El viaje circular
El colombiano Ciro Guerra est¨¢ nominado al Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa en su tercer largometraje
EL ABRAZO DE LA SERPIENTE
Direcci¨®n: Ciro Guerra.
Int¨¦rpretes: Nibio Torres, Jan Bijvoet, Antonio Bolivar, Brionne Davis.
G¨¦nero: aventuras. Colombia, 2015.
Duraci¨®n: 125 minutos.
Una cita de los diarios de viaje del etn¨®logo alem¨¢n Theodor Koch-Gr¨¹nberg abre el doble viaje circular en dos tiempos que propone el colombiano Ciro Guerra en su tercer largometraje, nominado al Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa y ya bendecido en su puesta de largo en la Quincena de Realizadores del festival de Cannes. Las palabras del etn¨®logo invitan a aparcar la racionalidad del hombre blanco y anuncian una entrada en lo alucinatorio, formulaci¨®n que fija la hoja de ruta de una pel¨ªcula esencialmente ambiciosa, pero que tambi¨¦n funciona como involuntaria unidad de medida de sus l¨ªmites. El abrazo de la serpiente anhela la fiebre expresiva de Joseph Conrad, pero el viaje est¨¢ condicionado por una cierta serenidad expresiva que, a ratos, se transforma en mera prudencia o cautela y condena algunos de los momentos m¨¢s vocacionalmente perturbadores de la pel¨ªcula ¡ªcomo la segunda visita a la ya desmandada misi¨®n cat¨®lica¡ª a ser eco degradado de lo que, en su d¨ªa, supieron modular de otra manera el Werner Herzog de Aguirre, la c¨®lera de Dios (1972) y el Francis Ford Coppola de Apocalypse Now (1979).
La figura cham¨¢nica del nativo Karamake, ¨²ltimo superviviente de una tribu amaz¨®nica exterminada, sirve de nexo de uni¨®n entre los dos viajes que narra la pel¨ªcula: el que realiz¨® Theodor Koch-Gr¨¹nberg en 1909, recogiendo testimonio fotogr¨¢fico de un buen n¨²mero de comunidades hoy desaparecidas; y el efectuado por el bot¨¢nico estadounidense Richard Evans Schultes en 1940 en busca de la yakruna, una planta sagrada de propiedades alucin¨®genas. La devastaci¨®n del tiempo entre las dos trayectorias sostiene un discurso en torno al efecto devastador del colonialismo, entendido tanto en su sentido de depredaci¨®n capitalista (el negocio del caucho) como en el de infecci¨®n ideol¨®gica (ese cristianismo punitivo que, en el curso de la pel¨ªcula, se transforma en culto cruel y monstruoso). La mitolog¨ªa ind¨ªgena y su particular concepci¨®n del doble proporcionan una estimulante unidad simb¨®lica a los dos niveles del relato, concediendo a la figura central de Karamake la posibilidad de la expiaci¨®n personal o la reafirmaci¨®n en la condici¨®n irredimible del hombre blanco.
La severa fotograf¨ªa en blanco y negro de David Gallego subraya la naturaleza fantasmag¨®rica del doble viaje, pero su eficacia carga con la contrapartida de dejar en evidencia la inmersi¨®n final en la m¨ªstica, que Guerra representa siguiendo c¨®digos folcl¨®ricos locales, aunque no deja de revelarse una disonancia est¨¦tica bastante discutible. No cay¨® este cr¨ªtico bajo el embrujo de esta pel¨ªcula de elaborada narrativa, irreprochable discurso y decisiones estil¨ªsticas o demasiado precavidas, o bien demasiado temerarias, rara vez precisas.
Babelia
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