Muy antiguo y muy moderno
Rub¨¦n Dar¨ªo entr¨® decidido en las rigideces de una lengua exhausta, proponiendo novedades que causaban admiraci¨®n a veces y otras desd¨¦n o espanto
Rub¨¦n Dar¨ªo inicia el gran viaje de regreso de la lengua desde el continente americano hacia la Pen¨ªnsula, bajo los fulgores de una atrevida pirotecnia verbal. Y en su equipaje hubo, desde el principio, una dualidad llamativa: ¡°Muy siglo diez y ocho y muy antiguo y muy moderno; audaz, cosmopolita¡±, como escribe en el primero de los poemas de Cantos de vida y esperanza, su libro decisivo.
En su perspectiva est¨¦tica eligi¨® colocarse entre dos mundos que fue capaz de contemplar mirando hacia atr¨¢s y hacia adelante como el dios bifronte Jano, aunarlos revolvi¨¦ndolos y, a partir de all¨ª, saltar hacia la construcci¨®n de su propio universo, que sigue siendo tan contempor¨¢neo y tan cl¨¢sico en su hondura y tejido como para admitir renovadas lecturas.
Tras la publicaci¨®n de Azul, el libro inaugural del modernismo, don Juan Valera escribi¨® en 1888, en una de sus Cartas americanas: ¡°Ni es usted rom¨¢ntico, ni naturalista, ni neur¨®tico, ni decadente, ni simb¨®lico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una rara quintaesencia¡±.
P¨¢ginas de vida y esperanza
Obras completas.?Julio Ortega y Nicanor V¨¦lez son los responsables de la edici¨®n que re¨²ne los versos de Dar¨ªo en Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores.? Jos¨¦ C. Rovira y Sergio Galindo cuidaron? sus "ep¨ªstolas y poemas" para la Biblioteca Castro.
Biograf¨ªa.?Blas Matamoro es autor de Rub¨¦n Dar¨ªo, biograf¨ªa divulgativa del poeta (Espasa). Sergio Ram¨ªrez recre¨® novel¨ªsticamente su figura en Margarita, est¨¢ linda la mar (Alfaguara). Ian Gibson reedita en marzo Yo, Rub¨¦n Dar¨ªo.? Memorias de ultratumba de un rey de la poes¨ªa (Ediciones B).
Antolog¨ªa. El autor nicarag¨¹ense ser¨¢ en marzo uno de los ejes del Congreso de la Lengua de Puerto Rico. Alfaguara y la Asociaci¨®n de Academias presentar¨¢n all¨ª la edici¨®n conmemorativa del centenario: Rub¨¦n Dar¨ªo: del s¨ªmbolo a la realidad. Obra selecta
Esta rara quintaesencia va siendo compuesta de sustancias m¨¢s variadas a medida que avanza en su exploraci¨®n; desde su constante apego al mundo grecolatino, del que extrae gran parte de su imaginer¨ªa y sus interrogantes, al Siglo de Oro, donde encuentra a sus primeros grandes maestros, Garcilaso, G¨®ngora, Cervantes; al siglo XVIII versallesco que tanto le sedujo, al XIX de Hugo, Baudelaire y Verlaine; y a lo que tambi¨¦n trae de sus propias esencias americanas en el equipaje, color, m¨²sica, ritmo, sensualidad, misterio, atrevimiento, desaf¨ªo: ¡°?Hay en mi sangre alguna gota de sangre de ?frica, o de indio chorotega o nagrandano?¡±, se interroga en las ¡®Palabras liminares¡¯ de Prosas profanas. ¡°Pudiera ser, a despecho de mis manos de marqu¨¦s¡±.
Unamuno le vio ¡°ce?ida la cabeza de raras plumas¡±: la pluma con que escribo, le responder¨ªa ¨¦l en una carta. Otros, seg¨²n recuerda Gast¨®n Baquero, lo llamaban ¡°negro mulato¡± con ganas de rebajarlo; y en Luces de bohemia, la pieza de Valle-Incl¨¢n, Max Estrella, el personaje ciego, lo llama ¡°negro¡±.
Ninguno desacertaba. Era, en realidad, producto de esa rica mezcla racial que es el Caribe y es Centroam¨¦rica: mulato, ind¨ªgena, espa?ol mestizo, tal como se prueba en su genealog¨ªa; y ser¨ªa desde aquella periferia bastarda, falta de prestigios, que entrar¨ªa a saco en las rigidices de una lengua exhausta, proponiendo novedades que causaban admiraci¨®n a veces y, otras, desd¨¦n, o espanto. El asombro ante el otro, que propon¨ªa lo extra?o.
