Mi nombre es Juan Manuel Aguilar
La historia de dos hombres que se llaman igual y la deuda como trauma mexicano
En la crisis de diciembre de 1994, cuando Juan Manuel Aguilar Rivera ten¨ªa 38 a?os y se fue a la ruina, su hijo Daniel ten¨ªa seis. Juan Manuel Aguilar Freeman ten¨ªa 34. Tambi¨¦n se fue a la ruina y no sab¨ªa que exist¨ªa ese ni?o llamado Daniel. Dos d¨¦cadas de neoliberalismo econ¨®mico despu¨¦s, la vida de estos dos mexicanos hom¨®nimos que no se conoc¨ªan pero que en aquel momento compartieron un mismo pensamiento ¨Cmatarse¨C ha sido entrelazada por el artista Daniel Aguilar Ruvalcaba en una obra de arte que supone una cr¨ªtica ¨ªntima del sistema financiero y le pone rostro al trauma nacional de la deuda.
El t¨ªtulo del proyecto, ?Por qu¨¦ no fui tu amigo?, es el mismo que el de un hit de Los Astros, el grupo en el que toc¨® el bajo en los a?os setenta el padre del artista. Antes de dejar de dejar la m¨²sica, de hacerse emprendedor y de arruinar a su familia. Cinco a?os despu¨¦s de quebrar le diagnosticaron Parkinson. La enfermedad le ha quitado de los dedos la agilidad necesaria para tocar el bajo y ahora se limita a hacer punteos con una guitarra espa?ola. "Yo creo que la enfermedad vino de aquellas presiones tan duras. No dorm¨ªa. Me daban ganas de irme. Desaparecer, ?sabes? Hay quienes tienen mucha capacidad para el dolor. Yo no la tengo", dice Juan Manuel Aguilar Rivera en su silla de ruedas.
Por qu¨¦ no fui tu amigo nada m¨¢s,
por qu¨¦ tuve que darte el coraz¨®n,
por qu¨¦ no fui capaz de renunciar,
por qu¨¦ no dije adi¨®s.
Lo nuestro pudo ser para los dos
tan solo una aventura y nada m¨¢s...
Parte de la obra se exhibi¨® en octubre en Kurimanzzutto, la galer¨ªa m¨¢s prestigiosa de M¨¦xico, en una peque?a sala dedicada a artistas emergentes, y el proyecto finalizado se presenta este viernes en el Museo Carrillo Gil de la Ciudad de M¨¦xico dentro de una exposici¨®n colectiva de los trabajos de los beneficiarios de la ¨²ltima edici¨®n de la beca de formaci¨®n BBVA Bancomer-Carrillo Gil.
"Fui alcoh¨®lico desde los 13 a?os hasta los 26", me cont¨® el padre en Le¨®n, la ciudad de la familia del artista. "Desde que nac¨ª soy una bola de miedo. Mi mam¨¢ se fue de su casa con mi pap¨¢ y mi abuelo la deshered¨®. Su rutina era trabajar de lunes a s¨¢bado y, el s¨¢bado a mediod¨ªa, conforme recib¨ªa la lana, se iba a ponerse hasta las chanclas hasta el domingo a la noche. Estaba siempre borracho o trabajando. Y cuando beb¨ªa ven¨ªan los golpes y las agresiones. Siempre puros problemas. A m¨ª me daba mucho coraje, y entonces empec¨¦ a hacer lo mismo".
Daniel Aguilar Ruvalcaba fue seleccionado para la beca BBVA Bancomer en julio de 2014. Por aquel tiempo andaba d¨¢ndole vueltas a dos asuntos: ¡°Por un lado estaba pensando en c¨®mo funciona la cultura y en c¨®mo es que se puede producir; no s¨®lo qui¨¦n la consume sino qui¨¦n la patrocina. Y tambi¨¦n me persegu¨ªa la idea de las cosas que vivi¨® mi pap¨¢ y que casi nunca nos contaba¡±. El roce de la beca con el trauma familiar provoc¨® el chispazo conceptual: contar el fracaso econ¨®mico de su padre con los medios que le ofrec¨ªa el programa de mecenazgo cultural de un banco.
