joven, no s¨¦ por qu¨¦, pero siempre lo dije, y en cierta manera llevo varios a?os ya muerto. Resulta una sensaci¨®n muy rara. Es como vivir horas extras y no me causa ning¨²n peso. Ya estoy viejo, tengo 54 a?os. Me imaginaba muerto hace ya mucho.
P. ?Por alg¨²n motivo?
R. Sin motivo, es una sensaci¨®n nada m¨¢s. Es como aceptar que estoy muerto. Y me acepto as¨ª. Tiene que ver con la fama y tambi¨¦n con un libro como el vengo a presentar, que es de un muerto. Todo se combina. En realidad, me manejo como muerto.
P. ?Le importa el paso del tiempo, no?
R. Yo juego f¨²tbol, me retir¨¦ a los 50 a?os de los equipos de tercera divisi¨®n, porque el cuerpo ya no me respond¨ªa. Pero sigo caminando, sigo respirando. Tengo fuerza en mis brazos, puedo hacer cualquier cosa con mis manos y mis piernas.
Buscar motivaciones es dif¨ªcil para una persona que vivi¨® la guerra fr¨ªa
P. ?A¨²n le queda mucho que dar?
R. Ya no s¨¦. A veces siento que me aburro, que se me olvidan las cosas. O de repente hay cosas que ya no quiero hacer. El mundo tambi¨¦n est¨¢ cambiando. Buscar motivaciones es dif¨ªcil para una persona que vivi¨® la guerra fr¨ªa y que creci¨® en los sesentas y setentas. De repente te preguntas qu¨¦ es lo que te puede motivar. ?Protegerte del terrorismo es una motivaci¨®n para vivir? ?Qu¨¦ construyes? ?A qui¨¦n ayudas y por qu¨¦? ?A qui¨¦n revolucionas? Eso es lo que no es f¨¢cil.
P. Pero usted estar¨¢ satisfecho de su trayectoria; no parece que sienta amargura, ni que se equivoc¨® de camino o perdi¨® el tiempo.
R. No, eso no. ?T¨² lo creer¨ªas?
P. No, yo le veo como un hombre de ¨¦xito.
R. Jajajaja, de ¨¦xito no. He fracasado en muchas cosas, pero las malas no son tan malas y las buenas son buenas. Al final he podido ejercer mi disciplina, mi pensamiento, realizar y no repetirme, aceptar cada momento de mi vida. Para nada es frustraci¨®n, es s¨®lo que motivarse es como jugar al ajedrez contra uno mismo y contra los grandes maestros de siempre. Y ahora tambi¨¦n hay computadoras. ?Y ganarle a una computadora tiene alguna emoci¨®n? ?C¨®mo lograr que una persona se asombre o enfurezca con una obra de arte? ?C¨®mo revolucionar mi relaci¨®n con la belleza? Eso es lo dif¨ªcil. Pero eso es porque me estoy haciendo viejo.
Gabriel Orozco, terminada la entrevista, se diluye entre el p¨²blico de la feria de libro. Luego dar¨¢ una charla sobre su obra y volver¨¢ a Tokio. A buscar nuevos l¨ªmites, a intentar asombrar al mundo y a s¨ª mismo. Vivo o muerto, o ambas cosas a la vez.
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