La narrativa en sus transformaciones
La novela en espa?ol atraviesa un buen momento, impulsada por escritores como Marta Sanz y el reci¨¦n fallecido Rafael Chirbes
Hablar de muerte de la novela no tiene otro valor que el de una met¨¢fora. Lo que s¨ª har¨¢ la novela ¡ªcomo la energ¨ªa misma¡ª es transformarse. En diversas ocasiones he se?alado que, a consecuencia de los h¨¢bitos sociales que genera Internet ¡ªm¨¢s profundos que los que en su d¨ªa pudo generar la imprenta¡ª, la novela ha de experimentar tarde o temprano una fuerte mutaci¨®n, dar paso a una nueva forma de relato cuyas caracter¨ªsticas ser¨ªa in¨²til pretender adivinar. Tanto m¨¢s cuanto que hasta el momento, si bien debilitada, la novela no presenta ning¨²n s¨ªntoma de cambio radical. Sus rasgos, hoy por hoy, se ajustan en todo a las modificaciones que ha ido experimentando con el paso del tiempo: cambios consustanciales a la naturaleza del g¨¦nero en cuanto que paralelos a los cambios experimentados por la realidad circundante.
Las l¨ªneas maestras del actual panorama novel¨ªstico difieren de las del siglo XX, es cierto. Pero se trata de cambios equiparables a los que se fueron produciendo a lo largo de ese siglo, de los que vienen a ser su continuaci¨®n. As¨ª, por ejemplo, a la novela realista de los a?os cincuenta le sucedi¨® la novela artefacto ¡ªcomo suele denominarla un sector de la cr¨ªtica¡ª, que, m¨¢s que reflejar la realidad circundante, conforma una r¨¦plica de esa realidad tanto en sus l¨ªneas maestras como en sus matices, con lo que al lector, aunque no sin esfuerzo, gracias a la capacidad evocadora de la palabra, se le hace m¨¢s viva y tangible que una mera fotocopia de esa realidad circundante. A ese modelo, en las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo, le sucedi¨® una narrativa m¨¢s light ¡ªla novela de sof¨¢, como ha dado en llamarse¡ª de m¨¢s f¨¢cil lectura y, por tanto, m¨¢s de p¨²blico. A modo de consecuencia obligada, la novela que actualmente se escribe tiene un poco de todo ello.
Por lo general, evito pronunciarme sobre autores u obras del presente panorama literario. El mundo de las letras es muy quisquilloso y mencionar a uno puede llevar a otros a sentirse marginados. Por tanto, dado que para ilustrar mi opini¨®n voy a referirme a un par de novelas concretas, quiero dejar bien claro que si las destaco es porque, como quien dice, est¨¢n reci¨¦n le¨ªdas. Una lectura que, sumadas anteriores y de otros, me permite pensar que la narrativa en espa?ol est¨¢ atravesando un buen momento.
As¨ª, La lecci¨®n de anatom¨ªa, de Marta Sanz, pertenece a la corriente de novela autobiogr¨¢fica o familiar que viene ganando terreno en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Desde Nada, de Carmen Laforet, o alguna obra de Ana Mar¨ªa Matute o de Carmen Mart¨ªn Gaite, hasta las ya m¨¢s recientes de Soledad Pu¨¦rtolas o de Marcos Giralt. O, m¨¢s reciente todav¨ªa, la ¨²ltima de Milena Busquets Tusquets, con sus problemas de hija de los felices sesenta. Variante de esta corriente es la novela er¨®tico/porno, generalmente escrita o firmada por mujeres, que tanto prolifera a partir del ¨¦xito comercial de Cincuenta sombras de Grey.
La lecci¨®n de anatom¨ªa va por otro lado. Yo la calificar¨ªa de novela de autodefinici¨®n, centrada en esa necesidad de objetivarse ante uno mismo propio de la adolescencia; un impulso que le lleva a uno a preguntarse, pongamos por caso, si prefiere las rubias o las morenas. O, como la Marta de la novela, si no ser¨¢ lesbiana, no muy segura, por otra parte, del significado de la palabra.