Desde ese punto el proyecto se desarroll¨® como una espiral. El artista consider¨® que la historia de su padre deb¨ªa ser contada de manera impersonal y se le ocurri¨® que la contase un mexicano que se llamase igual que su padre. Es m¨¢s: que se llamase igual y fuese deudor de BBVA Bancomer para poder liquidar la deuda de un hom¨®nimo de su padre con el dinero de su beca. De esa manera realizar¨ªa un doble juego simb¨®lico-pol¨ªtico: solventar¨ªa la deuda del padre, entendida como herida de la memoria y representada por el aduedo de un hom¨®nimo cualquiera, y reconvertir¨ªa el capital filantr¨®pico de la beca en beneficios financieros al cubrir con sus propios recursos el adeudo de un cliente del banco.
En noviembre un economista mexicano me habl¨® de lo que fue la crisis del 94. El Error de Diciembre. El Tequilazo. Trauma nacional de M¨¦xico. En su despacho de director del Centro de Estudios Econ¨®micos del Colegio de M¨¦xico, moviendo sus manos como barcazas para acompa?ar la explicaci¨®n, sentado o de pie dibujando esquemas extra?os en un pizarr¨®n, Jos¨¦ Antonio Romero Tellaeche me habl¨® de aquel d¨ªa de diciembre de 1994 en el que el Secretario de Hacienda Jaime Serra convoc¨® a una reuni¨®n a los principales empresarios mexicanos para pedirles que buscasen una soluci¨®n juntos: "Jaime Serra invita a los empresarios y les dice, oye, ustedes qu¨¦ opinan, ?ampl¨ªo la banda de flotaci¨®n o ajusto el tipo de cambio? Y entonces los empresarios le dicen, hombre, esp¨¦rame tantito que voy al ba?o. As¨ª que salen un momento, le hablan por tel¨¦fono a sus empleados y les dicen: Compra d¨®lares ya. Se va a devaluar el peso. Y de un d¨ªa para otro, pr¨¢cticamente desaparecieron las reservas internacionales de M¨¦xico".
?"Y para tu historia conviente tener en cuenta esto", dice el alto y corpulento doctor en econom¨ªa de segundo apellido vasco. "El 1 de enero de 1994 se hab¨ªa iniciado el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canad¨¢, y la propaganda del Gobierno nos hizo creer que est¨¢bamos entrando en el Primer Mundo. As¨ª pas¨® aqu¨ª. Entonces, hay una teor¨ªa econ¨®mica que dice que si t¨² sabes que el primero de enero del a?o que entra vas a recibir el doble de sueldo de tu peri¨®dico El Pa¨ªs, qu¨¦ haces hoy: pues vas y te compras un coche nuevo, o te cambias el guardarropa entero, y todo eso lo vas a pagar el a?o que entra. As¨ª que los mexicanos, como ¨ªbamos a entrar al Primero Mundo, fuimos y nos compramos nuestro coche nuevo. Las tarjetas de cr¨¦dito te las repart¨ªan como tarjetas de presentaci¨®n en los supermercados. Se constru¨ªan casas, se prestaba para todo. Y la gente se crey¨® esa ilusi¨®n. Los mexicanos se sobreendeudaron con propaganda alimentada desde el mismo Gobierno. Por eso despu¨¦s hubo mucha muerte de empresas y cat¨¢strofes familiares como la de este Daniel del que me hablas. Les arruinaron la vida. Eso es lo que pas¨® en la crisis del 94".
Para buscar un hom¨®nimo de su padre, Aguilar Ruvalcaba puso un anuncio en un peri¨®dico de Le¨®n en el que se ofrec¨ªa a pagarle su deuda a cualquier Juan Manuel Aguilar que le debiese a BBVA Bancomer. No respondi¨® nadie. Otro diario se neg¨® a publicar su anuncio. El artista se desesper¨®. Hasta que en febrero de 2015 una compa?era de beca le dijo que conoc¨ªa a un profesor de Bellas Artes en Tijuana de nombre Juan Manuel Aguilar Freeman.
En septiembre Freeman me cont¨® su historia en Tijuana, en su despacho de la Universidad Aut¨®noma de Baja California. Detr¨¢s de su mesa de trabajo, una l¨¢mpara iluminaba una foto de una mujer india con un lunar en la frente. "Ella es Gurayami", me dijo. "Es alguien que representa el aqu¨ª y el ahora. Representa el amor. Representa la comunicaci¨®n. Es descendiente de Swami Shilapananda". Junto a ella hab¨ªa puesto una jarra llena de agua con una flor flotando dentro.
