'Better Call Saul', con estilo propio
No lo ten¨ªa f¨¢cil, pero aun as¨ª, con su primera temporada se desmarc¨® como una de las mejores series del a?o. Haciendo frente a los prejuicios y recelos (?que no toquen Breaking Bad!, clamaban los fans), Better Call Saul se abri¨® camino con paso lento pero firme y estilo propio. Aunque no pierde a la serie madre como referencia ¡ªsu destino es encaminarse hacia ella, al menos en la transformaci¨®n del personaje principal¡ª, la ficci¨®n protagonizada por Bob Odenkirk ha vuelto con una segunda temporada en la que insiste en sus mejores cualidades para marcar diferencias.
Better Call Saul no tiene un ritmo fren¨¦tico. No es de esas que te enganchan y no te sueltan. M¨¢s bien, al contrario. Si la primera temporada se tom¨® su tiempo para arrancar, los nuevos cap¨ªtulos van por el mismo camino. De hecho, casi se podr¨ªa decir que en su primer episodio ni siquiera llega a arrancar. Como en el comienzo de la serie, los espectadores se reencuentran con el protagonista en el futuro con ese flash forward que nos traslada a alg¨²n momento indeterminado despu¨¦s de Breaking Bad en la tercera reencarnaci¨®n de Jimmy McGill a trav¨¦s de la identidad de Gene, un tipo corriente y gris (de hecho, la imagen es en blanco y negro) empleado de un restaurante de comida r¨¢pida pero con recuerdos de un pasado que le persigue.
Luego, vuelta al pasado para seguir contando la historia de la lenta transformaci¨®n de este abogado cansado de su trabajo y de su vida que es Jimmy McGill en el Saul Goodman de Breaking Bad. Vince Gilligan y Peter Gould, los responsables de la serie, afrontaron la primera temporada sabiendo de antemano que su historia tendr¨ªa segunda entrega, un lujo raro que se nota en ese ritmo pausado, de quien sabe que se puede tomar su tiempo para contar la historia que tiene en la cabeza. Y precisamente un ritmo que puede dejar fuera a parte del p¨²blico, ese que necesita que pasen cosas para engancharse a una serie.
Aqu¨ª la procesi¨®n va por dentro. Una persona no cambia de la noche a la ma?ana. Por eso en el mismo cap¨ªtulo Jimmy parece decidido a dejar el mundo de la abogac¨ªa y rechazar una gran oferta laboral para terminar acept¨¢ndola. Eso s¨ª, abandona la oficina cutre que ocupaba en un centro de pedicura y pasa a tener un despacho por todo lo alto. En ¨¦l se encuentra un interruptor que, seg¨²n dice un letrero, no debe apagarse. Aun as¨ª, Jimmy pulsa. Y, en contra de lo que podr¨ªamos esperar (una explosi¨®n, un grito, o que una simple luz se apague), no ocurre nada. Porque Better Call Saul no es una serie de fuegos artificiales. Es as¨ª.
M¨¢s all¨¢ de ese camino de la transformaci¨®n de Jimmy McGill en Saul Goodman, la serie sigue remarcando su propio estilo. La mano de sus responsables se nota detr¨¢s de la fotograf¨ªa de la serie y de esos planos con la c¨¢mara en lugares insospechados que Breaking Bad ten¨ªa como se?a de identidad visual. Tambi¨¦n siguen las referencias al mundo de la serie madre, unos gui?os ofrecidos en su justa medida para no cargarla con demasiado peso extra.
Por delante, una nueva tanda de cap¨ªtulos cocinados a fuego lento y regados con ligeros toques de humor, altas dosis de drama y un ramillete de grandes personajes secundarios (m¨¢s minutos para Mike, por favor). Y la promesa de una transformaci¨®n moral que a¨²n est¨¢ por llegar.
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