Ahora bien: a la vista de tales caracter¨ªsticas, ?cabe afirmar que se trata realmente de una novela? ?No ser¨ªa m¨¢s apropiado situar la obra en el ¨¢mbito de las memorias o de la autobiograf¨ªa? Acertadamente o no, ante determinadas novelas, tanto el lector como el cr¨ªtico tienden a identificar al autor con el protagonista sin cuestionar por ello su condici¨®n de novela. Como no hay por qu¨¦ cuestionarlo en este caso aunque la protagonista se llame Marta. Y es que cuando el relato, m¨¢s que limitarse a exponer una sucesi¨®n de acontecimientos y experiencias, consigue crear, gracias a la capacidad evocativa de la frase, una realidad aut¨®noma, desvinculada de todo referente, nos encontramos ante una novela. ?Convierte acaso a En busca del tiempo perdido en autobiograf¨ªa el hecho de que su protagonista se llame Marcel? Y viceversa: nadie se hubiera sorprendido si Chatwin, por ejemplo, a sus relatos de viaje los hubiera calificado de novelas.
Nada hab¨ªa le¨ªdo de Marta Sanz con anterioridad a esta personal lecci¨®n de anatom¨ªa. Y es que yo ten¨ªa la idea de que se trataba de una autora de novela negra, un g¨¦nero que, salvo contadas excepciones ¡ªPatricia Highsmith, John Le Carr¨¦¡ª, nunca me ha interesado especialmente. Equ¨ªvoco distinto es el relacionado con Rafael Chirbes. Hace a?os le¨ª una de sus primeras novelas y lo situ¨¦ en la l¨ªnea del realismo social de los a?os cincuenta. Es decir: un relato de estricto contenido social con un mensaje de lo m¨¢s expl¨ªcito. Pero En la orilla nada tiene que ver con eso aunque m¨¢s de un lector piense lo contrario. A mi entender, es la mejor novela sobre uno de los principales aspectos de la actual crisis ¡ªla burbuja inmobiliaria¡ª que he le¨ªdo. Centrada en un carpintero obligado a cerrar el negocio, abarca todos los niveles del hundimiento, desde el de los promotores hasta el de los despedidos. Una realidad desolada presentada en contrapunto con las euf¨®ricas celebraciones de anta?o, las comilonas, los coches de lujo, la droga, los clubes de alterne¡
El panorama es reconstruido fundamentalmente a partir de una serie de mon¨®logos interiores entrelazados sin soluci¨®n de continuidad y sin la menor pretensi¨®n de distinguir entre buenos y malos, o mejor, entre buenos contra malos, v¨ªctimas y culpables ¡ªcada uno a su escala¡ª todos ellos. Un mon¨®logo interior no de corte joyciano, es decir, literal en su discontinuidad entrecortada, sino elaborado en un discurso coherente al modo de John Dos Passos. Lo que hace que no se le pueda calificar de mero testimonio documental es el hecho de que, al utilizar l¨ªnea por l¨ªnea la palabra precisa, el relato se convierte en una evocaci¨®n m¨¢s pr¨®xima al lector que cualquiera de los t¨®picos establecidos al respecto. Una realidad en degradaci¨®n como, en el paisaje circundante, las aguas del pantano, ya ci¨¦naga saturada de basuras.
Ni la novela de Marta Sanz ni la de Rafael Chirbes son, as¨ª pues, propiamente innovadoras. Ambas se inscriben en tendencias ya existentes tanto en Espa?a como fuera de ella. ?Puede considerarse novela El Danubio, de Claudio Magris? ?O no lo es acaso Los anillos de Saturno, de Sebald? ?O las novelas en las que el relato incluye episodios expl¨ªcitamente autobiogr¨¢ficos?
Lo que s¨ª me parece importante destacar es que la novela en espa?ol est¨¢ atravesando un momento relativamente bueno; sobre todo si lo comparamos con lo que se escribe ¡ªo mejor, que no se escribe¡ª en otros pa¨ªses de gran tradici¨®n literaria. Junto con la escrita en ingl¨¦s, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, tal vez la que mejor aguanta los embates de los nuevos tiempos.
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