Freeman lleg¨® a Tijuana en 1995, en bancarrota y emocionalmente exhausto. Lleg¨® desde la Ciudad de Mexico en un Volkswagen Sedan? ¨Cun vocho, un escarabajo¨C que hab¨ªa adquirido con un pr¨¦stamo del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. ?Entramos por el freeway 805. Me sorprendi¨® ver que Tijuana estaba llena de luces de colores. Era como un ¨¢rbol de Navidad tumbado?. Conduc¨ªa su hermano Enrique, que hab¨ªa ido a la capital a rescatarlo de una depresi¨®n que le hab¨ªa hecho pensar en suicidarse. Freeman, licenciado en Arquitectura, se hab¨ªa quedado sin su empleo de oficinista de Hacienda despu¨¦s del colapso de diciembre y le quedaban s¨®lo los ingresos que recib¨ªa por ser gu¨ªa de paseos culturales del Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia. Hab¨ªa tenido que dejar el departamento en el que viv¨ªa. Hab¨ªa tenido que vender cosas. Hab¨ªa tenido que dejar la vida que llevaba con sus amigos homosexuales del barrio de La Condesa. Nacido en un pueblo de provincia muy conservador, Freeman hab¨ªa salido del armario en la Ciudad de M¨¦xico. Su liberaci¨®n coincidi¨® con el subid¨®n econ¨®mico previo a la devaluaci¨®n del 94. En el preciso instante en que lleg¨® la cat¨¢strofe financiera, se encontraba pasando unos d¨ªas de ocio en una playa nudista de Oaxaca.
Cuando Daniel Aguilar Ruvalcaba supo de su existencia, le escribi¨® por Facebook, el banco mundial de identidades, y el hom¨®nimo respondi¨®.
¨CS¨ª tengo una deuda con Bancomer. Gracias por considerarme.
En el verano, Freeman viaj¨® con el artista a casa de sus padres en Le¨®n. Convivieron diez d¨ªas y Juan Manuel Aguilar Rivera le hizo a su tocayo el relato de su ruina. Le cont¨® que hubo un tiempo en el que el cr¨¦dito flu¨ªa tan bien que se sinti¨® ¡°el empresario del a?o¡±. Que lleg¨® a tener ¡°cinco o seis cremer¨ªas¡±. Que su suegro le dec¨ªa que no entend¨ªa por qu¨¦ se gastaba un peso y medio si nada m¨¢s ten¨ªa un peso, pero que ¨¦l no le hac¨ªa caso a su suegro porque era un se?or anticuado. El exbajista de Los Astros le cont¨® a continuaci¨®n c¨®mo de repente empezaron a aparecerle acreedores. Oye, me debes 30.000. Oye, me debes 50.000. Y que cuando quiso reaccionar se dio cuenta de que estaba "endeudado hasta las cachas". Y que entonces los bancos dejaron de recibirlo ¡°con tacitas de caf¨¦", mientras aparec¨ªan los usureros para servirle su veneno en bandeja: ¡°En cinco d¨ªas te cobraban el 3%. ?Por cinco d¨ªas!¡±. Juan Manuel Aguilar le cont¨® a Juan Manuel Aguilar c¨®mo perdi¨® su casa, con seis hijos que mantener. C¨®mo perdi¨® la casa de su madre, que hab¨ªa puesto de aval, y c¨®mo cuando fue a decirle a su madre que ten¨ªa que desalojar su casa antes de siete d¨ªas porque la hab¨ªa perdido, ella le dijo: "No te apures, hijo, ¨¦chale ganas. Dios sabe por qu¨¦ hace las cosas".
Durante esos d¨ªas, el artista grab¨® v¨ªdeos con su padre y Freeman en los que juntos recorr¨ªan las propiedades que perdi¨® el primero reinterpretando episodios de aquel drama. Es la t¨¦cnica de la reactuaci¨®n ¨Cm¨¢s conocida por el ingl¨¦s reenactment¨C, que Aguilar Ruvalcaba hab¨ªa apreciado en obras de artistas consolidados como el mexicano Yoshua Ok¨®n (New Decor, 2001) o el ingl¨¦s Jeremy Deller (The Battle of Orgreave, 2001) y a la que tambi¨¦n lo movi¨® su inter¨¦s por la inclusi¨®n de personas reales ¨Cno actores¨C en pel¨ªculas de cineastas mexicanos como Amat Escalante o Carlos Reygadas. Los v¨ªdeos son el elemento principal de la exhibici¨®n de su proyecto en el Carrillo Gil.