Un hombre triste de los tr¨®picos acobardado ante la idea de la muerte, y atormentado por la lujuria te?ida por la oscuridad del pecado, prisionero de esa otra dualidad entre ¡°la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus f¨²nebres ramos¡±, expresada en ¡®Lo fatal¡¯, que para Garc¨ªa M¨¢rquez, otro del Caribe revuelto, era el mejor poema de la lengua.
Esta rara quintaesencia va siendo compuesta de sustancias m¨¢s variadas a medida que avanza en su exploraci¨®n
Gustav Klimt, emparentado primero con el simbolismo y luego con el modernismo, pint¨® en 1916 la escena en que Leda, desnuda y de espaldas, va a ser pose¨ªda por el rijoso Zeus, encarnado en un cisne negro. Esta pintura marcaba un parentesco de motivos con la poes¨ªa de Rub¨¦n; nunca llegaron a conocerse ¨¦l y Klimt, pero cuando en 1904 visit¨® en Viena el Museo de la Secesi¨®n, lo que m¨¢s le impresion¨® fueron sus cuadros. Hay en ambos una identidad que tiene que ver con la exploraci¨®n del abismo de misterio de lo er¨®tico que no se aparta de la seducci¨®n de la muerte, el otro gran abismo.
En el cuadro de Klimt de 1915 Muerte y vida, ¡°la inevitable¡±, como dir¨ªa Rub¨¦n, aparece engalanada con una de las t¨²nicas coloridas con que el pintor sol¨ªa vestir a sus modelos, s¨®lo que esta t¨²nica, entre el azul y el violeta, como la materia en descomposici¨®n, aparece decorada con cruces de cementerio, mientras ella, entre amenazadora y burlesca, contempla a un grupo de durmientes, inadvertidos de su presencia, y de su inminencia.
Octavio Paz encuentra en el temperamento er¨®tico de Rub¨¦n una de sus maneras de develar el misterio del mundo en sus m¨²ltiples correspondencias: ¡°El cuerpo de la mujer es el cuerpo del cosmos y amar es un acto de canibalismo sagrado. Pan sacramental, hostia terrestre: comer ese pan es apropiarse de su sustancia vital¡±.
Vivi¨® bajo el doble amparo de Afrodita y de Ichpochtli, la diosa de la intimidad carnal del pante¨®n mesoamericano, a quien est¨¢n consagradas las flores de cempas¨²chil, que adornan los altares de los muertos.
Y si el Oriente de misterios y milagros de Las mil y una noches despert¨® en ¨¦l su amor por lo ex¨®tico y lejano, tambi¨¦n marc¨® su temprana entrada al erotismo. En su autobiograf¨ªa dice:
En su perspectiva est¨¦tica eligi¨® colocarse entre dos mundos que fue capaz de contemplar mirando hacia atr¨¢s y hacia adelante como el dios bifronte
¡°En cuanto a mi imaginaci¨®n y mi sentido po¨¦tico, se encantaban en casa con la visi¨®n de las turgentes formas de mi prima, que a¨²n usaba traje corto; con la cigarrera Manuela, que manipulando sus tabacos me contaba los cuentos del pr¨ªncipe Kamaralzaman y de la princesa Badura, del Caballo Volante, de los genios orientales, de las invenciones maravillosas de las mil y una noches.
En dos estrofas de ¡®Divina Psiquis¡¯, uno de los poemas trascendentes de Cantos de vida y esperanza, explora los misterios de esa dimensi¨®n oscura del sexo que siempre hizo arder sus sentidos. La psiquis perturbadora es la dulce mariposa invisible que vuela desde los abismos, ¡°sabia de la lujuria que sabe antiguas ciencias¡±, para posarse en la vi?a donde nace el vino del diablo, y en los senos y en los vientres.
Entre Th¨¢natos y Eros, su escritura es siempre una aventura de b¨²squeda y renovaci¨®n. ¡°Todo lo renov¨® Dar¨ªo¡±, dice Jorge Luis Borges: ¡°La materia, el vocabulario, la m¨¦trica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado y no cesar¨¢; quienes alguna vez lo combatimos, comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar el Libertador¡±.
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