La operaci¨®n financiera
"Tijuana me salv¨®", me dijo Freeman en su despacho. Lleg¨® en noviembre de 1995 y no tard¨® en encontrar trabajo de supervisor de obras. Tambi¨¦n encontr¨® un empleo ¨Cque conserva¨C al otro lado de la frontera, en San Diego, como jardinero de Mr. Kirk, un expolic¨ªa republicano jubilado que cultiva marihuana para consumirla en infusiones y paliar sus dolores de espalda. M¨¢s tarde logr¨® su puesto de profesor de Museograf¨ªa en la universidad. Desde entonces su econom¨ªa adquiri¨® una modesta estabilidad que le permiti¨® hace dos a?os tomar la decisi¨®n de comprarse un coche nuevo para sustituir a su viejo vocho. Con un pr¨¦stamo de algo m¨¢s de 10.000 d¨®lares, BBVA Bancomer le ayud¨®.
Aguilar Ruvalcaba crey¨® que podr¨ªa liquidar la deuda del hom¨®nimo de su padre con los fondos de su beca BBVA Bancomer, pero la beca del banco s¨®lo se pod¨ªa gastar en comprar material para producir una obra de arte, no para hacer transacciones de capital. Como soluci¨®n, el artista produjo una pieza (un fajo de pesos mexicanos falsificados por ¨¦l que sumaba el importe de la deuda de Freeman) para vend¨¦rsela a un coleccionista a cambio de que cubriese el adeudo del coche. Y encontr¨® al comprador id¨®neo para cerrar el c¨ªrculo. Mois¨¦s Cos¨ªo, 31 a?os, nieto de uno de los mayores banqueros mexicanos de la historia, el difunto Manuel Espinosa Yglesias, presidente y socio mayoritario de Bancomer desde la d¨¦cada de los cincuenta hasta la nacionalizaci¨®n de la banca en 1982. El coleccionista transfiri¨® el dinero a Juan Manuel Aguilar Freeman desde la misma cuenta en la que su abuelo le dej¨® depositada su herencia y la deuda simb¨®lica de Juan Manuel Aguilar Rivera qued¨® saldada por la beca BBVA Bancomer.
Al anochecer del dia en que fui a visitarlo, Juan Manuel Aguilar Rivera, sentado a una mesa con una pecera en el centro en la que nadaba un pez naranja, le dec¨ªa a su hijo que no quer¨ªa que abandonase su carrera como artista, pero que s¨ª que le gustar¨ªa que la llevase con alg¨²n sentido empresarial. La econom¨ªa siempre est¨¢ presente en su pensamiento. Es habitual que en cada conversaci¨®n incluya una reflexi¨®n sobre la materia. Enfoca la econom¨ªa como una responsabilidad individual. M¨¢s que un sistema econ¨®mico con efectos perniciosos, ¨¦l ve sujetos econ¨®micos irresponsables. Y hablaba con cari?o de las posibilidades de un negocio diligentemente llevado. "Ahorita si te administras bien, si tienes un plan de oportunidades, si separas bien los dineros y no gastas lo que no es tuyo, puedes iniciar tu negocio. As¨ª haya devaluaciones y problemas financieros, t¨² tienes el control de tu dinero. Por ejemplo: si te quieres comprar un carro, tienes que protegerte por si viene una inflaci¨®n. Que la tasa de la mensualidad sea fija. Error ser¨ªa meterte con una tasa de inter¨¦s flotante. Error ser¨ªa endeudarte en d¨®lares. Pero el que tenga actitud de empresario puede crecer".
"Haz un lista de necesidades y enviala a un bufete especializado", le dijo a su hijo. "Te buscar¨ªan mercados, te har¨ªan un plan de negocio, te crear¨ªan una imagen de marca... Y te dise?ar¨ªan una tarjeta de presentaci¨®n".
Le dijo que en Le¨®n hab¨ªa empresarios que podr¨ªan respaldarlo. Mencion¨® al propietario del restaurante El Rinc¨®n Gaucho, que cuenta con una revista local en la que, seg¨²n ¨¦l, podr¨ªan darle difusi¨®n como artista. Tambi¨¦n mencion¨® a la constructora Innova Inmobiliaria, por sus inquietudes culturales: "Defienden el yoga y la medicina alternativa, y les gusta apoyar a la gente con talento". Pero le advirti¨® de que para venderles obra tendr¨ªa que ofrecerles algo "materializado", como una escultura o un cuadro, no "un proyecto mental". Juan Manuel Aguilar Rivera le dijo a su hijo Daniel que para vender arte deber¨ªa hacer cosas "m¨¢s palpables". Dijo "palpables" y golpete¨® con los nudillos la pecera.
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